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{ENTREVISTAS}
'Puestos a reírnos, preferimos reírnos del poder'
El actor Sergi López interpreta '30/40 Linvingstone'
De Sergi López dicen que es una fuerza de la naturaleza como actor. Alguna vez ha dejado caer que su vida comenzó de verdad el día que inició sus estudios de interpretación en la École internationale de théâtre et mouvement, de París. Tenía dieciséis años y desde entonces no ha desperdiciado ocasión para emocionar y sorprender ya sea desde la gran pantalla o sobre el escenario. Ha participado en películas como 'Sólo Mía', 'El Cielo Abierto', 'Harry, un amigo que os quiere', 'El laberinto del fauno' y, recientemente, 'El niño'. Sus interpretaciones cinematográficas le han valido el reconocimiento en forma de tres Goyas, un César y un galardón como mejor actor europeo. En el teatro comparte proceso creativo, dirección e interpretación con su amigo Jorgé Picó. De esa colaboración, sustentada en la conversación constante, surge ‘30/40 Linvingstone’, humor, tenis y antropología, una comedia y mucho más…/Javi Muro
S.- Humor, tenis, antropología, ¿cuándo nos sentemos en el patio de butacas del teatro qué es lo que vamos a contemplar en 30/40 Livingstone?
Es una obra de teatro de creación, la hemos escrito nosotros –Jorge Picó y yo- y es, se puede decir, una comedia. Es decir, el humor es la única manera de enlazar la antropología con el tenis. Es una manera también de despistar, ya que es un espectáculo que es muy fácil de ver, pero resulta mucho más difícil de explicar. Tiene un tono un tanto surrealista. Es la historia de un señor, al que yo interpreto, que no se calla ni debajo del agua y que se marcha en busca de un sitio mejor, de un paraíso. Se encuentra con una especie de animal, una especia de ser con cuernos. Nos pasamos la obra preguntándonos si se trata de animal, de un dios, de un ciervo o, simplemente, de un gilipollas que se ha puesto unos cuernos en la cabeza y trata de embaucarnos. Es el encuentro entre dos personajes, uno que no se calla y otro que no dice palabra alguna, que habla mucho pero a través del gesto, del cuerpo.
S.- ¿Podríamos decir que 30/40 Livingstone tiene carácter de fábula?
Está ese punto de fábula que tiene hablar de animales, de humanizar a los animales. Y nosotros presentamos a un personaje con cuernos, que se parece a un ciervo, pero que viste americana y corbata, nos damos cuenta que se parece mucho a un ser humano. Es esa idea de fábula de utilizar un zorro, un cuervo, un lobo para contar una historia, pero que en el fondo hablan de prototipos humanos. En 30/40 Livingstone creo que hay algo en lo que todos nos reconocemos, por ejemplo la idea de buscar algo nuevo en el caso del protagonista huyendo del padre, de la figura paternal. Aunque se trate de una comedia, una historia contada con sentido del humor, también invita a la reflexión sobre la figura patriarcal, sobre las leyes. El padre del protagonista es juez y es cazador, tiene una cabeza de ciervo en el despacho. Creo que aunque ni padre, ni el del público, sea juez ni vaya a cazar, esa idea de huir del padre para construir tu propia identidad es un tema universal que a todos nos remueve, aunque sea desde el humor. Humor hasta cierto punto, porque hay un momento en la obra en que las cosas se tiñen de negro.
S.- Al hilo de lo que comentas, en 30/40 Livingstone hay humor, pero también hay un punto de reflexión sobre las cosas que pasan, que están pasando, ¿no?
Es algo que nosotros no podemos evitar. Son cosas que van juntas, van de la mano. Cuando Jorge y yo nos ponemos a escribir no podemos evitar que surjan el humor y situaciones que provocan la risa, pero el humor blanco, inofensivo, el de para pasar el rato, ése no nos motiva demasiado. Nos interesa, nos hace todavía más risa, cuando estamos hablando de lo duro que es hoy en día estar en este mundo, de lo difícil que es con la que está cayendo, con la crisis, con los jueces, con el poder, con los que mandan, con los que obedecen… hablar de lo que pasa en la calle, en el mundo, para nosotros es esencial. Nosotros no sabemos hacer teatro intranscendente; puesto a reírnos, preferimos reírnos del poder. Y todo esto desde la broma, riéndonos, sin que suponga un dolor de cabeza ni obligatoriamente tengas que tener carrera universitaria. Es un teatro escrito para la gente normal, para la gente de la calle.
S.- La idea del hombre que busca está relacionada con la persona que quiere encontrar algo más allá de ese mundo criticable, ¿no?
Es algo muy del ser humano de hoy día; quizá acrecentado por la crisis. Siempre hay un vacíó, siempre buscamos algo más. Nos preguntamos ¿realmente yo quién soy? Son esos ramalazos de querer cambiar de vida, de volver a empezar, de empezar en otro sitio. Es la sensación de estar buscando permanentemente. Creo que es algo muy de hoy en día.
S.- El resultado 30/40 –en el tenis- habla de una situación límite.
Sí. Sí, el 30/40 es una situación rara y es un marcador raro también porque no es uno, dos o diez y veinte, pero sí, 30/40 describe esa idea de que estás perdiendo, no has perdido aún pero o remontas o se acabó el juego. Sí representa esa situación de estar al límite y en nuestro caso la necesidad de hacer teatro, en definitiva.
