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{ENTREVISTAS}
'Si soy escritor es porque antes he sido periodista'
Marcelino Izquierdo mezcla ficción y realidad en su novela 'La pasión según Satanás'
Marcelino Izquierdo espera al entrevistador en el 'Ibiza', el centrico café logroñés que bien podría pasar por uno de esos locales que aparecen en las tramas de las novelas del escritor y peridista riojano. Esos lugares donde pasan cosas, aunque sea en silencio y que, de alguna manera, describen el espíritu de una ciudad. A Marcelino le gustan las ciudades como protegonistas de las histoiras que escribe. "Más bien -aclara- el ambiente las ciudades". Desde que se lanzó con su primera novela, 'La muerte acecha' -dice que en un acto de inconsciencia- ha intercalado ficción y ensayo, disfrutando aparentemente por igual. 'El juego de la rana', 'La historia de Logroño jamás contada', 'Zurbano', 'Pelotari', 'La canción del juglar' y ahora 'La pasión según Satanás' muestran a un autor que disfruta entrelazando historia y ficción. Asegura que es divertido situar personajes ficticios en acontecimientos reales y no esconde la fascinación que le produce investigar y documentarse; se exige rigor histórico en sus noveleas. Como periodista reclama hononestidad y tiempo; honestidad con uno mismo y los lectores, y tiempo para que la velocidad del día a día no se coma el trabajo periodístico de calidad. ¿La televisión? Un electrodoméstico que sirve para ver películas, "si tengo un buen libro para leer o pudiendo escribir..."/Javi Muro
Spoonful.- ‘La pasión según Satanás’, ¡menudo título!... a priori parece una historia contada desde ‘otra’ versión…
Sí. Satanás era el apodo del último ajusticiado en La Rioja. Pensé en titular la novela sólo ‘Satanás’, pero quedaba uno poco huérfano y además, yo soy muy cinéfilo y Passolini me influyó. Y es verdad, es la pasión de este hombre vista no por el oficialismo –por el expediente, por la prensa-, sino por una tercera persona que es el protagonista de la novela. Un protagonista que es el que narra la historia. Me interesaba no sólo la verdad de la historia de este hombre, José García Barriobero, sino cómo era el Logroño de la época, cómo eran sus habitantes, cómo era la forma de vida. El asesinato y la ejecución son la percha sobre las que se sustentan las intrigas paralelas.
S.- Esa idea de buscar una versión diferente enlaza con tu profesión de periodista, ¿lo ves así?
Claro. Yo creo que los periodistas siempre tenemos que hacernos preguntas sobre todo; es algo fundamental. En este caso que yo lo viví muy de niño. El juicio contra Satanás se celebró en el Instituto Sagasta porque la Audiencia Provincial aún no habían terminado de construirla. Se buscó un sitió amplio porque había mucha expectación y la biblioteca del centro era el lugar ideal. Mi abuelo fue durante treinta y tantos años conserje del instituto Sagasta y cuando yo era un niño me llevaba allí y me iba enseñando y contándome historias que habían sucedido entre aquellos muros. Al llegar al biblioteca me dijo: Aquí es donde juzgaron a Satanás. Y yo que era un crío pues me quedé… bastante sorprendido. Con seis o siete años a mí aquello me sonaba a Satanás, al diablo con cuernos y rabo. Mi abuelo me explicó que era un señor muy malo que había matado a un carnicero. En aquel momento no lo entendí muy bien, pero la marca quedó. Ya de más mayor le pregunté a mi madre. Me contó que había estado en el juicio, ya que el conserje y su familia vivían en el mismo instituto. Ha sido una historia que siempre ha estado en mi subconsciente y al final ha salido. Es una novela de larga trayectoria, que empecé a escribirla ya en 2001 y fue como el Guadiana, comencé, lo dejé, volvía, lo abandonaba de nuevo; parecía como una maldición de Satanás, del otro Satanás.
S.- ¿Siempre te ha gustado escribir?
