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{ENTREVISTAS}
'Nuestra poesía rasga la vergüenza'
Eduardo Ochoa ha escrito, junto a Santi Vivanco, el poemario En la calle de los peligros sin número
Eduardo Ochoa es poeta. Escribe, asegura, por placer, como si de un ejercicio liberador se tratara. Acaba de publicar 'Bajo la sombra de la luna en la calle de los peligros sin número', un poemario escrito a 'cuatro manos' con su amigo Santi Vivanco. Ya habían compartido con anterioridad edición, pero en esta ocasión han llevado su complicidad a componer los poemas al unísono. Alberitense nacido en Logroño, Eduardo recuerda una colección de poesía para niños en la Biblioteca Pública de Alberite y un libro de Miguel Hernández que le regalaron como sus primeros contactos con los versos. También, que siempre le gustó escribir sin que ello significara que de niño no disfutara apedreando ríos. Como buen poeta se alimenta de poesía, pero reconoce que a la hora de esribir se nutren -tanto él como su amigo Santi Vivanco- de la música, la literatura, el cine y, sobre todo, de las buenas conversaciones, acompañados de una copa de vino. A lo largo de la entrevista aparecen poetas que Eduardo contempla como referentes, pero también el profesor Keating, 'Something in the night' o Tunel of Love./Javi Muro
SPOONFUL.- ¿Qué te lleva a escribir poesías?
Escribir, en general, y particularmente poesía es para mí una necesidad, me sirve como terapia, burla la soledad y alimenta el interior, en el sentido de que puedo conocerme mejor, pensar de una manera más clara y organizar mejor mis emociones (y muchas veces rendirme a ellas). Pero ante todo, escribo por placer, me gusta, lo encuentro un ejercicio liberador. Las hojas en blanco son como un horizonte para perderme. Un espacio donde incluso puedo sentirme solo como el vehículo por donde fluye el poema, un poema que en ocasiones se adueña de ti, te sorprende.
S.- ¿Ya desde pequeño leías poesía o ha sido un descubrimiento más tardío, realizado poco a poco?
Sí, mis padres se esforzaron bastante por darme un ambiente y una disciplina de lectura en casa, que incluía también poesía. Y en el Colegio Público de Alberite, Avelina Cortázar, se preocuparon mucho de transmitir la poesía, cultivarla y crear hábitos de lectura y escritura a través de pequeñas revistas, concursos literarios y otras actividades extraescolares. Posteriormente mi formación religiosa con los Sacerdotes del Corazón de Jesús ha sido de gran ayuda y ha supuesto un puente para entender a otros poetas, especialmente a Santi Vivanco.
S.- ¿Qué poema recuerdas como el primero que leíste?
No lo recuerdo, lo que sí me acuerdo es de la estantería de la vieja biblioteca pública de Alberite con aquella colección de poesía para niños, (Ediciones de la Torre, creo). Muchos de esos libros cayeron en mis manos, y hubo uno especial, de Miguel Hernández, que luego me regalaron, desde entonces adoro al poeta alicantino.
S.- ... y un día decides intentarlo, ¿o es algo que surge, de repente estás escribiendo un verso?
Bueno, siempre me ha gustado escribir, creo que surge como fruto de ese ambiente de lectura rodeado de la naturaleza y el paisaje que envolvía la casa de mis padres. También tenía tiempo, tranquilidad y un poquito de inquietud. Encontraba entretenido plasmar lo que sentía o lo que imaginaba en una hoja. Pero también tenía tiempo para saltar tapias y robar fruta, explorar choperas y apedrear ríos, como cualquier chaval de mi pueblo.
S.- Por cierto, ¿la poesía es preciso escribirla a mano, lápiz y papel, o pueden componerse desde un procesador de texto?
Bueno, hay que partir del famoso dicho de que la inspiración tiene que pillarte escribiendo, y como esta inspiración es caprichosa e inesperada... un boli y un papel siempre son los mejores aliados del poeta, los más oportunos. El soporte inmediato puede ser desde la lista de la compra a la servilleta de un bar. Después viene el oficio, el momento del día, el refugio del guerrero, la atmosfera, la disciplina, el trabajo, la artesanía, el borrón y cuenta nueva o el “suprimir“ definitivo. En ese momento el ordenador, personalmente, me ayuda muchísimo.
S.- Componer… ahí surge otra duda, ¿la poesía se escribe o se compone?
