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Can Sadurní, Carlos I y el movimiento artesano, una mirada a la cerveza en España (y II)

Continuando con  nuestro paseo a través de la historia de la cerveza en España, esta semana retrocederemos en el tiempo hasta llegar a los primeros vestigios de su existencia en la península. La semana pasada hablábamos del panorama más actual con la llegada del movimiento artesano, el crecimiento del consumo y el mayor interés generado en los consumidores entre otras cosas.

 

Los primeros indicios

Ahora daremos un gran salto para saber cuándo, dónde y cómo comenzó todo, y para ello nos iremos hasta la provincia de Barcelona, año 5.000 a.C, concretamente en el municipio de Begues, perteneciente a la comarca del Bajo Llobregat, donde un equipo de la Universidad de Barcelona, formado por Manel Edo, Anna Blasco y Mª Josefa Villalba, descubrieron hace algo más de 20 años, en la cueva de Can Sadurní, los restos arqueológicos de lo que fue una pequeña comunidad agrícola y ganadera y donde se hallaron trozos de unas vasijas o silos que contenían restos de cerveza. 

 

Muy cerca de allí, en el yacimiento arqueológico de Genó, situado en la comarca natural del Bajo Segre (Aitona, Lérida), se descubrieron otros restos de la presencia de cerveza que datan del 1.100 a.C, a finales de la Edad de Bronce. Aunque hasta esta fecha los restos más antiguos hallados eran los encontrados por un equipo de la Universidad de Valladolid en el yacimiento neolítico del Valle de Ambrona, junto a la localidad de Miño de Medinacelli (Soria), que databan del 4.400 a.C, donde fueron hallados unos vasos campaniformes decorados que presentaban restos de cerveza en su interior. Estos vasos se encontraron en un escenario funebre de lo que se dedujo el posible uso de la cerveza en estos rituales.

 

De estos hallazgos se puede desprender que la cerveza fue una bebida muy popular entre pueblos celtíberos pre-románicos, donde la consumían habitualmente y la llamaban 'caelia', derivado de la palabra latina 'calefacere' (calentar) que estaba inspirada en el calor empleado en el proceso de elaboración. La 'caelia' era muy popular entre las tribus numantinas y se dice que su bravura frente a las hordas romanas provenía de su ingesta. Estaba hecha con trigo o cebada y por lo general acompañada de especias para su mejor conservación, aunque de trigo ya se elaboraba otra bebida parecida posiblemente llamada 'cerea' en honor a la diosa Ceres. También en las tribus montañesas del Norte de la península, desde los galaicos hasta los vascones, elaboraban otra bebida similar a la cerveza a la que llamaban 'zythos', que en griego hace referencia a la bebida de cereal fermentado, y que algunos historiadores vinculaban como el antepasado de la sidra de los astures, aunque esto no parece ser cierto del todo.

No obstante los historiadores romanos Lucio Anneo Floro y Plinio el Viejo se encargaron de dejar constancia de esta bebida en sus textos, donde Plinio, por ejemplo, comentaba que “es una bebida de abundante espuma y se considera muy nutritiva para la piel de las mujeres”.

 

Otro de sus textos dice así: “Los pueblos de Occidente consiguen también emborracharse macerando cereales; estas bebidas, en las Galias y las Hispanias, son de varias clases y de nombres diferentes, en Egipto se conoce como zythum y en Galia como cervesia, pero obtenidas por el mismo procedimiento. En las Hispanias incluso se ha demostrado ya que estas bebidas soportan el envejecimiento”. Plinio, XIV, 149.

 

Fue el Imperio Romano quien la introdujo en Europa, aunque ya hemos visto que en la península hispánica se elaboraba mucho antes de su llegada, en torno al 218 a.c., pero fue precisamente la llegada de los romanos a la península lo que la relegó a un segundo plano en favor del vino, ya que esta era la bebida predilecta de su pueblo y no la cerveza a la cual veían como una bebida para bárbaros.