Pues creo que sí. Hombre, la idea de ser periodista ya empezó a gustarme en cuarto o quinto de bachillerato, pero escribir sí, de siempre, me gustaban mucho las redacciones escolares, hacía cuentos, luego colaboré en una revista que editábamos en el colegio, en los Escolapios, y en otra publicación en COU, y te vas dando cuenta de que te gusta. No he sido muy precoz en esto de la literatura. Empecé a trabajar de periodista –de gacetillero que se dice- y ya fue después cuando comencé a tomarme en serio la literatura. Fue a raíz de unos cuentos que escribí un verano por incitación de un compañero, Luis Sáez Angulo. Después tuve la suficiente inconsciencia, por desconocimiento, de meterme en la aventura de escribir una novela. Entonces empecé con Zurbano. Tengo mucho cariño a esa novela porque fueron cinco años de mi vida y ya sabes que el trabajo de periodista es bastante absorbente de por sí. Fue un trabajo iniciático, pero también me demostró que era capaz de hacerlo y me animé a seguir en este mundillo que para mí es como un escape. Aunque mi profesión sea escribir y los periodistas no seamos más que contadores de historias –las contemos en prensa, radio, televisión o internet- en realidad escribir literatura es una liberación. Es algo que necesito como el comer, que no me aporta económicamente nada, pero que me satisface mucho y me ayuda a llevar mejor la rutina del trabajo diario.
S.- Y después de unos años de profesión y unas cuantas novelas ¿Qué te sientes más periodista o escritor?
Es todo uno, no sabría diferenciarlo ya. Aparte, si soy escritor es porque antes he sido periodista. El conocimiento de las cosas, el haber conocido personajes, el haber podido estar en situaciones en las que la gente común no suele estar, atentados, accidentes, plenos, el haber conocido desde ministros a la persona que trabaja en el último eslabón de la cadena, eso te permite disponer de una buena base. No haría distinciones. Si es cierto, que al principio la forma de trabajar tan rápido –los periodistas tenemos tan mala letra como los médicos- en una rueda de prensa, en un suceso, perjudicaba bastante tu estilo. Luego tu cabeza es capaz de diferenciar; ahora estoy escribiendo esto, ahora un ensayo… Bueno, eso me ha pasado a mí, igual hay compañeros que esa capacidad la tienen innata. Para mí ha sido un aprendizaje.
S.- Y siguiendo con la profesión, ¿se hace buen periodismo hoy en día?
Esa pregunta es complicada. Creo que no se hace un mal periodismo, pero se podrían hacer un periodismo mucho mejor. A veces el día a día nos arrastra de tal forma que nos impide hacer el trabajo con mayor calidad, tanto en los temas que elegimos como en la forma de redactarlos. Y luego, existe una cuestión que es polémica, la existencia de los gabinetes de prensa facilita el trabajo, pero a la vez, para el periodista y también para el medio son una limitación. ¿Por qué? Porque el periodista que trabaja en un gabinete es un compañero –yo me llevo bien con todos- pero no deja de ser alguien que conoce tus rutinas, tus formas de trabajar; no es el enemigo en casa, pero sí alguien que te puede dar la vuelta. Entonces, por una lado se nos facilita el trabajo, pero por otro se nos quita un poco de creatividad a la hora de abordar un tema. No te permite profundizar, lo que se une a la falta de tiempo. Profesionales hay muy buenos y muy honestos; eso es lo que tenemos que ser los periodistas, honestos con nosotros y con nuestros lectores, ser imparcial es imposible.
S.- Volviendo a tu faceta como escritor, ¿Qué ha cambiado a la hora de escribir desde tu primera novela ‘La muerte acecha’ hasta ahora en ‘La pasión según Satanás’?
He notado que he mejorado la pluma. Creo que escribo mejor; no sólo literatura sino también como periodista. No digo que escriba bien, pero sí un pelín mejor. Escribir ahora me lleva más trabajo. Ahora, cuando escribo un reportaje o una entrevista me tomo mucho más tiempo; antes igual en media hora me escribía dos folios. Ahora, un folio dos horas. Me he vuelto más exigente conmigo mismo, más cuidadoso con el lenguaje. Y luego además, tengo la convicción de que a los lectores les debo un respeto; no podemos olvidarnos de que son nuestros clientes y los tenemos que cuidar, que mimar. Son los que nos dan de comer. Trato de ser honesto con los lectores contando la verdad, lo que yo creo que es la verdad, y luego también con mi trabajo, que no sea pom pom pom… siempre hay días, eso está claro. Trato de ser muy riguroso y de escribir lo mejor posible.
S.- ¿Han ido ganando en complejidad la estructura de tus últimas novelas con respecto a la primera?
No, no. La primera tiene una estructura más compleja que ‘La pasión según Satanás’. ‘La muerte acecha’ está dividida en dos partes; una contada en primera persona y otra, en tercera. Ahora no, en ‘La pasión según Satanás’ la historia está narrada en primera persona y estructuralmente es más sencilla. Pero es que esto también depende mucho de la historia que quieras contar y del momento en que te encuentres; yo soy una mezcla entre metodología e inspiración. No tengo todo estructurado al comenzar a escribir, sino que me dejo llevar. En el caso de Satanás estaba claro desde el inicio cuál era su historia, pero todo lo que sucede alrededor lo voy escribiendo según va surgiendo. Cuando me pongo delante del ordenador, salvo algún apunte histórico, jamás se lo que voy a escribir. Me pasa también cuando escribo mi columna semanal en Diario La Rioja, busco un tema, pero no sé de inicio lo que voy a escribir. Sale.