Yo entiendo que la poesía se diferencia de la prosa precisamente en el sentido de composición. Cuando es rimada no nos cabe ninguna duda, entiendo que la cuestión surge cuando es poesía libre, como es el caso en nuestro libro 'la calle de los Peligros' que además, para confundirnos aún más, intercala algún texto en prosa poética, que no es poesía. Creo que los poemas necesitan su ritmo, su cadencia, su melodía. Siempre recuerdo a nuestro buen amigo, el poeta Ignacio Balmaseda, aconsejándonos: "cuando se crea un poema libre, es necesario releerlo repetidamente en voz alta cientos de veces". Y es cierto, necesitan sonoridad, composición.

S.- ¿Recuerdas los primeros versos que dijiste: “esto es bueno, esto vale” Te lo pregunto porque da la impresión de que los poetas trabajáis desde cierta inseguridad…
Sí, lo de inseguridad es muy cierto, forma parte de la dinámica de escribir. La realidad es que para llegar a que algo te guste debes arrojar a la papelera una gran cantidad de intentos para luego volver a dudar de lo que has tirado, puesto que, quizá, era mejor que lo definitivo. Pero a pesar de los incordios, la duda también es una aliada del poeta, sobre todo cuando va acompañada del oficio, del tiempo, de las lecturas, de las influencias, que determinan el gusto, asientan criterios, mejoran el estilo y en definitiva emergen al poema de las inseguridades. Realmente esta pregunta es muy interesante, un tema que he debatido mucho con Santi. Seguramente, la selección y la corrección final del poema (esto sí vale, esto no es bueno) forma una parte importante del fenómeno de la genialidad. ¿Un artista nace o se hace? nos preguntamos. Un artista que nace pero no trabaja ya sabemos el resultado, pero el artista, el creador, el poeta que trabaja y llega a este momento… se la juega. Con esto tampoco quiero restar importancia a otros aspectos que ya he mencionado, la confianza en uno mismo y su propio arte, el disfrute, el desarrollo como escritor, y diría hasta como persona… pero es cierto que a veces detrás de un poema queda una duda entre rabiosa y amarga.
La actitud positiva está en ver que siempre hay aspectos en los que mejorar, en los que crecer y la vez sentirse orgulloso y convencido del trabajo hecho, al menos tanto como para compartirlo.
S.- Y ahora, después de escribir un buen número de poemas y publicar diferentes poemarios, ¿Se percibe evolución, mayor seguridad, el poema encaja más fácilmente?
Es cierto que con el tiempo se van depurando estructuras, corrigiendo la sonoridad, acertando en las expresiones, pero confieso que me sigue costando “parirlos”. Quizá algo que enriquece este libro en comparación con los anteriores es que recoge poemas escritos a la luz de una lectura mucho más variada, con poetas también diferentes unos de otros, desde el misticismo de Valente o el tono oscuro de Jorge Padrón a temas más sociales de León Felipe o Goytisolo, o siguiendo otros caminos más existenciales de la mano de Gil de Biedma o Cernuda, etc.
S.- Publicasteis juntos, con anterioridad, ‘Dana, cantos de amor y vida’, pero entonces cada uno escribió sus poemas, ¿no?
Así es, Dana es nuestro primer libro, publicado en el año 2000. Nació, como no puede ser de otra manera, por nuestra amistad. Llevábamos mucho tiempo compartiendo grandes y pequeños momentos, dando muchos paseos (por las choperas tan queridas por Santi) y conversando de lo humano y lo divino. Hablando, sobre todo, de nuestra pasión por la literatura y de nuestra creatividad. Fue también en la Calle de los Peligros, y ahora me refiero a ese lugar físico, animados por nuestro gran amigo Enrique Rioja, y con las bendiciones de profesores y poetas amigos, (no podemos olvidar a Esther Novalgos o a Charo Salinas), como publicamos juntos nuestros poemas.
S.- Ahora, habéis escrito ‘Bajo la sombra de la luna en la calle de los Peligros sin número’, un poemario que en su concepción habéis dado un salto mortal con doble tirabuzón… un poemario escrito a cuatro manos, ¿cómo lo ideasteis?
