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{ENTREVISTAS}

'Jauría' no sólo habla de los miembros de 'La Manada' que abusaron de una niña de 18 años, habla del caldo de cultivo'

María Hervás interpreta a la víctima en un montaje teatral que sigue las transcripciones judiciales

3 a.m. del 7 de julio de 2016. Fiestas de San Fermín. Ellos son cinco. Son La Manada. El más joven y miembro más reciente debe pasar por su rito de iniciación. Tras cruzarse con una chica en el centro de Pamplona, los cinco de ‘La Manada’ se ofrecen para acompañar a la joven hasta su coche, aparcado en la zona del soto del Ezkairu. Pero, en el camino, uno de ellos accede al portal de un edificio y llama al resto para que acudan. Agarran a la joven y la meten en el portal.

 

La expresión verbatim significa palabra a palabra, literal, y es el nombre con el que se conoce un tipo de teatro documento que fundamenta su dramaturgia alrededor de un hecho real. 'Jauría' es una dramaturgia a partir de las transcripciones del juicio realizado a La Manada, construida con fragmentos de las declaraciones de acusados y denunciante publicadas en varios medios de comunicación. "Una ficción documental a partir de un material muy real, demasiado real -describe el dossie del montaje teatral- que nos permite viajar dentro de la mente de víctima y victimarios. Un juicio en el que la denunciante es obligada a dar más detalles de su intimidad personal que los denunciados. Un caso que remueve de nuevo el concepto de masculinidad y su relación con el sexo de nuestra sociedad. Un juicio que marca un antes y un después".

María Hervás es la actriz que interpreta a la víctima en Jauría'. También da vida a la fiscal del proceso judicial en el montaje teatral, "momento de respiro ante tanto dolor y tanta violencia", reconoce. Apunta Hervás que desde el momento que comenzaron a trabajar en la obra tuvieron claro que no querían copiar a las personas implicadas, sino simbolizarlas. La actriz madrileña entiende su trabajo desde el compromiso y no rehuye el riesgo como lo demuestran proyectos como 'Iphigenia en Vallecas', un monólogo que hace tan sólo unos meses representó en el teatro Bretón. María considera que 'Jauría' es una obra de teatro necesaria./Javi Muro

 

SPOONFUL.- Las actrices os adentráis en los personajes dramáticos a través de diferentes técnicas teatrales, pero por su actualidad, por su cercanía en el tiempo, por la repercusión y exaltación social, por la brutalidad de los hechos, por lo que tiene de deshumanización de los agresores, interpretar a la víctima de ‘La Manada’ sugiere una tensión emocional mayor, complicada de soportar, ¿no?

Creo que el nivel de compromiso a la hora de contar una historia es el que marca la intensidad en el proceso artístico. En este caso, todo el equipo de Jauría partíamos de un compromiso absoluto, y a cada uno de nosotros nos ha quebrado nuestra estructura ideológica y se nos ha agarrado al estómago. La particularidad de mi trabajo es que interpreto a la víctima doliente. Una chica que a día de hoy sigue con su vida particular pero que se ha convertido en un 'símbolo' universal por haber dado voz al débil, en una situación especialmente controvertida.

 

Cuando yo interpreto el personaje de 'ELLA' no sólo me hago cargo de su particularidad, sino especialmente de ese símbolo. Encarnarlo significa habitarlo en tu carne, y no se me ocurre mejor manera para explicar el dolor ancestral que he estado movilizando en este proceso. Cada día me iba de los ensayos con náuseas, flaqueando, y llegué a tener una fuerte tortícolis que me bloqueó el cuello… ¡parecÍa una roca! Se dice que los bloqueos de cuello y garganta tienen que ver con todo aquello que no decimos, que no expresamos, que callamos. 

 

S.- … porqué… ¿Qué cuenta ‘Jauría’?

