4409

{TURISMO / TURISMO}

'Con el vino nos tenemos que quitar muchos tópicos, hay que explicarlo sin tanto esnobismo y pijotería'

José Ramón Jiménez Berger es 'El Educador en Vinos', empresa de servicios enoturísticos

José Ramón Jiménez Berger conversa con pasión sobre el vino. Enólogo por formación -estudió en 'Rioja' y 'Burdeos'- pronto descubrió que tenía un don para explicar el mundo del vino, su cultura, sus características o su proceso de elaboración. Descubrió su vocación mientras trabajaba en el laboratorio de una bodega y notaba que cada vez que un turista quería conocer las instalaciones sus pies le llevaban directamente y sin que pudiera deternerlos a ofrecerse como guía de la visita. De ahí, pasó al Museo Vivando donde ejerció de Relaciones Públicas durante siete años, pero como culo inquieto que es -así se autodefine- necesitaba probar más experiencias y decidió crear 'El Educador en Vinos', el proyecto propio, una empresa especializada en servicios enoturísticos para particulares y empresas. A través de 'El Educador' es posible disfrutar de 'cata maridaje' por las calles Laurel y San Juan de Logroño, 'rutas y paseos' por Logroño y La Rioja son parada en viñedos, bodegas, catas y museos, y 'programas de formación' dirgidos a bodegas, bares y restaurantes. Ahora, detalla José Ramón, "trato de potenciar el contacto con agencias de viajes, principalmente en la captación del turista extranjero". Desde El Mirador del logroñés barrio de El Cubo, el río Ebro se adentra en la ciudad tras sortear el puente Práxedes Mateo Sagasta. Tan sólo unos kilóemtros al oeste comienza el manto de viñedo que cubre el territorio riojano; unos metros al este, en el Casco Antiguo de Logroño, una laberinto de bodegas subterráneas explica la Historia de la ciudad. "El mundo del vino -resalta José Ramón- hay que explicarlo de forma sencilla son tanto esnobismo y tanta pijotería"./Javi Muro

 

SPOONFUL.- … nos creemos que sabemos de vino, pero…

(José Ramón se ríe) … nos tenemos que quitar muchos típicos tópicos de la cabeza y sobre todo tenemos que dejar que alguien nos cuente las cosas como son sin tanto esnobismo y tanta pijotería. Adentrarse en el mundo del vino, comenzar a saber de vinos tiene que ser mucho más sencillo. También es importante tener un mínimo interés. Hay mucha gente que enseguida dice la frase “este vino es una mierda, es malo” y no: “no te gusta, pero sino tiene defectos no es malo, simplemente no es tu gusto”. Eso es lo que tiene que aprender la gente que se acerca al vino. Es importante que la gente conozca ‘sus’ gustos.

 

S.- Al hilo de los que comentas ¿si queremos acercarnos al vino y conocer un poco más en qué tenemos que aplicarnos? ¿En qué tenemos que poner la atención?

Quizá tener ese interés al que me refería. Visitar, por ejemplo, una bodega para que te expliquen el proceso de elaboración y conocer un poco más todo lo que hay que hacer para elaborar un vino, pero lo más importante creo que es tener la mente abierta. Catar vinos y si te gusta, te apetece y puedes, ir a todas las catas que puedas, porque cuento más pruebas más cerca estarás de alcanzar el final del proceso que es descubrir tu gusto personal. Decidir lo que nos gusta y lo que no.

 

S.- …pero ‘El Educador en Vinos’ es más que unas catas, ¿no?

Sí, mi mundo es la cata de vinos, pero sí ‘El Educador en Vinos’ es más que la cata, proponemos cursos de formación para bodegas o para hostelería, y como me gusta mucho la relación y el contacto con el público hago muchas visitas a muchas bodegas en castellano, pero también en inglés, en francés e incluso en alemán, porque también me gustan mucho los idiomas. En realidad ‘El Educador en Vinos’ es un arma que cualquier persona puede utilizar ya sea en privado, empresa o bodega para explicar las cosas de manera sencilla.

