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{ENTREVISTAS}

'Mis ojos ven situaciones que sólo puedo devolver mediante la fotografía'

Teresa Rodríguez expone 'LOOK' en el Centro Cultural Cajarioja de Logroño

Teresa Rodríguez expone sus fotografías en el Centro CajaRioja de Logroño. 'LOOK' es una colección de fotografías que invita a mirar, en concreto a observar la ciudad desde la perspectiva particular de la fotógrafa. Son imágenes que surgen de la mirada de Teresa. "Veo situaciones -dice- que sólo puedo trasladar a los demás mediante la fotografía". La ciudad aparece como protagonista del sus retratos, quizá porque disfruta, como reconoce, de la vidad en el medio urbano. 'LOOK' es Londres, pero pudiera ser cualquier otra. No en vano apunta que es "la experiencia de transitarlas lo que me interesa". Agradecida al amigo que la encaminó en esto de tomar imágenes, recuerda que siempre tuvo vena creativa; algo que atribuye a la influencia de su padre, a su taller de carpintería y a su amor por el arte./Javi Muro


Spoonful.- ‘LOOK’, no se puede ser más directo al presentar una exposición sobre fotografía, ¿algún doble sentido o mensaje oculto?

Look es una invitación a Mirar, en general y en particular en la ciudad. Sí miramos reparamos en lo más mínimo que ocurre a nuestro alrededor y nos humanizamos  a través de ese gesto. En mi caso, pertrechadacon mi cámara capturo ese instante y lo devuelvo a vuestra mirada en forma de fotografía, y está exige su contemplación. Mira/look, escrito en inglés porque me fascina que en una ciudad cómo Londres, quizás deshumanizada en cierto sentido, la palabra aparece escrita en el suelo, al borde de la carretera, insistentemente como una invitación a detenerse, a templar el paso y observar lo que viene y lo que va.

 

S.- ¿Qué podemos ver en LOOK?

Una colección de 37 fotografías que concreta mi particular visión de la ciudad. A través de las imágenes he creado una ciudad imaginaria, la ciudad de ciudades. Centrándome en dos elementos que gestionan la ciudad, que la construyen y que generan un fluido necesario para la vida en ella. Como la sangre en nuestro cuerpo. Por una parte las personas que la habitan y por otra los escenarios que estas habitan. La niña, en la estación asomándose a la vida. Una mujer de edad avanzada espera al lado de la vía del tren. Una maniquí en la tienda observa como los humanos corren de un lado para otro, en la gran ciudad, intentando que el tiempo no se les escape. Una corrala de la vida. Una sombra que se convierte en un telón de fondo. Un sombrero que viene de sombra.  Una escopeta colgada en la pared con un calendario por encima en el que los días se disparan….


S.- Hablas del teatro urbano al describir la atmósfera de tus fotografías...

Sí, un teatro urbano dónde funciona la vida. Luces y sombras que hacen resaltar situaciones solo significadas por la fotografía. La fotografía aísla esas escenografías y hace actuar a los personajes como si de una función teatral se tratará. La función más importante en el teatro del mundo: la vida.
S.- ¿Qué encuentras en las ciudades para que se conviertan en objetivo de tus fotografías? Quizá más que las ciudades, la vida urbana…

Me gusta fotografía la ciudad porque me gusta vivir en la ciudad. La experiencia de transitarlas es lo que me interesa. Cómo en las ciudades, igual que en la gente que las habita, podemos observar las huellas de paso del tiempo. Las ciudades son como un río, el agua siempre es distinta pero con su fuerza provoca cambios en su cuenca. La relación que existe entre los habitantes y los edificios, las calles, los semáforos, los mercados. Cómo los habitantes modifican las ciudades y como estás influyen en su vida diaria, en su vitalidad. Para lo bueno y lo malo. Usando la metáfora del río. En ocasiones, este también se desborda. La cámara fotográfica en mis ojos es capaz de aislar retazos de esa vida, de esa interacción. Las luces, las sombras, los reflejos, los colores, construyo a través de la imagen un mundo que miro, instantes que duran tan poco que pueden pasar desapercibidos a los demás y que yo detengo para su observación. Mis ojos ven situaciones que solo puedo devolver a la mirada de los demás mediante el lenguaje fotográfico, de otra manera no sabría hacerlo. Escribiendo, pintando o dibujando, por ejemplo.


S.- ¿Cómo descubres la fotografía? ¿Cuándo te das cuenta de que tomar imágenes es algo que te gusta?

