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{ENTREVISTAS}

'Escribir me llena la vida y también me la vacía'

Julio Llamazares acaba de publicar 'Las lágrimas de San Lorenzo', su últmima novela

Los árboles de la calle Hermanos Moroy se asoman desde la galería de la biblioteca del hotel. La luz es cálida y el poeta -porque Julio Llamazares se siente así, poeta que escribe poemas, poeta que escribe novelas-, se acomoda en el sofá mientras inicia la conversación. Apunta que está preparando la presentación del libro de un escritor de la ciudad, de Logroño, al que conoció en el bar madrileño al que todos los lunes acude a jugar al ajedrez.


Dice también –y cita a Pesoa- que escribir es su manera de estar sólo. “Escribir me llena la vida y también la vacía, me apasiona hacerlo,  es lo que más me gusta hacer”. Escribe porque lo necesita. Olvídense de esquemas y croquis. En la escritura de Julio Llamazares no hay trucos ni planes. “Parto –explica- de una emoción, no tengo un argumento predeterminado, sino que voy contándome a mí mismo la novela, la historia. Mientras estoy escribiendo la página dos no tengo ni idea de lo que va a suceder en la tres”. Lo razona desde la lógica aplastante, “de otra manera, sería muy aburrido”.


Lo primero que publicó Julio Llamazares fue poesía. Dos libros –‘La lentitud de los bueyes’ y ‘Memoria de la nieve’- que llevan fecha de 1979 y 1982. Desde entonces hasta 2009 cuando apareció en las librerías su obra poética completa ‘Versos y ortigas’, si escribió versos lo hizo en secreto, a escondidas.


Llamazares reflexiona sobre la idea de poesía y prosa y sentencia señalando un camino inseparable, “que en mi caso determina el tratamiento poético del lenguaje”. ¿Cómo definir su poesía? “No soy el más indicado para decirlo, escribo desde la intuición y me gusta mucho describirme a mí mismo; en el último libro el tema ronda esa contradicción que hay entre la memoria y el olvido”.


Cómo género estrictamente entendido, la poesía se detuvo a mediados de los ochenta para el escritor. No quiere decir que dejara de contar historias. Llamazares ha desarrollado una prestigiosa carrera como narrador, ya sea a través de sus novelas o de guiones cinematográficos, como articulista o como autor de libros de viajes. Experiencias de mochila como ‘El río del olvido’, ‘Tras-o-montes’, ‘Cuaderno del Duero’ o ‘Las rosas de piedra’.


El paso del verso a la prosa –asegura- se produjo de forma muy natural. Cuando escribía poemas me decían que hacía poemas narrativos y ahora, con las novelas, que escribo prosa poética".

 

A las jornadas de Poesía en Español llega con sus poemas –los secretos y los otros- y una nueva novela a la que acaba de poner el punto final. ‘Las lágrimas de San Lorenzo’, una reflexión sobre la naturaleza y el paso del tiempo. Lo dice el propio autor. Es la historia de un profesor cincuentón de vuelta de todo, que regresa para reunirse con su hijo que camina hacia la adolescencia.
Una relato que pudiera parecer centrado en la melancolía de tiempos pasados, pero al que Julio Llamazares da una mayor amplitud al detallarlol entrar en el detalle. “La nostalgia ya no es lo que era y cualquier tiempo pasado fue peor, salvo porque éramos más jóvenes y teníamos más tiempo por delante. No es una novela nostálgica, pero está claro que la melancolía es inherente a una noche de verano mirando estrellas fugaces. Es algo que produce cierta melancolía y cierto sentido de insignificancia como ser humano”.


Ahí aparece el cielo, de alguna manera, una constante en los títulos de sus novelas: ‘El cielo de Madrid’, ‘La lluvia amarilla’, ‘Memoria de la nieve’ o la última, ‘Las lágrimas de San Lorenzo’. “No es la primera vez que me lo comentan. Existen dos tipos de personas, los que miran hacia arriba y los que miran hacia abajo. A mí, que de pequeño me pasaba el día en Babia mirando hacia arriba, me daba mucha envidia mi hermano que miraba hacia abajo y siempre se encontraba cosas. Uno ha sido banquero y el otro escritor”.


Habla del sentido práctico y de vivir en las nubes. Habla de que se es escritor porque lo necesitas. “Ahora –se revuelve- todo el mundo escribe, pero muchos lo hacen por dinero, por popularidad o porque está de moda, porque se lleva”.


Y ahí la conversación atraca en la actualidad. “Los tiempos que viviemos sí influye a la hora de escribir, pero yo no escribo sobre las cosas que ocurren. Yo soy como los clásicos, escribo de la memoria, del olvido, del amor, del miedo a morir, de los cuatro temas que siempre han estado presentes en la literatura. Ahora bien, lógicamente, estás influenciado por tu tiempo, no estás en un burbuja, estás en la calle”.


Observa el recital dentro de las Jornadas de Poesía en Español “como una experiencia insólita para mí. Me hace gracia volver a releer poemas escritos hace mucho tiempo y relacionarlos con mi vida y con mi vida como escritor, se hace raro”.


Tras ‘Las lágrimas de San Lorenzo’, la prosa poética de Julio Llamazares parecen encaminarse hacia el viaje, otra de sus pasiones. La segunda parte de ‘Las Rutas de Piedra –siguiendo la estala de las catedrales- ha empezado a enviar sensaciones al poeta./Javi Muro



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