 

S.- Escuchándote, surge la similitud de lo que cuentas con el mundo de la cultura y la creatividad artística, cuando el artista cuenta sus porqués, su proceso creativo descubres muchas más vertientes de la obra…

Me parece una comparación perfecta. Mucha gente piensa que el artista coge un lienzo le pega cuatro pinceladas y sale la obra y no, imagina que habrá detrás una concepción de la idea y un proceso hasta llegar a la obra finalizada. Con el vino sucede lo mismo, hay mucha gente que me sorprende en las visitas a las bodegas cuando al finalizar te dicen “¡Vaya! Todo lo que conlleva elaborar vino”. Porque a veces se piensa que es coger la uva, a la prensa y el vino sale… Y no es así. Por eso creo que es importantísimo que se conozca todo lo que conlleva esa elaboración a la hora de probar un vino, conociendo qué tipo de vino es, qué periodo de elaboración ha tenido…

 

S.- ¿Por qué el enólogo también tiene una intencionalidad creativa al elaborar el vino?

Claro, toda la intencionalidad. Antes se elaboraban todos los tipos de vinos porque el mercado exigía que las bodegas tuvieran en su catálogo todas las variedades, pero ahora cuando el enólogo crea un vino lo hace pensando en un público objetivo. Entonces tienes que saber qué le gusta a ese público, y no sólo en el vino sino en lo que perciben en el packaging, en la etiqueta, en todo… No puedes elaborar un vino con mucha madera, por ejemplo, para un público al que le gusta más la fruta.

S.- ¿Cómo surge la idea de poner en marcha ¿El Educador en Vinos?

La verdad es que fue todo un proceso. Estudié Enología en Rioja y en Burdeos. Me gustaba muchísimo el mundo del laboratorio, la analítica, la microbiología…. Además era bueno, bueno en microbiología no tan bueno -se ríe. En mi regreso a España la idea que tenía era buscar un trabajo que tuviera que ver con el laboratorio. Lo encontré, pero me aburrí como una ostra. Suponía estar todo el día sólo en el laboratorio realizando todos los días los mismos análisis y como ves me gustar ‘rajar’ todo lo que puedo. Así que en cuanto veía que aparecía un turista por la bodega me escapaba del laboratorio para realizar yo la explicación al visitante. Ahí me dije, “José Ramón tienes que cambiar el chip”. Empecé a realizar actividades más relacionadas con la divulgación. Gracias a Dios comencé a trabajar en el Museo Vivanco, en Briones con la familia Vivanco, que los adoro. Estuve casi siete años como relaciones públicas en el museo. Ahí me di cuenta de que mi vocación era explicar. Recuerdo que Santi Vivanco me dijo que tenía un don especial para explicar las cosas de una manera clara. Como culo inquieto que soy necesitaba catar más vinos, explicar más cosas a la gente, no todos los días el mismo discurso, los mismos vinos. Me decidía -en plena crisis- a ponerme por mi cuenta. Me llamaban loco. Puse en marcha ‘El educador en vinos’, una empresa dedicada a hacer lo mismo que hacía en Vivanco, pero no ofertado a una única bodega sino a todas las bodegas de Rioja e incluso de otras Denominaciones. Luego fueron surgiendo más iniciativas y actividades. Ese fue el camino.

 

S.- De alguna manera, de una afición has creado una profesión…

Sí, aunque el impulso para estudiar vino fue una coincidencia. No procedo del mundo del vino para nada, nadie de mi familia ha tenido relación con el mundo del vino, pero terminé COU no sabía que hacer y había en FP2 un Módulo de Enología y me decidí a realizarlo mientras pensaba qué carrera realizaba. Hay nació mi pasión y después es cierto que esa afición me lleva a lo que es mi profesión hoy en día.

 

S.- … pero si que hay un deseo en general de saber más de vinos, de conocer más…

Sí y cada vez más. Lo percibo no sólo por las preguntas de la gente, tanto en visitas a Bodegas como en otras actividades de las que realiza ‘El Educador en Vinos’, sino por el tipo de gente que participa. Antes asociábamos el vino a una gente de una cierta edad y cada vez va bajando más ese rango de edad. Ahora ya hay gente de 25 años que quiere descubrir el vino, los vinos, y que no sea sólo algo relacionado con el abuelo y el padre.

 

S.- Pero si existe el tópico de que al vino se llega después de una cierta edad…

Sí es cierto, pero de alguna manera no deja de ser lógico. Esas teorías de que hay batallar y luchar unas bebidas contra otras por ocupar espacios no me convencen, creo que se puede convivir perfectamente. Cada bebida tiene su momento. Los jóvenes por la noche beben cerveza o copas, no beben vino en la discoteca. El vino es una bebida asociada a comidas y cenas o a pinchos de día. En estos momentos la gente joven no tenía costumbre de consumir vino y en cambio están cambiando sus hábitos y ahora cada vez más piden vino con un pincho, en una comida o en una cena. Antes no asociaban el vino como una bebidas suya pero esa percepción está cambiando.