Bueno también, surge de un tiempo compartiendo poemas, entre vinos y cervezas. Entre la bodega en verano y la taberna en invierno. La diferencia con Dana, es que en este primero hicimos un esfuerzo de recuperación de material y lo estructuramos en dos partes la suya y la mía. Mientras que en 'la calle de los Peligros' los poemas surgen frescos de nuestras vivencias, vivencias compartidas. Necesitamos juntarnos periódicamente, nos imagino como si fuésemos parte del prestigioso colegio Welton de N. H. kleinbaum, como esperando a que su famoso profesor Keating, el Capitán, se acercase y nos recordara… “Se escribe y se lee poesía, no porque sea bonita, sino porque formamos parte de la humanidad . La Medicina, el Derecho, el Comercio, son nobles actividades, necesarias todas ellas para mantenernos con vida. Pero la poesía, el amor, la belleza…, ésa es nuestra razón de ser”. Y son precisamente los afanes de la vida los que nos desposeen de este sentido. Por eso Santi y yo nos lanzamos armados de folios y tinta en la trinchera de la poesía. No podemos permitirnos dejar de escribir. Dejar de ser. Es por eso que el poemario lo iniciamos citando a Aristóteles respecto al valor del hombre. Un valor que no está determinado ni por lo que poseen las personas ni por lo que hacen sino que está expresado por lo que somos en sí mismos: emoción, pasión, sueños, temores… Por eso es un libro que surge de la lucha en común contra la apatía, la dejadez, la rendición.
Quedamos para compartir lo que escribimos la última semana, releemos un poema descubierto como un brillante en el fango de la noche, disfrutamos y escribimos en ese mismo lugar. Nos imitamos, lanzamos temas y tratamos de abordarlo desde nuestra personalidad y nuestro propio arte. Lo llevamos a casa, lo trabajamos en soledad. Compartimos de nuevo el trabajo, seguimos entre sorbos de vino y cerveza. Vamos acumulando mucho material, seleccionamos, corregimos, reconstruimos, guardamos y continuamos mordiendo a la rutina momentos de literatura y de libertad… Y finalmente vamos consiguiendo un material, con el esfuerzo de ambos, entrelazado como una consistente soga, con más fuerza que nosotros mismos… tanta que nuestros nombres solo quedan para el final. Así surge, Bajo la sombra de la luna en la calle de los peligros sin número.
S.- Un juego literario entre buenos amigos...
Bueno, lo dicho, quedamos, para animarnos en esto de las letras, en la bodega de mi padre que está en Alberite, en la famosa Calle de los Peligros. Y junto al fuego con unas aceitunas y un vinito de la tierra compartimos poesías nuevas y algunas escritas hace tiempo, junto a fragmentos y a nuevas ideas para ir desarrollando. Opinamos sobre el trabajo, el sentido, la sonoridad, los recursos… Jugamos con las letras, con los versos, abrimos nuevos retos, como lanzar un verso para continuarlo cada uno por su cuenta. Nos retamos a imitarnos, perdemos el miedo por la gravedad literaria. También nos quedamos en blanco y nos agarramos a la copa con tranquilidad y con humor, del bueno, claro.
S.- ¿Se dan momentos en que hay que ceder o la complicidad es tal que los versos fluyen?
En mi presentación del libro ya menciono que todo surge como un pacto de hermandad. Las letras y lo que representan nos convierten en hermanos, sin estos lazos de complicidad posiblemente no existirían otras colaboraciones anteriores y mucho menos 'La calle de los peligros'. Esto no significa que tengamos la misma opinión de todo, de echo debatimos bastante, nos corregimos desde la estructura del libro, el orden de la poesías, el título, hasta los propios poemas. Cedemos, cedemos y volvemos a insistir, arrastrado a algunas discusiones a nuestra gente de confianza, a nuestros prologuistas Abel Robino, Charo Salinas, a nuestros correctores Miguel Ángel Muro y Ester Novalgos o a nuestros editores, Diego Iturriaga y Nuria del Río. Pero la clave está en el cariño, el respeto, la confianza y la admiración que nos profesamos. Siempre he tenido una gran facilidad para entenderme con Santi, su amistad me ha hecho crecer como poeta, y sobre todo como persona.
S.- ¿Qué leeremos al adentrarnos en ‘Bajo la sombra de la luna en la calle de los Peligros sin número’?