Descubro mi pasión por fotografiar de la mano de un gran amigo y maestro, Jesús Rocandio. Por amistades comunes, un día llegue a Cámara Oscura (hoy, Casa de la Imagen) y pensé que ese era el terreno creativo en el que podía encontrarme a gusto y desarrollar en el ideas y emociones que quería contar.
A mis alumnos y alumnas les digo con frecuencia que fotografío porque algo tengo que contar y no se hacerlo de otra manera, no se dibujar, por ejemplo.


S.- ¿Siempre has tenido esa ‘vena creativa’?

Siempre, desde pequeña he tenido inclinación por el arte, por buscar la belleza en cualquier rincón. Y de esto, tiene la culpa, y lo digo con orgullo, mi padre Alfredo. Un carpintero, modesto que trabajaba en la Calle Mayor y que adoraba la madera y la trabajaba primorosamente. Compraba revistas relacionadas con el arte. Una colección por fascículos que resumía la historia del arte en ocho tomos, yo miraba la estampas con emoción. Millet, Goya, Picasso, Fragonar, Juan Gris, Miró,… El me regalaba la tapas de los fascículos que yo utilizaba para forrar mis carpetas, ya en el instituto. Luego vino mi gusto por la música, entre la clásica y el indi. La lectura, el teatro y por supuesto el cine.
S.- ¿Recuerdas tu primera fotografía?

Si, la recuerdo. Aún no había comenzado el aprendizaje con Jesús Rocandio, fue unos años antes, cuando de niña salía de paseo con mis hermanos, con mi madre y mis tías. Llevamos al paseo una cámara compacta una Agfa de carrete de cartucho, doce fotos. Entre mi hermano Justo (Justo Rodríguez, gran fotógrafo) y yo hicimos un carrete al lado de la vía del tren. Una de las imágenes, que aún conservo, fueron unas florecillas que salieron desenfocadas pero con un aire pictorialista muy interesante. Serían los principios de los ochenta.


S.- ¿Con qué tipo de fotografía disfrutas más?

Con la que se ve en la exposición. Fotografía de calle, instantáneas, el reportaje casual pero intenso y emotivo. Todo viene por mi pasión por algunos autores que pertenecen a la historia de la fotografía: Cartier Breson, Robert Frank, Lee Friedlander, Joel Mayerovitch, Stephen Shore y Walker Evans por citar algunos.

 

También disfruto muchísimo con el trabajo que desarrollo en la Universidad Popular, la docencia fotográfica. Ese contacto con las personas q,ue como yo aman la fotografía y quieren aprender todo lo que puedan sobre ella. Alumnos y alumnos que ayer lo fueron y hoy se han convertido en amigos. Aprovecho la oportunidad para agradecerles su generosidad al escucharme y al asistir a mis clases, es un placer tenerles ahí.
S.- ¿Crees que la fotografía cuenta con el mismo reconocimiento y prestigio que otras artes?

Nos ha costado mucho tiempo y mucho esfuerzo a fotógrafos y fotógrafas, sobre todo en este país, la fotografía existe desde 1839 pero hoy está muy bien considerada, se la respeta y son muchos los artistas que se cotizan y que viven de ella. Los más grandes, en España, Chema Madoz, Alberto García Alíx, Oukalele, Joan Fontcuberta,  Vari Caramés, y José Manuel Ballester. No hay más que ver un ejemplo. Cristina García Rodero, la más grande de nuestras fotógrafas es desde hace menos de una semana Académica de las Bellas Artes de San Fernando. La cuarta mujer académica, la primera mujer fotógrafa. Y otro dato, en estos momentos de las exposiciones de mayor relevancia en Madrid y Barcelona, tienen que ver con la fotografía: Virgilio Vieitez, en Fundación Telefónica; Manuel Alvarez Bravo, en Fundación Mapfre; Robert Adams en Reina Sofia; José Manuel Balllester en Tabacalera; Obra-colección. El artista como coleccionista-Joan Fontcuberta, en Fundación Foto Colectania; y Chema Madoz en Alicante.


S.- ¿Qué foto que no has hecho te gustaría hacer?

Te voy a decir dos, aunque ya no las puedo hacer, quizás por eso la tengo idealizadas. Un retrato de mi padre en su amada carpintería rodeado de las maderas que tanto disfrutaba y una imagen que tengo guardada en la retina de mi abuela Conce (panadera de la calle mayor). Por la tarde, ella en la mesa del obrador, rodeada de mujeres elaborando pastas de nata y magdalena.  Con una luz cenital, una bombilla y vestida con un delantal gris impecable confeccionado por su hija, mi madre. Sus manos inmersas en la harina que luego crecería junto con la levadura para formar el bizcocho de la magdalena.



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