 

S.- ¿Detectas, de alguna manera, un cambio cultural?

Sí y creo que tiene que ver con que se ha hecho una buena labor de acercar el vino a la gente, al mismo tiempo que el esnobismo, la tontería y el postureo se están perdiendo. La gente que explica el mundo del vino cada vez habla más claro. Hay gente, sobre todo de la vieja escuela, que al realizar las catas son todavía demasiado técnicos, son demasiado poetas. La gente dice qué bonito pero qué ha dicho.

 

S.- ¿Percibes que la gente está -estamos- abierta a conocer otros vinos? ¿La gente de La Rioja estamos abiertos a conocer vinos de otras Denominaciones y esa apertura de mente existe también en otras zonas vitivinícolas?

Todos tiramos para casa. Y el chauvinismo puede parecer francés pero no sólo, todos somo un poco chauvinistas. No sólo con el vino, también con los tomates, las peras y lo que sea. Tirar para casa está muy bien pero creo que hay que tener la mente abierta y probar otros vinos. Esa es la manera de comparar y aprender qué es lo que hacen en otros sitios. Aquí en La Rioja prácticamente todo lo que bebo es Rioja, pero si voy a Madrid, a Canarias o a París, no bebo  vino de Rioja, no se me ocurre, lo que quiero es conocer qué hacen otros. Quiero conocer otras cosas y no hablo sólo de vino sino también desde el punto de vista gastronómico. Como me gusta mucho comer y beber cuanto más amplio tenga el conocimiento de lo que hacen en otros sitios más capacidad de comparar tendré. Siempre lo aconsejo, hay que probar el vino del lugar que visitáis.

 

S.- Lo que sí sucede -corrígeme si me equivoco- es que nos acostumbramos a un sabor, a un tipo de vinos, y cuando probamos otros de otras zonas es fácil pensar no es lo que conozco como vino….

Es que no es lo mismo, es vino, pero no es lo mismo. Es algo normal. Si llevas toda la vida bebiendo crianza de Rioja del mismo estilo ni siquiera tienes que cambiar de Denominación para tener esa sensación, si pruebas un vino joven afrutado con poca madera también vas a decir “esto no es a lo que estoy acostumbrado”. Es algo humano. A mí mismo antes de ir a Burdeos a estudiar el ‘merlot’ y el ‘sauvignon’ no me gustaban nada, pero después de cuatro años allí el paladar se acostumbre. Tiene que ver con la costumbre. Y es importante lo que decía antes, es muy importante no decir nunca este vino está malo. Me gusta o no, pero sin defecto no hay vino malo.

 

S.- ¿Cómo planteas las actividades qué organizas, en función de la gente a la que va dirigida?

Suelo preguntar al grupo. Las catas guiadas por la calle Laurel son más genéricas porque la gente que suele venir quiere aprender de maridaje. Si me dice que ya han realizado otras catas realizamos una ruta alternativa con vinos más modernos y pinchos un poco más elaborados. Los grupos de extranjeros prefieren otra ruta que parte de la viña, a una bodega, paramos en el Museo Vivanco y hacemos una cata que va desde la planta al maridaje. Pero siempre pregunto al grupo qué formación en vinos tienen. Si tienen cierto nivel organizadas la actividad para descubrir y conocer aspectos que no son tan habituales y que se conocen menos.


S.- También despierta enorme interés no sólo el vino en sí, sino el entorno, lo que le rodea, lo que llamamos la cultura del vino…, de la arquitectura al lenguaje…

Sí, por eso cuando diseño las actividades lo hago desde el convencimiento de que tienen que vivirla. Tiene que vivir la experiencia, ya sea visitando la bodega más moderna arquitectónicamente y dotada de las más modernas tecnologías a las bodegas con su calado. Todo tiene su encanto. Es importante que todo el que visite La Rioja -y tiro para casa- se lleve, sea con ‘El Educador en Vinos’ o cualquier otra empresa del sector, el recuerdo de ‘¡Jo qué bien La Rioja!’, que bueno el vino, que bien me atendido y me acuerdo de esto y esto que me han contado. 