Aglutinamos muchos sentimientos, muchas vivencias, reflexiones, preocupaciones. Hay un relato de un mundo decadente, en lo social y en lo político. Un reconocimiento y un homenaje a Benedetti. Encontramos cantos a la tierra, a la vegetación, y una protesta por la pérdida de los espacios naturales. Hay existencialismo, reflejado en el amor, las ausencias, el sentido de la vida, el paso del tiempo y el olvido. Hay familia, raíces, el calor del recuerdo y la mirada al futuro…con cierta esperanza. Comentamos en el prólogo que la lectura de poesía es "como una experiencia única, un tránsito, como una iniciación sobre algo secreto donde el lector se va descubriendo a sí mismo en cada palabra". Tenemos la pretensión de que el lector se encuentre en nuestras páginas y pueda dialogar consigo mismo. Y entendemos que la poesía lejos de ser algo etéreo y metafísico, tiene una gran capacidad para generar experiencias. Por eso, finalizamos el prólogo queriendo atrapar al lector en una atmosfera crepuscular compartiendo junto a nosotros el calor de la poesía.
S.- Algunos poemas tienen una atmósfera de ‘road movie’…
Sí, en el poema Carretera de frontera, por ejemplo. Es la atmosfera perfecta para encontramos a ese personaje postmoderno que vive una crisis personal –“todo quiebra, fragmentos de un mundo roto […] donde quedó mi rostro esparcido en partículas de oscuridad.”- La ruptura sucede en una realidad que trascurre demasiado deprisa y demasiado solitaria. Y huyendo del análisis fatalista o filosófico, lo trato desde la piel de ese conductor solitario como símil de este hombre contemporáneo solitario e individualista que escapa a su lado más salvaje y desconocido para encontrarse a sí mismo y descubrir sus propias certezas. Una de las cosas enriquecedoras de este libro es que los dos autores nos complementamos. Por ello, Santi, en su poema Voy de aquí para allá refleja también otro personaje antagonista al anterior, el contrapunto. Se trata del hombre que ya ha quemado sus naves, el trotamundos que necesita frenar, encontrar su lugar el mundo, detenerse, volver como un hijo pródigo a… –la mayor concentración de gente de todo el mundo que amo.-
S.- … incluso un cierto aire rockero a esas letras de Springsteen en las que se habla de amistad, amor, sexo, la vida, el futuro, las ilusiones, la tierra prometida, el pueblo, la tierra propia, la familia…
Sí, desde luego, la inspiración y las influencias no solo llegan desde la lectura, Santi por ejemplo es muy sensible al séptimo arte y yo me siento muy motivado por la música, y sí, especialmente por la de Bruce. Sus letras, su música y su personalidad siempre me han atrapado y en ciertos puntos la E Street se cruza con la calle de los Peligros -se ríe- Bueno, es cierto que su influencia se me escapa entre renglones, quizá porque no solo es una estrella de la música americana, también es un icono cultural que refleja la realidad social, económica, política de este mundo occidental como así lo demuestran sus letras. Y su música podría ser la banda sonora de muchos poetas, de hecho, confieso que unos de mis placeres, es buscar mi momento nocturno y desconectar del mundo. Abrir un buen libro de poemas, Poeta en Nueva York, de Lorca, puede ser un buen ejemplo, y acompañarlo con una copa de vino mientras, como un susurro, Bruce rasga el fondo con un lamento, supongamos… Something in the Night. ¡Eso es una auténtica catarsis!
S.- ¿La poesía, como la vida, camina entre el temor y el deseo?
Vaya, esa pregunta también es muy 'springstiana', recuerda a un personaje muy particular del elenco de Bruce, el famoso Billy Horton. El hombre precavido de Tunel of Love, que llevaba tatuada en su mano derecha la palabra AMOR y en su izquierda TEMOR. Sin duda el temor y los deseos acaban con el hombre sino están sujetos a las riendas de la fe y de la razón. La inteligencia es el auténtico patrimonio del poeta, las emociones (en sentido poético) son la materia prima y la vida es la auténtica obra de arte. Una obra bastante abstracta, si consideramos, que el hombre no nace ya enseñado. El camino de la poesía, tiene que ver con el hombre lleno de paradigmas que justo por estúpido llegó a ser sabio en oposición al estúpido inteligente y avispado que por no reconocer sus errores jamás retorna de su estupidez. Ya decía Juan Ramón Jiménez en Eternidades, "Inteligencia, dame el nombre exacto de las cosas!...Que mi palabra sea la cosa misma, creada por mi alma nuevamente. […] ¡Inteligencia, dame el nombre exacto, y tuyo, y suyo, y mío, de las cosas!". Tanto el temeroso que nunca arriesgó ni gano nada en su vida, como el valiente que apostó y lo perdió todo, tienen la salida en su propia mano: la cultura, sin ella es difícil cambiar ciertas actitudes y empezar nuevos caminos. Por eso los personajes estigmatizados por algo (ya no me refiero a la máxima gravedad) que padecen sus debilidades y tratan de ponerse en pie son potencialmente grandes poetas. Estoy hablando de casi todo el mundo.
