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{ENTREVISTAS}
'La vida tiene una parte dolorosa que no eludo y que mis personajes tampoco eluden'
Víctor del Árbol ha publicado 'La víspera de casi todo', novela galardonada con el Premio Nadal
Víctor del árbol es escritor. Acaba de publicar ‘La víspera de casi todo’, novela galardonada con el premio Nadal. ‘El peso de los muertos’ fue su primera novela. Seis años después, en 2012, dejaba su trabajo como mosso d’esquadra y se dedicó por completo a escribir, la pasión que le acompaña desde pequeño. Es año publicó ‘La tristeza del Samurai’, traducida a una docena de idiomas. Ahora, en ‘La víspera de casi todo’, el escritor barcelonés dibuja un relato sobre la lucha contra lo predestinado, en la que los personajes tienen que decidir si se enfrentan a los fantasmas del pasado, si tienen el coraje necesario para no saltar y volver a empezar. Ahí surgen Germinal Ibarra, Paola, Mauricio, Dolores, Daniel, Martina… “Tratamos de huir de nuestro destino –dice Germinal en un pasaje de la novela- sin darnos cuenta que nos dirigimos hacia él”. Mientras observa desde la segunda planta el mar de libros de la la librería Santos Ochoa, Del Árbol describe cómo ha reunido a un grupo de personajes torturados por la vida a las que ha concedido la oportunidad de reengancharse...//Javi Muro
SPOONFUL.- Llama la atención, echando la vista atrás y repasando tus novelas anteriores, que al menos los títulos apuntan un cierto pesimismo… ‘El peso de los muertos’, ‘El abismo de los sueños’, ‘La tristeza del samurai’… ‘un millón de gotas y ahora… ‘La víspera de casi todo’…
Puede ser, además no empiezo a escribir hasta que no tengo el título. Me sucede algo parecido a aquello que decía García Márquez sobre que la primera frase de la novela es toda la novela. Para mí, la primera frase de la novela es el título. Es lo que condensa la idea. Sí es cierto que mis novelas tienen, al menos como punto de partida, el tema del dolor, que puede ser la ruptura, la crisis, la soledad. El título marca un tanto el tono de la novela. Además, en mis novelas anteriores he tratado temas como la memoria histórica, los exilios, los traumas de la España contemporánea y eso ha podido marcar ese tono pesimista. En el caso de ‘La víspera de casi todo’ creo que es un título cargado de poesía más que de tristeza.
S.- Al hilar los títulos anteriores ha surgido también la idea de que igual creemos que conocemos al escritor por lo que escribe, por lo que leemos, y nos prefabricamos un concepto de cómo tiene que ser o cómo queremos que sea…
Cuando era mucho menos conocido que ahora como escritor la gente, los lectores, se hacían la idea de que era mucho más mayor, que era una persona más traumática… No es así, soy una persona muy vital, nada pesimista. Además, en mis novelas, aunque el punto de partida siempre es doloroso, siempre existe también un camino hacia adelante. Siempre hay una capacidad de luchar. Al principio parece que existe una predestinación, pero mis personajes luchan contra esa predestinación. Me considero más un humanista, soy consciente de que el ser humano es maravilloso pero muchas veces ridículo. Somos seres contradictorios, somos seres caóticos, somos seres capaces de traicionarnos a nosotros mismos, y todo eso viene de una idea en la que creo firmemente que es el libre albedrío. Mis novelas nacen del libre albedrío. Siempre digo que soy un optimista informado. Somos extraordinarios, pero poco fiables.
S.- ¿Existen puntos en común con tus personajes?