 

La climatología y las condiciones del terreno (lo que se conoce como terroir o terruño) facilitaban sin duda el cultivo de la vid, por lo que los reyes visigodos mantuvieron esta hegemonía vinícola hasta la llegada de los pueblos musulmanes donde apenas hay evidencias de la elaboración y consumo de cerveza en la península, al menos en las zonas ocupadas por estos, aunque algunos escritos del s. XIV cuentan que los médicos de la corte nazarí de Granada recetaban cerveza a pacientes no musulmanes.

 

La llegada de Carlos I

En la Edad Media se reestablece la producción de cerveza gracias a la influencia de los pueblos del Norte de Europa, aunque esta era de muy baja calidad. Pero no fue hasta el año 1517, con la llegada de Carlos I, V de Alemanía, y su corte flamenca, cuando se vuelve a hablar de cerveza de calidad en España. 

 

Carlos I era oriundo de Gante, al noroeste de Bélgica, y como buen belga era un gran aficionado a sus tradicionales cervezas, así que cuando llegó a España para ser coronado rey a los 17 años echaba mucho en falta su bebida predilecta. Durante los primeros años se hacía traer su cerveza favorita, la Mechelschen Bruynen, de los territorios de Flandes, concretamente de Malinas (Mechelen), ciudad próxima a Bruselas en la que residió, ya que fue la capital de los Países Bajos. De hecho, hay en la ciudad una fábrica, Het Anker, que produce, además de  seis cervezas etiquetadas como Gouden Carolus, dos cervezas etiquetadas como 'Cuvée van der Keizer' (Reserva del Emperador), en recuerdo a tal hecho. Cada año el  24 de Febrero, en conmemoración del nacimiento de Carlos V, se elabora esta cerveza especial en edición limitada.

Poco después, en 1535, hace venir a dos maestros cerveceros de Flandes para que elaborasen cerveza de buena calidad directamente en la corte, tal y como se puede desprender del documento llamado 'Relación de Sigorney' donde aparece el oficio de cervecero dentro de los oficios de “la cava”  integrados a su vez en el grupo de  “mayordomos, gentiles hombres y oficiales” de la corte.

 

No obstante existen documentos anteriores a 1535 donde se hace constar que el consumo de cerveza entre la nobleza ya estaba instaurado, principalmente influenciado por el consumo que de ella se hacía en los banquetes que celebraba Carlos I. Por lo tanto si el rey bebía cerveza, la nobleza copiaba al rey.

 

Ya en 1557, concretamente el 3 de Febrero, habiendo dejado los asuntos de Estado en manos de su hijo el príncipe Felipe II, Carlos I se retira al monasterio jerónimo de Yuste (Cáceres) para pasar sus últimos días en paz y tranquilidad. Allí vivió hasta su muerte, el 21 de septiembre de 1558 y allí se construyó, para su uso y disfrute, una fábrica de cerveza, a cuyos mandos estaba su cervecero personal Enrique van der Duysen (Henri Vander Duysen) al cual pagaba por dicha labor el importe de 250 florines al año. Dada la ubicación de esta pequeña fábrica en el propio monasterio, esta cerveza es probablemente la primera cerveza de abadía que se elaboró en España.

Se dice de Carlos I que tenía un defecto físico que le obligaba a tomar grandes cantidades de líquido con las comidas para paliar la dificultad que tenía de masticar y tragar los alimentos en trozos pequeños. Como era de buen comer y un gran aficionado a la cerveza se acostumbró pronto a beber unos cuantos litros de esta bebida en sus comidas y banquetes, cogiéndole así un gran cariño y aprecio. Una de sus hazañas cuenta que era capaz de beberse un cuarto de galón (1 litro) de cerveza de un solo trago.