'Jauría' es una ficción teatral creada por Jordi Casanovas a través de transcripciones literales del juicio de 'La Manada'. Teatro Verbatim. Por supuesto habla del caso concreto que sucedió en Pamplona, pero en mi opinión va más allá. Como dice el propio Miguel del Arco (director del proyecto), 'Jauría' no sólo trata de estos cinco chicos que abusaron de una niña de 18 años, sino del “caldo de cultivo” que borbotea en esta sociedad y que está en todos nosotros. Ese caldo de cultivo que configura tantas 'Manadas' como grupos que en cualquier tipo de asociación emitan una opinión de desigualdad y de abuso a la mujer, o al débil. En España hay manadas en las terrazas de los bares, en las sobremesas de nuestra familia, en la pausa de la oficina, en el órgano judicial, en la política, en la pareja e incluso en la relación materno-filial cuando las madres intentan educarnos en los peligros del mundo coaccionando nuestro margen de libertad y nuestro derecho de igualdad: “no te pongas ese vestido, que los hombres son muy brutos”, “aunque no pienses lo mismo que tu jefe, sonríe y ya luego en casa nos lo cuentas a papá y a mi”, “a ti si te violentan hazte la tonta, pero no te enfrentes que puedes salir peor parada”…

 

S.- ¿Cómo surgió la idea de poner en escena unos hechos tan recientes, incluso sin resolver en la cuestión de cuando los condenados entran en prisión?

La idea parte de Jordi, y Miguel cuando se entera de que Jordi está escribiendo sobre esto se lanza a por ello. No sé cómo surge exactamente. Después del proceso, y de todo lo que en él he aprendido -y lo que me queda- sólo puedo admirar a estos dos hombres por tremenda valentía. Están recibiendo críticas feroces… sin duda por parte de gente que aún no ha visto la función ni se ha parado a pensar cómo de necesaria puede llegar a ser. Pero bueno… 'jaurías' hay en todas partes.

 

S.- ¿Has estado o hablado con ella, con la víctima de 'La Manada'?

No. No tengo ninguna intención. Desde el principio teníamos muy claro -y Miguel fue muy específico en esto- que no queríamos “copiar” a estas personas, sino simbolizarlas. Hacer el salto poético que requiere cualquier acto artístico. Cuando hablo de “salto poético” espero que no se entienda como embellecer un terror que de ningún modo podría verse embellecido, sino de elevar lo particular a universal para poder generar un proceso superior de empatía y reflexión. Que el espectador no se quede -como en el caso de algunos documentales- con la sensación de que está viendo una historia que no le concierne, sino que pueda hacer el análisis de entender qué parte de lo que está sucediendo en el escenario habita también en su manera de ver el mundo.

S.- ¿Y tus compañeros de reparto? Interpretan a cinco violadores en grupo -personajes con nombres y apellidos en la prensa…

Mis compañeros de reparto son cinco de los hombres más feministas que conozco. Son seres extraordinarios: sensibles, empáticos, humildes. Las primeras semanas de ensayos teníamos que parar porque se unían tanto al dolor del relato de la víctima que se ponían a llorar. Son muy conscientes de que el viaje que yo hago es devastador, pero creo que los seis hemos ido de la mano directos al ojo del huracán. Son hombres valientes que durante el proceso han sometido su propia estructura ideológica a un fuerte test, localizando en ellos componentes inevitablemente machistas para poder desactivarlos. Pero es que ese examen también lo he hecho yo misma, que no dejo de estar educada en ese machismo propio de la sociedad patriarcal -en ese “caldo de cultivo”- y lo va a hacer cualquier espectador/a de 'Jauría'. El feminismo es un punto de vista de igualdad, y por tanto es una lucha de todos. Yo siempre lo he tenido claro, Miguel no ha parado de repetirlo, y el abrazo que nos damos los chicos y yo al final de la obra, que surgió de manera natural y  ahora se ha convertido en parte del saludo, es un tótem poderoso que lo manifiesta.

 

Ellos son tan generosos que han sido capaces de dar voz a la parte más feroz de la historia. A cinco hombres que aún están siendo juzgados, y a sus abogados, que cuando menos merecen un juicio social por el trato a la víctima. Aquel o aquella que no sea capaz de entender la valentía y la entrega de mis compañeros definitivamente no habrá entendido nada. 

