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{ENTREVISTAS}
'El cómic puede denunciar injusticias igual que el cine o el teatro'
Alfonso Zapico ha sido galardonado con el Premio Nacional de Cómic por 'Dublinés'
Asturiano de Blimea, Alfonso Zapico, ha siso galardonado con el Premio Nacional de Cómicn 2012. Un reconocimiento que parece haberle sorprendido, pero que quienes le siguen saben oportuno y justo. Alfonso Zapico crea historias gráficas, pero también es ilustrador, trabaja en publicidad y prensa, e imparte talleres. Y lo hace todo desde la localidad francesa de Angulema; en concreto desde su Escuela de Arte. Un lugar que viene a ser -si nos dejamos guiar por las palabras de Alfonso-, algo así como pequeño paraíso creativo. Su primera novela gráfica fue 'La guerra del profesor Bertenev', a la que siguió 'Café Budepest' -ambas con historias con compromiso en las que se describían conflictos históricos- después llegó 'Dublinés', una historia sobre la vida del escritor James Joyce, pero que es mucho más que una biografía, "es una celebración de la vida". Por 'Dublinés' recibió el Premio Nacional de Cómic,/Javi Muro
SPOONFUL.- Flaco, tímido y provinciano. Así te defines en tu web. Parece de entrada un ingenioso sistema defensivo…
Bueno, en realidad es sólo una forma de definirme como autor con unos pocos adjetivos. A veces es importante retratarse un poco en esta sociedad tan difusa. Dicho de otro modo: yo soy mi obra y mis circunstancias.
S.- ¿Cómo empiezas a dibujar? ¿Ya desde niño te gustaba enredar con los lápices de colores y crear historias?
Claro, como todos los historietistas, quemé muchos plastidecor, dibujé muchas historietas en el colegio, colaboré en el periódico del instituto y acabé con 18 años en la Escuela de Arte.
S.- ¿Recuerdas tus primeras referencias en el cómic? Esas que te llamaron la atención y que dijiste yo quiero hacer algo como esto…
Yo crecí con el cómic francobelga, sobre todo. Mamé mucho Tintín y Astérix, claro, pero era un fanático del Spirou, de Franquin, y luego con Tome y Janry. Aquellos álbumes de series raras, sobre carteros o enfermeras, fueron los que me llevaron a hacer cómics.
S.- ¿Eras de coleccionar cómics?
No, era más bien de biblioteca. Casi todo lo que leí de cómic fue en la biblioteca de mi pueblo, que tenía un pequeño pero variopinto catálogo. Nunca fui comprador ni coleccionista, no soy fetichista con los cómics ni me interesa guardar libros por guardar, porque no tengo donde hacerlo.
S.- Además de las novelas gráficas, realizas trabajos como ilustrador, en publicidad, en prensa, creo que también has impartido talleres, ¿Cómo te defines?
Soy un ilustrador polivalente, como casi todos en España. Este mes igual te hago una campaña publicitaria para una marca de leche como el mes que viene estoy dibujando unos libros de matemáticas. Entretanto, dibujo tiras cómicas y artículos de prensa, y trabajo en mi próxima historia cuando puedo; si tengo más tiempo dibujo más, si tengo menos, escribo el guión.
S.- Tus dos primeras novelas gráficas –‘La guerra del profesor Bestenev’ y ‘Café Budapest’- tienen un fuerte componente de actualidad y de compromiso. ¿Qué te llamó de esas historias?
Están ambientadas en periodos históricos convulsos, y son un análisis en busca de respuestas. Responden a mi curiosidad natural sobre las diferencias entre los seres humanos, sobre los conflictos enraizados, sobre el difuso concepto de nación-pueblo. Hay muchas preguntas en estos dos libros, pero muy pocas respuestas.
S.- ¿Crees que el cómic, la novela gráfica, puede ejercer también una labor informadora, también de denuncia de injusticias y de las barbaridades que se comente por el mundo?