¿Puntos en común? Sí, soy una persona que reflexiona mucho sobre el pasado, creo que somos lo que somos porque venimos de dónde venimos. Creo más en la revolución individual que en la colectiva. Muchos de mis personajes tienen un punto de partida que en mi caso he dejado atrás. Soy una persona que nunca ha tenido muy claro si estaba huyendo de algo o estaba buscando algo. Es cierto que he llegado a un cierto punto de mi vida en que he dejado de correr, me he dado la vuelta y he enfrentado a mis fantasmas. Eso es muy típico de mis personajes… la ausencia del padre, los conflictos familiares, el interés Historia, los secretos de las historias familiares… Creo que un escritor que se sienta escritor es un artista porque la literatura para mí es arte. El escritor no hace sino transmutar en literatura, es decir en mensaje para otros, sus propia experiencia. Para eso sirve la ficción.
S.- En ‘La víspera de casi todo’ conforme avanzas por las páginas va surgiendo la idea de que la vida no es fácil…
La clave de la literatura es el conflicto. Tenemos unas circunstancias que nos son dadas, el hombre tiene un bagaje que viene dado, no lo podemos elegir, pero tenemos la capacidad de cómo vivir esas circunstancias. La realidad es el conflicto permanente. Todos quisiéramos que nuestra vida fuera idílica, perfecta, maravillosa; a todos nos gustaría creer en esos mensajes de la literatura new age de que ‘si quieres puedes’ y esas cosas… pero la vida tiene una parte dolorosa que yo no la eludo, y mis personajes no la eluden. ¿Por qué? Porque si la ignoras está eludiendo la mitad de la vida y estás construyendo otra cosa que a mí no me interesa. Estaría enviando un mensaje que creo ficticio.
S.- ¿Así es como entiendes escribir?
La literatura tiene que tener la capacidad de sacar de sitio, primero al escritor, y luego al lector. Mi intención como escritor no es entretener, mi objetivo es arañar por dentro, descolocar al lector y, sobre todo, establecer un diálogo entre mis inquietudes y las suyas. En definitiva, la literatura es dialogar. Cuando ves un cuadro, esa pintura te interpela, cuando lees un libro igual. Si no te interpela pierde interés. Mis personajes no siempre están de acuerdo conmigo y yo no siempre estoy de acuerdo con mis personajes. Lo que me interesa es indagar sobre puntos de vista distintos a los míos.
S.- No parece tarea fácil…
Hay que buscar un lugar incómodo para escribir; es decir, no te puedes aburguesar, no te puedes instalar en tus propios valores. Tienes que realizar un ejercicio de salir de ti mismo, de reflexionar y de crear opiniones disonantes para tener una visión poliédrica de cada tema. Como te he dicho antes, creo que somos lo que somos porque venimos de dónde venimos, aunque algunos de mis personajes no estén de acuerdo.
S.- Abrimos las páginas de ‘La víspera de casi todo’ y qué historia nos encontramos…
Creo que es una historia de náufragos, de personas que han naufragado en su propia vida. La historia se desarrolla en un espacio muy concreto y pequeño de la Costa de la Morte. Allí coincide gente que viene de Portugal, de Argentina, de Málaga y que convergen, de alguna manera, en ese lugar que es tierra de naufragios. Un lugar que es una metáfora del fin del mundo, de que más allá de ese punto no existe vida. Tu corres hasta que se acaba el mundo, cuando llegas allí no te queda más remedio que saltar o darte la vuelta y enfrentarte a aquello que te persigue. Allí coinciden unos personajes que tienen en común la pérdida, todos han perdido algo. Al principio de la novela ninguno de los personajes tiene motivos para vivir, pero sin embargo, ninguno se resigna. Durante el transcurso de una noche inicial en el relato, a cada personaje le doy una ilusión o, al menos, un motivo para que se reenganchen.
S.- Habla la crítica de mezcla de géneros en ‘La víspera de casi todo’, ¿pero no es una definición muy fácil?
Sí, en todo caso, si tuviera que utilizar una definición para mi forma de escribir hablaría de literatura mestiza. Desde mi punto de vista, la verdadera literatura siempre es mestiza. ¿Por qué? Porque es un compendio de realidades. Al final, lo géneros son posteriores a la literatura, una necesidad de catalogación que tenemos. La literatura lo que hace es trasgredir los géneros para contar una historia lo más cercana posible a la realidad. El verdadero objetivo de un escritor no es una etiqueta sino que te identifiquen con una forma de contar, con un universo literario. Creo que es lo fundamental.