 

S.- Y frente a la víctima, el mensaje del abogado de la defensa aludiendo al: “ella se lo buscó” y cuestionando la excitación sexual de la víctima durante la violación…

Jordi Casanovas deja claro en el texto cómo la agresión a la víctima la perpetran los cinco hombres, pero también la defensa de ellos, con un interrogatorio que carece de cualquier tipo de sensibilidad y pretende mostrar de ella lo que se quiere para eximir a estos hombres de cualquier responsabilidad. Miguel así lo ha planteado. El montaje no deja lugar a dudas: el terror de esta mujer no acaba aquella noche de Sanfermines sino que se repite en bucle durante el proceso judicial y más tarde, durante el juicio social. Nos cuenta Miguel que una amplia mayoría de las víctimas que denuncian una violación (incluidas las que obtienen una sentencia a su favor) declaran que no volverían a denunciar, para no tener que volver a sufrir un proceso tan agresivo y con tanta falta de empatía. Nuestro Estado de derecho presupone la inocencia, y eso supongo que está bien… pero demostrar la inocencia de un culpable casi siempre radica en trasladar la culpa al inocente, y esto seguro que no está bien.

 

S.- ¿Es ‘Jauría’ una obra teatral necesaria?

Absolutamente.

 

S.- … y además las noticias revelan que hay otras ‘manadas’ que actúan de la misma manera…. ¿Es una enfermedad de la sociedad?

Sí. Es una enfermedad cultural. Yo creo en la belleza del ser humano, y pienso que un niño/a no nace con tendencia a violar, salvo en casos de patologías concretas. Se habla de un “efecto llamada” por la mediaticidad de 'La Manada' y se dice que la ley está demostrando a futuros agresores que pueden salir indemnes de un crimen de este tipo. Yo no estoy de acuerdo con toda la afirmación. A nivel antropológico no sé cómo funciona el ser humano, y si un hecho tan relevante que capta tantas miradas ajenas puede inducir a una repetición en un mundo occidental como el nuestro -por conseguir atención social, por reafirmar la identidad propia dentro de un grupo, etc-, pero lo que tengo claro es que la justicia española no ha dejado indemnes a estos hombres, sino todo lo contrario: este caso concreto va a servir para crear jurisprudencia.

 

S.- Los agresores no parecen tener sentido de culpa…

Miguel repite incansablemente las palabras de la antropóloga Rita Segato: “la dificultad está en convertir la costumbre en delito”. Cuando haces algo con la conciencia plena de estar legitimado socialmente la culpa no aparece. Para estos hombres, y para la inmensa mayoría de nosotros/as, violar a una mujer es esperarla a las cinco de la mañana en una esquina con un pasamontañas, meterla con violencia a un portal y penetrarla. Pero existen “violadores sociales” -frente a los patológicos- que son igual o más peligrosos, porque son difíciles de identificar, porque no tienen conciencia de estar cometiendo un crimen, porque tienen la aceptación de una gran mayoría, y eso no les permite una mirada crítica hacia sus acciones. Ahora, si me preguntas a mi, yo creo que es imposible que cada uno de ellos, en su silencio, no sientan que aquella noche cosificaron a esa niña de 18 años, la agredieron y la forzaron a realizar los actos sexuales que ellos quisieron aprovechándose de su superioridad física. 

 

S.- Los agresores encuentran absolutamente normal agredir sexualmente y humillar a otro ser humano. No sólo realizan actos salvajes, sino que además se enorgullecen y graban vídeos que comparten en sus redes: “Follándonos a una entre los cinco jajaja. Todo lo que cuente es poco. Puta pasada de viaje. Hay vídeo”, presumen. ¿Dónde se aprende que ese comportamiento es algo normal?

Fundamentalmente en el porno. La pornografía actual está creada por hombres y para hombres. Se adentra en el imaginario masculino y materializa sus fantasías. ¡Pero cuidado! Jamás hay que perder de vista que son fantasías y que además muy probablemente no sean las mismas que tendría la mujer. Los niños y las niñas, con internet, cada vez acceden antes al porno. Es algo que no podemos evitar. Eso construye en ellos y en ellas un imaginario erótico y sexual muy peligroso. Lejos de entender que el sexo es un acto de conexión profunda entre seres humanos, entienden que es un acto de sometimiento a los deseos incontrolados de una de las partes. Y no sólo sucede en el sexo, sino en las miradas por la calle, en el metro, en una cafetería. La mujer es un objeto, y la imaginación está disparada hacia una realidad erótica muy violenta. Relacionarse humanamente desde ahí es muy difícil.