Por supuesto, igual que puede hacerlo el cine, la literatura o el teatro. Nada tiene que envidiar en ese sentido el cómic a cualquier otro medio de expresión, donde el autor se comunica con sus interlocutores y les hace partícipes de una realidad.
S.- En ‘Dublinés’, en cambio, abordas la trayectoria de quizá uno de los escritores más influyentes del siglo XX. ¿A primera vista un cambio, no tanto de estilo, como de contenido?
Sí, un cambio importante; pasamos de los conflictos históricos globales a una individualidad, a un protagonista concreto. 'Dublinés' es una biografía que son muchas, y es un viaje que son muchos viajes. El libro es simplemente una celebración de la vida, a pesar de todo.
S.- En los tres casos, la labor de documentación ha tenido que ser exhaustiva, ¿no?
Mi trabajo de documentación, que juzgo importante para lograr que la historia funcione, ha ido mejorando con los años. Bertenev era una historia más simple y superficial, en 'Café Budapest' erré muchas cosas porque estaba dibujando un país y una realidad que me resultaban lejanos, y en 'Dublinés' he intentado reparar esto acercándome a aquellos lugares personalmente.
S.- ¿Cómo desarrollas el trabajo creativo? ¿Cómo se crea un personaje de cómic, de una novela gráfica?
Muy poco a poco, día a día. Incluso con el guión ya terminado y dispuestos en la mesa de dibujo, crear una historia es para mí como construir una mesa de madera: fabrico todas las piezas necesarias -capítulos, personajes, escenas-, los ensamblo, los pego -los dibujo- y luego tengo que ir limando, corrigiendo textos, eliminando materia sobrante, y barnizando todo, los últimos retoques que parecen infinitos.
S.-¿Cómo se llega a dominar, a equilibrar, el lenguaje que comparten texto y dibujo?
No creo que domine este lenguaje, simplemente me sirvo de él para expresarme como autor; aún tengo mucho que aprender y mejorar muchas cosas, porque el cómic es un lenguaje tan inabarcable, tan salvaje y tan complejo, que resulta imposible dominarlo totalmente. Más bien lo utilizo en un modo sencillo, sin muchas pretensiones, para poder comunicarme con los lectores.
S.- Corrígeme si me equivoco, realizas tus trabajos desde Angulema, desde la Casa de las Artes, ¿Qué te ofrece crear ubicado allí?
Muchas cosas: una perspectiva de la realidad en España, la oportunidad de compartir tiempo y trabajo con otros autores, el Museo de la BD, una biblioteca con estanterías y estanterías llenas de historietas... Y también la comprensión y protección de un país que mima su Cultura.
S.- ¿Siguen siendo Francia y Bélgica, los lugares referencia en el cómic europeo?
Siguen siendo los grandes mercados editoriales del cómic en Europa, pero hoy día los autores de referencia ya están repartidos por muchos países. En este nuevo continente globalizado y donde todo es más accesible, es maravilloso descubrir el talento de creadores que trabajan en Chequia, Ucrania, Italia, los Balcanes o Portugal.
S.- ¿Qué le falta a España para estar a ese nivel?
Evidentemente, más lectores. Es lo único que falta para redondear esta época dorada donde surgen nuevas aventuras editoriales, nuevas perspectivas de la creación de cómics, nuevos autores y nuevas historias. Pero podemos ser positivos, porque el cómic está más presente en la sociedad, y la sociedad, como no podía ser de otra manera, lee más cómics.
S.- ¿Qué ha supuesto para ti la concesión del Premio Nacional de Cómic?
Una sorpresa mayúscula que me ha dejado completamente planchado. Lo he recibido sin creérmelo al principio, con mucha alegría por poder celebrar algo bueno -que ha sido poco últimamente- con mi gente de Asturias, y con mucha ilusión por ver cómo influye sobre 'Dublinés' y sobre los libros que están por hacer.
Foto Portada: RiojaPress.





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