S.- ¿Cómo defines la poesía de tu amigo?
Santi es un poeta que nace de la pulsión de su vida interior, de sus certezas, sus anhelos, sus alegrías y sobretodo sus penas. Pero no por ello es un autor pesimista, sus letras finalizan con un toque esperanzado. Es un poeta buscador, reflexivo, no rehúye de los grandes interrogantes vitales, -¿Cuál de mis vidas es la verdadera vida?, ¿Qué es para mí la felicidad?- se pregunta en 'la calle de los Peligros'. Y utiliza las imágenes y los recursos de la vida cotidiana con muchísima fuerza: -posavasos para aguantar nuestra amistad, música mala, buenas palabras entre nosotros, dos cervezas foráneas para hablar de lo de aquí, de lo de adentro.- Sus creaciones están muy marcadas por lecturas de verso nerudiano, con ese calor latinoamericano, metafórico y colorista que acaba en homenaje a Mario Benedetti, otro de sus poetas más queridos. Pero ante todo es un poeta del amor. Sus letras son un relato de la fisiología del amor, de la luz que desprende, de los gestos que guarda, de los tipos, de las ausencias… Está convencido que la felicidad reside en el amor y desde este punto nos trasporta al problema de la identidad, con mucha más profundidad que desde versos más serios y conceptuales. Él, al contrario, lo aborda desde la ternura, el aliento, el erotismo… Hay que admitir que el amor es terreno difícil para muchos autores, entre los que me incluyo, mientras que Santi se desenvuelve muy convincente, con facilidad, entre letras firmes, sonoras y delicadas. También podemos decir, que la poesía de Santi está escrita a modo de confesión - Honestidad, sobretodo la poesía es honestidad- dice en Poesía es la emoción, y carga sus versos de una sinceridad descarnada que a veces “muerde” al lector: "Las choperas vírgenes como las conocí son bosques de recuerdos, […] vírgenes violadas en el césped, violadas en las ramas, […] en los violadores que las puebla, y las convierten en putas regaladas".
S.- ¿Os alimentáis de poemas?
Sin duda, hay poesía recogida en cientos de poemarios que hacen las noches más cortas y los días más livianos, que nos hacen llorar y sentirnos más humanos, que incendian desde dentro y se vuelcan en tinta abrasando, como llamaradas propias, otros fuegos desconocidos. Fuegos que dan sentido a vivir…porque se viven otros “yos” como tuyos, mientras tu yo sigue prendiendo la noche cuando ya se ha perdido el aliento. Vuelvo a Juan Ramón cuando dice "yo no soy yo. Soy este que va a mi lado sin yo verlo, […] el que quedará en pie cuando yo muera". Hay otros poemas encarnados sin los cuales moriríamos, la sonrisa de mi hija es un buen ejemplo. "Un leve intento de sonrisa, un esbozo de alegría en tu boca, y todo lo creo, y todo lo puedo". Porque como afirma Santi, el mayor poema está en el corazón, es el Amor, "los años vienen y se van como las palabras, como las ideas y los miedos. Solo queda inmutable el Amor […] Amor, por favor cura mis heridas, sacia todos mis vacíos".
S.- ¿Poesía es emoción, incertidumbre, pánico, mucho corazón y poca vergüenza?
Santi lo borda cuando dice "poesía es escribir una lágrima" y explica ese exhibicionismo sin el cual no podemos levantar algo auténtico sobre un papel en blanco. Si no nos convence lo que escribimos no podemos convencer a nadie. Nuestra poesía rasga la vergüenza, vence los prejuicios, nos desnuda, recuerda la inestabilidad que se siente frente al Amor. Amor con el que hemos escrito nuestro libro, sin ningún temor porque sabemos que…"tras los amores hay una convicción de hacer lo que se debe".
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