 

S.- La Rioja como base, pero también trabajas en otras Denominaciones…

Sí la base la está en La Rioja, diría que el noventa por ciento de las actividades las realizó aquí, aunque también hay empresas que me contratan para organizar catas, para actividades en inauguraciones de tiendas en otras ciudades. Ahora estamos preparando una actividad que se desarrollará en el puerto de Málaga en el mes de mayo. Como por ahora lo que tengo me basta para funcionar es muchas veces el cliente el que te propone iniciativas y si me parecen atractivas pues adelante. Son cosas que me gustan porque, como decía antes, siempre disfruto saliéndome de la actividad habitual.

S.- Entiendo que la relación vino-gastronomía es algo esencial…

Es esencial. A veces la gente percibe la cata de vinos como algo muy serio sentados en una sala, con una luz especial, la agüita… pero eso es una cata profesional y la realizamos los enólogos en bodegas para buscar detallas del vino. La gente, donde debería aprender a catar, es cuando come o cena. La gente en su vida diaria no cata vinos solos por eso es mucho mejor aprender con la comida. Se trata de descubrir porqué este vino me gusta con esta comida y éste vino no me gusta con esta otra comida. Muy poca gente conozca que en su casa se ponga cuatro vinos delante y diga “voy a ver si adivino cuál es cada uno”.

 

S.- ¿Y cuáles son tus gustos?

¡Ufff! Amplísimos, es muy difícil decirlo porque soy de mente muy abierta y pruebo absolutamente todo. No tengo un gusto en vinos marcado, tengo un tipo de vino para un tipo de momento. Igual estoy en la playa y no me tomo un tinto reserva a 16 grados… o sí… Depende del momento, son momentos, no podrían inclinarme por un vino o un tipo de vino…. Igual hay alguno mítico como un 904 de Rioja Alta que me parece una auténtica maravilla, me encantan los vinos nuevos, modernos, me encantan los vinos de Arizcuren, una bodega en Logroño, en la calle Santa Isabel. Voy de lo más clásico a lo más moderno. Siempre estoy abierto a descubrir y conocer.

 

S.- ¿Y el tema de las clasificaciones cómo lo llevas? ¿Qué te parecen? ¿Son importantes, lo son para el consumidor que quiere acercarse al vino?

Creo que si tienen su importancia y creo que es bueno que las sigan todos, tanto el consumidor como los profesionales. Da igual que sea la clasificación Parker, la Peñín, la Michelín o la que sea, hay unas cuantas. Del mismo modo, y me mojo un poco, también creo que hay que darles el valor que tienen, es decir, creo que está muy bien que haya listas, puntuaciones de vinos, es algo que beneficia a las bodegas que aumentan las ventas, porque no dejan de ser el gusto de una persona que trata de ser lo más objetivo posible en cata, pero qué su gusto va a primar. Y yo siempre defiendo que el gusto es tuyo; lo que puntúe un señor puede ser una referencia pero no quiere decir que tenga que coincidir con tu gusto. El gusto es tuyo, tú te creas tu propia lista. Hay vinos de supermercado maravillosos a precios bajos, no hay que irse siempre al precio más alto.

 

S.- Da la impresión, qué si echas la vista una década atrás, o un poco más las bodegas parecían espacios cerrados donde se elabora el vino y nada más, pero en unos años las propias bodegas han cambiado esa filosofía, ¿no?

Sí, las bodegas han cambiado mucho porque se han dado cuenta, quizás desde la apertura de bodegas en California, que el cliente bebe un vino en un restaurante porque lo ve en la carta, o en supermercado, o lo ve en una tienda especializada, sino lo ve no lo pide. La manera de que si no le ve aun así lo pida es creando una experiencia de recuerdo en la bodega. Ahora las bodegas lo están haciendo muy bien porque cada una está buscando esos recuerdos que ofrecer a sus clientes.

 

S.- ¿Nunca te ha picado el gusanillo de elaborar vino?

Sólo no, alguna vez si que me he planteado llamar alguno de los amigos enólogos que tengo en las bodegas y decirle “esta vendimia me voy contigo y hacemos un vino entre ‘tal enólogo’ y ‘El Educador en Vinos’”. Eso sí que me apetece. También hay que tener las cosas claras, estudié Enología, pero no me considero enólogo porque, en realidad, vino he hecho una vez en mi vida. Tengo la formación para educar, pero no me considero enólogo como tal… otra cosa es que tenga el gusanillo… pero también es cierto que estamos hablando de una época del año, agosto, septiembre, octubre. Incluso noviembre, que es el momento en que ‘El Educador en Vinos’ tiene mayor volumen de trabajo.

 

 

Suscripción a la Newsletter Enviar