S.- Elegir el tenis como escenario de parte de la obra tiene un porqué, ¿no?
Sí, pero surge de lo maravilloso, fantástico y apasionante que es el proceso de creación de una obra de teatro. Nosotros escribimos mucho sobre el escenario, hablando, moviéndonos, actuando, improvisando. Entonces, de vez en cuando surgen revelaciones, cosas que nunca hubieras imaginado, que nunca se te hubiesen ocurrido y así fue cómo surgió la idea del tenis mientras buscábamos una actividad para ese ser con el que se encuentra el protagonista de la obra. Queríamos que tuviera una actividad civilizada, que trabajara en una oficina, que condujera un coche… Un día Jorge, que había jugado a tenis y que había sido casi profesional -juega muy bien y en la obra se ve que tiene una calidad de movimientos espectacular- estaba contando anécdotas de diferentes jugadores. Nos explicaba cómo cortaban la pelota unos o como la golpeaban y liftaban otros y lo escenificaba sobre el escenario. En ese momento le dije, ‘el ciervo’ tiene que jugar al tenis. Era una actividad perfecta porque el tenis tiene unas reglas muy claras, hay un juez subido a una silla, hay un público que nunca se rebela y muy bien educado –piden silencio por favor y la gente se calla-, está rodeado de sponsor, de dinero, huele a negocio. El tenis enseguida nos inspiro y nos permitió hablar de las reglas, de los límites, de no traspasar las líneas, de dónde se encuentran esas líneas… hasta dónde llega la Constitución, las leyes…
S.- Además, el tenis concede dinamismo a la puesta en escena, ¿no?
Claro, nosotros venimos de una escuela de teatro en la que el texto y el movimiento son lo mismo. El movimiento y la palabra tienen la misma importancia. En 30/40 Livingstone coincide un personaje que no calle con otro que no para de moverse.
S.- Las características del tenis parece que también os han servido para articular una cierta crítica social e incluso política…
Sí, sí. Es una forma que además de ser cómica, de provocar la risa, también permite ser muy ácido. Es la idea de un público que ve pasar la pelota pero no juega nos permite realizar una cierta provocación hacia el público, decirles ¿van a estar toda la vida sentados? Una provocación que nos permite hablar del momento en que vivimos. Preguntarnos hasta qué punto las leyes nos hacen esclavos o nos hacen más libres, sin dar respuestas, pero si abriendo cuestiones sobre un mundo en el que están pasando muchas cosas. Es la idea de ser crítico, de revolución, de plantearse que igual hay que cambiar las cosas.
S.- Hoy en día, en instituciones, partidos, corporaciones, bancos, etc, muchos utilizan la palabra legalidad como referencia, pero después vas pasando las páginas de los periódicos y su legalidad salta por los aires con enorme facilidad…
Eso es. La legalidad es algo que a la gente normal, a las personas sencillas, nos tendría que dar tranquilidad, pero luego compruebas que la legalidad se emplea para mil injusticias, por ejemplo para pagar una deuda privada con dinero de los contribuyentes…
S.- Jorge y tu sois autores, directores y actores; desde el desarrollo creativo hasta la puesta en escena…
Sí, Jorge y yo nos conocemos desde hace mucho tiempo y siempre estamos hablando sobre las cosas que pasan, sobre la actualidad y así, hay momentos en los que surge una idea para poner un proyecto en marcha. Esa chispa de uno rebota en el otro y la hace crecer y vamos siguiendo esa inercia. Cuando comenzamos a trabajar una idea no partimos de un objetivo predeterminado, no iniciamos el proceso creativo diciendo queremos hacer una obra sobre la injusticia y las leyes, por ejemplo. Primero aparece el animal que es también humano, luego el hombre que busca, más tarde el tenis y entonces es cuando decimos ¡ya!, ahora encaja todo, lo tenemos. Vamos encontrando ideas que nos inspiran, probamos mucho sobre el escenario las cosas que vamos escribiendo. También pasa que al probar ideas que pensabas geniales luego no lo son tanto y viceversa, apuntes que parecían más tontos, más sencillos, que parecen que no van ningún sitio generan un filón que te abre nuevas posibilidades. Nos vamos dejando llevar por la inspiración.
S.- Trabajas aquí, trabajas en Francia y en otros países, ¿cómo ves la situación a futuro de la Cultura?
Tenemos que hacer algo pronto, sino no habrá ni cine ni teatro, ni nada. Tenemos un problema muy profundo de educación respecto a la Cultura. Está claro que el ser humano lo primero que tiene que tratar es de no morir, pero la Cultura no puede quedarse en música de fondo. En el fondo la Cultura nos hace avanzar, nos invita a hacernos preguntas, es la educación del espíritu, si no hay cine, si no hay teatro, si no hay música, si no hay gente que se haga preguntas… tenemos mucho trabajo que hacer en educación respecto a la Cultura. En muy poco tiempo hemos perdido mucho terreno. La Cultura es lo que somos, es nuestra lengua, es Cervantes… Hemos perdido mucho en poco tiempo.
S.- ¿El protagonista de 30/40 Livingstone si fuera una persona de la calle continuaría huyendo, buscando hoy en día?
El protagonista de 30/40 Livingstone es un hombre de la calle y sí, está condenado a seguir intentándolo.
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