S.- En ‘La víspera de casi todo’, los personajes están muy definidos, más por sus acciones que por descripciones al detalle, parece algo importante en tu forma de escribir…
Sí, claro. Es que las personas somos seres fraccionarios que nos vamos construyendo a partir de múltiples realidades. Hacemos lo que hacemos porque somos lo que somos. Nuestras acciones surgen de nuestra personalidad, de nuestros recuerdos, de nuestra interacción con los demás, de nuestras aristas, de nuestros fracasos, de nuestras victorias… lo demás es absurdo. Nunca he creído en esa expresión literaria de los personajes redondos. Creo que un personaje, para ser creíble, lo que no tiene que ser es redondo. Tiene que ser verosímil y para serlo tiene que tener aristas, contradicciones, vivencias, recuerdos. Prefiero definir a mis personajes por la música que escuchan, que leen, como visten… El personaje de Paola, por ejemplo, escucha a Johnny Cash… y acaba escuchando Chopin… define una evolución del personaje.
S.- Hablabas antes de la Costa de la Morte. La elección del lugar no parece aleatoria, ejerce de metáfora, ¿no?
Es una metáfora de la propia vida, no puedes estar siempre huyendo de lo que has hecho o de lo que te han hecho. Tienes que enfrentarte a esos fantasmas y el resultado de ese enfrentamiento vas a ser tú. No el que fuiste sino el que serás.
S.- Al inicio de la novela aparece el personaje de Germinal, el policía, y pareces adentrarte en una novela negra clásica… con el típico detective noctámbulo, que encuentra en el alcohol y los clubes su vía de escape, amargado, desesperado…, pero no es así, hay mucho más…
Sí, de alguna manera se trata de seguir aquello que decía Hitchcok de ‘el tópico hay que conocerlo para destruirlo’. La idea del policía depresivo, suicida, alcohólico, putero, es un cliché. A mí me interesaba el reto de afrontar el cliché y demostrar lo que hay dentro, mostrar que está lleno de cicatrices. Lo que le hace humano es que tiene una familia, que no la quiere perder, y que él no quería ser policía sino escritor. Quería mostrar que detrás de ese cliché hay un ser humano, que detrás de la máscara bajo que la que nos impostamos ante los demás somos seres humanos. Tenemos un vida interior que muy poca gente conoce porque a nadie la interesa.
S.- ¿Todos tenemos fantasmas?
Todos. Todos tenemos derrotas que no hemos querido sufrir, todos tenemos traiciones que no hemos querido padecer ni cometer. Todos tenemos un punto de decepción con nosotros mismos. Forma parte de nuestra carrera vital.
S.- ¿Siempre te ha gustado escribir?
Siempre. Con diez o doce años, cuando otros querían ser bomberos, policías, astronautas, yo quería escribir. No sabía qué era ser escritor, pero quería escribir. Creo que todos tenemos un talento y el mío era la escritura. Me di cuenta en seguido que cuando escribía historias, cuando me las inventaba, me sentía feliz. Me sentía más yo que fuera de la literatura. Recuerdo que en clase de Matemáticas me dedicaba a escribir, poesías, cuentos, relatos, diarios… a través de a palabra escrita encontré la paz… Luego vas entendiendo que este mundo es muy complicado, pero no he perdido esa ilusión que ya tenía de niño.
S.- ¿Cuáles son tus referentes?
Albert Camus y la literatura rusa… Dostoievski, Tolstoi, Parternak, Gorki, Chéjov...
S.- ¿De dónde surge la chispa que te incita a escribir una novela?
Surge de todas partes. Si eres una persona curiosa, observadora, las historias surgen. No tengo problemas para encontrar historias, el problema siempre es el punto de vista, desde qué perspectiva la voy a contar…. y luego, por supuesto, la imaginación.
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