S.- Aprovechas ‘La pasión según Satanás’ para describir el Logroño de mitad del siglo XX ¿Qué te atrajo de esa época?
Escribí hace años ‘La muerte acecha’ y una novela corta titulada ‘El juego de la rana’ –publicada por Martínez Galilea- y luego surgió ‘Pelotari’, que se sitúa en la Transición. Una vez que llegados a ese punto me planteé hacer una trilogía sobre el Logroño de la posguerra y con la ciudad y los alrededores como un personaje más. Me interesa mucho esa idea, más que las ciudades, los ambientes. Empecé a resituar ‘La pasión según Satanás’ en ese marco. Así situaba esta novela en los cuarenta; ‘El Juego de la rana’, en los cincuenta; ‘Pelotari’, en los setenta y me quedaban los sesenta. Y he empezado a darle vueltas a una idea que ya la tengo más o menos decidida. En el caso de ‘La pasión según Satanás’ se da la circunstancia de la fecha en la que sucedieron los hechos y, también es verdad, que la posguerra es un tema que siempre me ha atraído.
S.- ¿Con la idea de la ciudad como protagonista coincides con escritores como Eduardo Mendoza, por ejemplo?
No lo había pensado nunca, pero ya me gustaría a mí escribir la milésima parte de bien que Eduardo Mendoza. En todo caso, nuestro estilo es diferente. El tiene una chispa increíble y Barcelona es una ciudad más conocida. Eduardo Mendoza es una de mis escritores referentes, pero a mí me encanta Joseph Conrad y su profundidad de los personajes, es excepcional. Yo intento cuidar mucho a mis personajes, sobre todo a los secundarios.
S.- ‘La pasión según Satanás’ mezcla realidad y ficción. ¿Es divertido introducirse en un mundo, con unos hechos que sucedieron relamente, y crear una historia dentro de ellos?
Sí, sí, es muy divertido. Ya me pasó con ‘La muerte acecha’; quería escribir algo que fuera riguroso históricamente, pero que me permitiera introducir personajes de ficción. Me gusta contar historias que ocurrieron o que pudieron ocurrir. Es un juego divertido esa mezcla de personajes reales y personajes ficticios que coinciden. Aún así, hay veces que sufro cuando escribo, pero vale la pena por los momentos de disfrute.
S.- El proceso de documentación tiene que llevar mucho trabajo, ¿no?
La novela histórica te permite pasártelo muy bien documentándote. Es un momento increíble y a mí como me gusta mucho la historia, pues me lo paso muy bien. Es apasionante y muy enriquecedor. Aquí, por ejemplo –cafetería Ibiza- conversé mucho con el doctor Dulín, un afamado cardiólogo de Logroño, sobre el personaje de Satanás, que fue paciente suyo. Me contó anécdotas de él y de la época y a mí me pareció que era de justicia que apareciera en la novela como un personaje real, contando las historias que me había contado. Y luego está el cine, soy muy cinéfilo, y una película de los años cincuenta ‘Surcos’, es la que mejor recoge esa sociedad endogámica de los años cuarenta. El cine, como elemento documental, te permite también ponerte en situación. Estamos educados en la cultura del cine y yo cuando escribo veo escenas, planos y contraplanos. Me permite darle más volumen a la historia.
S.- ¿No es una aventura escribir en estos tiempos? ¿No hace falta mucho ánimo para continuar escribiendo cuando la crisis está golpeando también la venta de libros?
Hace muchos años, cuando empecé a escribir sí que tenía ese gusanillo de ver si puedes vivir de esto, de la literatura. Es muy difícil. Hay muy poca gente que puede vivir de la literatura en España. Independientemente de tu calidad –y yo no soy quién para juzgarme-, para que te publiquen tienes que tener, por supuesto muy buena pluma, suerte y una figura fundamental que se llama agente literario, sin un buen agente que te mueva tus obras es imposible. Yo escribo porque me gusta, no lo hago por ganar dinero. No es locura, locura es sólo para sacar el tiempo necesario. No sé, otros igual se dedican a ver televisión, para mí es un electrodoméstico que sólo empleo para ver películas. No es esnobismo, sólo que teniendo un buen libro, pudiendo escribir…
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