 

Durante su reinado, Carlos I ordenó también la construcción de la 'real fábrica de cerveza' a orillas del río Manzanares, ya que sus aguas eran de una gran calidad, algo fundamental para la elaboración de cerveza. Esto ocurrió en el año 1537, pero en el año 1558, en pleno retiro en el monasterio de Yuste, la fábrica cerró quedando únicamente operativa una fábrica ubicada en Sevilla la cual cesó su actividad pocos años después por mandato de Felipe II al trasladar prácticamente la totalidad de producción de cerveza a Madrid, que se había convertido ya en la capital del reino.

 

Sevilla mantenía una gran colonia extranjera, alemanes y flamencos sobre todo, debido principalmente al intenso tráfico portuario del que gozaba y a la influencia de la llegada de Carlos I a España. De hecho, en 1542, el sevillano Alonso de Herrera solicitó al emperador un permiso para elaborar cerveza en Nueva España, lo que hoy conocemos como México. Acompañado de algún maestro cervecero alemán o flamenco Alonso de Herrera se aventuró en la impronta de lo que fuera la primera fábrica de cerveza del continente americano. Lamentablemente la aventura no duró mucho, ya que pocos años después la fábrica cerró debido a la marcha de los obreros a sus países de origen, principalmente Flandes. 

 

Y pasaron los años

Ya en el año 1643, la producción y comercialización de la cerveza en España se encontraba bajo el régimen de Estanco y en Madrid se concede en exclusiva mediante esta forma de Real Privilegio de Estanco a Tomás de Ugarte y Daniel Morán por 1.000 ducados anuales la primera concesión. Este privilegio supone el primer impuesto conocido sobre la fabricación de cerveza en España.

 

A finales de 1679 existían en Madrid dos fábricas de cerveza y en el año 1712 ya había en la ciudad once puestos de venta repartidos por los mercados de abastos de la ciudad. En marzo de 1791, el rey Carlos III decreta un permiso de entrada y venta en la capital de toda la cerveza procedente de factorías nacionales, de esta forma hubo un cierto consumo a lo largo del s. XVIII, algo que permitió exportar en barco cerveza embotellada a las colonias de América. A partir del año 1833 la producción de cerveza se liberaliza y se permite la elaboración en Madrid a cualquier cervecero “cualificado”.

 

Durante el s. XIX el consumo de cerveza estaba principalmente destinado a las urbes, donde residía la gran parte de la clase burguesa, que era quien normalmente la consumía, sobre todo en la época de verano cuando el calor era más intenso y la cerveza refrescaba y quitaba la sed. En el resto de Europa la cerveza estaba más vinculada a las clases trabajadoras y campesinos, donde eran estos últimos los que la elaboraban habitualmente en sus propias casas de manera artesanal.

 

En España no se daban estas circunstancias y lo habitual era consumir cerveza en aquellos establecimientos destinados a ello, tabernas o pequeñas fábricas dentro de las urbes, como por ejemplo la Felipe Costa (1806), que figura como el primer establecimiento con elaboración de cerveza de la capital catalana o el de la viuda Peter (1819) también en la ciudad condal.

 

Las primeras fábricas importantes españolas se ubican en las zonas con puertos marítimos, como por ejemplo Santander (1783), donde había al menos cuatro fábricas, y Barcelona (1864). La importación del lúpulo era esencial y eso condicionó en gran parte la elección de estas ubicaciones. La industrialización de la cerveza entra de lleno en un país con pocos guiños a esta bebida y los primeros años para estas pioneras fábricas son un tanto complicados pero pronto la visión empresarial de algunos apasionados cerveceros y sobre todo la inundación europea del estilo checo Pilsner cambiará el devenir de la cerveza en España. Pero esto lo contaremos en nuestro próximo tercer y último capítulo. ¡Salud!/Unai López desde 'Del grano a la copa'

 

* Fuentes: Orígenes e implantación de la industria cervecera (Xavier García Barber), caeliacerea.blogspot.com, wikipedia.org, celticahispana.com

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