 


S.- La gente se ha movilizado, en esta ocasión ha abandonado la pasividad habitual ante las desigualdades que sufre la sociedad. ¿Cuál crees que ha sido el motivo de este despertar?

Creo que se está dando un movimiento sistémico. El débil empieza a aliarse, y por tanto a convertir debilidad en fuerza. Las estructuras de poder han intentado siempre aislar al sometido, con el conocimiento de que la unión de todos ellos podría acabar con esa misma estructura de poder. El mundo está viviendo una revolución, que insisto, no es sólo la de la mujer, sino la del débil, y yo estoy feliz de acudir a ella. 

 

S.- Interpretas también el papel de la fiscal. La presión social ha puesto también en marcha una posible reforma del Código Penal, ¿Cómo es la transformación de la mirada sobre la historia que supone meterte en la piel de este segundo personaje?

Es un respiro, ante tanto dolor y ante tanta violencia. El personaje de la fiscal es un oasis en mitad del desierto. Los espectadores que ya la han visto dicen que se agradece muchísimo ese momento, porque da esperanza, porque propone otra mirada, más femenina, desde la calma, desde la justicia limpia, desde la serenidad. Frente al espectáculo dantesco de aves rapaces que ofrece la defensa de ellos, el personaje de la fiscal viene a erigirse como montaña de justicia, de luz. Me costó encontrar esa solidez en mi, esa seguridad, esa mirada firme… pero ahora es una de las partes que más disfruto. La fiscal del caso, Elena Sarasate, ha hecho un trabajo de un rigor extraordinario. Es un honor poder repetir sus palabras cada noche en el escenario, y que trasciendan así las paredes del órgano judicial para sembrarse en nuestros corazones.

 

 

S.- ¿Cómo evitamos que estos comportamientos se repitan en la sociedad? ¿Leyes más duras, feminismo, educación en igualdad?

Educación, sin lugar a dudas. Feminismo siempre, empezando por explicar desde el cariño a todo aquel que aún no lo sepa que 'feminismo' no es la superioridad de la mujer, sino la igualdad. Respecto a las leyes, no creo que el problema se resuelva endureciéndolas sino limpiándolas de los patrones patriarcales a los que ni ellas mismas escapan, pues además generalmente han sido conformadas por hombres. Pero sobretodo, con la humildad de someterse uno mismo a examen constante de su mirada, de sus acciones… con la intención de identificar el machismo en cada uno y desactivarlo activamente.

 

S.- Decías en una entrevista anterior en SPOONFUL: "Cuando tu oficio tiene que ver con tu forma de ver el mundo los límites profesionales y personales se desdibujan". ¿Cómo va el equilibrio entre esos límites en los ensayos de ‘Jauría’?

¡Muy mal, porque 'Jauría' ocupa ahora por esa razón el cien por cien de mi existencia! -se ríe. Muy bien porque esta profesión me demuestra una vez más por qué he elegido dedicarme a ella. Mi labor es estar en el barro. Es una militancia. Lo malo del barro es que ensucia mucho, resbala, se te mete en los ojos… Lo bueno es que purifica la piel, y que es tan moldeable que puedes crear con él los mundo que quieras. 

 

S.- … y por cierto, ¿sigues pensando que el teatro debiera formar parte de las asignaturas impartidas en las escuelas? ¿Evitaría ‘Manadas’?

En mi mundo soñado sí. Y también creo que evitaría 'Manadas'. No todas, pero muchas. Otra propuesta maravillosa de Miguel del Arco es hacer esta función para coles e institutos. El otro día vinieron a verla más de 300 profesores y pudimos tener un coloquio con ellos, para compartir impresiones y determinar la necesidad de traer a los alumnos. Creo que el resultado fue extraordinario. La idea es que puedan trabajar en las aulas con una guía pedagógica que ofrece el teatro Kamikaze, que luego acudan a la función, y que por último, actores y director podamos compartir con ellos reflexiones y sentimientos. Ojalá que los padres, madres y directores pierdan el miedo y colaboren con nosotros en esto. Si tuviera hijos yo lo haría sin pensarlo dos veces.

 

* Imágenes de los ensayos de 'Jauría' y de las representaciones.

 

* 'Jauría'. 8 de noviembre. Teatro Bretón de Logroño.

 



Autor: Javier Muro

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