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{ENTREVISTAS}

'Todavía, el mundo es más grande fuera de Google que dentro'

Ander Izagirre, autor del libro 'Plomo en los bolsillos'', historias ciclistas.

Andre Izagirre es periodista y viajero; disfruta escribe y leey además, le gusta el ciclismo, disciplina en la compitió durante uno cuantos años. Elije los temas que le atraer para sus reportajes aborday reconoce que es un privilegio al poder hacerlo, aunque no niega cierta incertidumbre a la hora de juntar ucompletar el sueldo. Escribe libros y reportajes, 'Groenlandia cruje', 'Los sótanos del mundo', 'Cuidadores de mundos', 'Viaje por Yibuti' o 'Minoritos. Niños en las entrñas de Bolivia', sobre las minas de potosí, son algunos de los temas que ha abordado. Ahora, reedita y amplia 'Plomo en los bolsillos', un libro sobre ciclismo, cilcistas y historias de la vida. Ander fue ciclista durante unos cuantos años y al leerle se descubre a alguién al que le gusta este deporte. El mismo lo dice: "El ciclismo tiene una estructura narrativa extraordinaria./Javi Muro


S.- ¿Te defines cómo periodista o cómo escritor?

Cuando sólo tengo que decir una palabra digo periodista. A partir de ahí los adjetivos los dudo más. Normalmente yo hago periodismo de viajes y viajo a otros países para hacer reportajes qué es lo que más me gusta y lo que más me interesa. Soy periodista autónomo, trabajo en mi casa, a mi ritmo, con mi selección de temas y de tiempos y, luego también, con las inseguridades e inestabilidades que eso trae también… pero bueno. Puedo ir añadiendo adjetivos. ¿Escritor? Bueno, escribo libros que suelen ser muy periodísticos, de reportajes. Bueno, yo digo periodista y a partir de ahí ya veremos; lo demás es más matizable.


S.- ¿Cómo te pica el gusanillo del periodismo? ¿Es algo que te llamaba desde siempre?

Si. Siempre tuve una vocación muy clara de escribir. Creo que fueron dos vocaciones clave, que luego he visto que tienen una esencia común y que por ese motivo me atraían. Escribir y viajar. Después, ya con el paso de los años contemplas la actividad que has hecho y te das cuenta que ambas son maneras de acercarse a otras personas, a otras sociedades, a otras culturas, y conocer otros modos de vida. Desde pequeño me encantaba leer libros de aventuras, de viajes, Julio Verne y se va creando un gusanillo viajero.


S.-… ¿Y el ciclismo?

El ciclismo también tiene algo que ver; yo viajé desde chaval con la bici que te daba esa posibilidad. Eras joven y no podías tener un vehículo y la bici era la primera manera de hacer un viaje un poco autónomo. Me gustaba leer, me gustaba escribir, me gustaba contar historias, me gustaba viajar y todo eso ha ido modelándose con los años. Competía en bici, estudiaba periodismo, empecé a viajar. Son varios hilos, más o menos paralelos, que se van entrelazando cada vez mejor y de ahí viene lo que he hecho en estos últimos años.


S.- Periodista autónomo… suena difícil, tal y como está hoy en día la profesión…

Si, bueno. Yo estoy contento y no me quiero cambiar; eso punto uno. Lo digo porque ahora voy a empezar a quejarme y quiero que quede claro que, en general, estoy a gusto y para mi es la mejor manera de trabajar con las cosas que yo quiero hacer. Elijo los temas que me interesan; por puro interés personal y entiendo que es un privilegio. Me voy a las minas a Bolivia o acompaño a un amigo a Groenlandia  y me propone ir con él y voy porque quiero conocer esa sociedad y ese país. Encima elijo el tiempo que paso fuera, qué escribo y cómo escribo. Son todo ventajas, no tener un jefe ni demasiada obligación. Luego claro, en la práctica, este modo de vida no es sostenible por sí sólo. A veces mejor a veces peor ganas algo de dinero con tus reportajes, con las charlas que das sobre tus viajes, con algún premio, pero yo tengo asumido desde hace años que tengo que hacer otro tipo de trabajos también para vivir. Son trabajos cercanos al periodismo; muchas veces reportajes de encargo, ediciones de textos, lo que toque. Quizá no es lo que más me apasiona, pero oye, como todo el mundo, hay que currar para completar el sueldo. De esa manera aseguro mi mínimo de supervivencia que es bastante poco, porque soy bastante austero en esta vida y a partir de ahí me pago mis viajes que a veces son ruinosos. Imagina, coge un avión, pásate en otro país un mes y medio, luego el tiempo que necesitas para escribir en casa, a veces es muy difícil conseguir pagarlo con el trabajo, pero es una fórmula que me gusta y que por ahora me compensa y ya está.


S.- ¿Desde qué decides que un tema te interesa y vas a desarrollarlo cómo organizas el trabajo? ¿Hay un proceso de documentación?

Es bastante básico. Te interesa un tema por el motivo que sea; se te ha encendido la curiosidad personal y comienzas a leer algunas cosas relacionadas. Si ya ves que ahí hay un tema y que vas a viajar y a escribir, pues entonces empiezas a buscar documentación y luego hay un paso que es muy importante -que hoy en días es muy fácil gracias a internet-, que es contactar sobre el terreno con la gente que está trabajando sobre ese tema. Un periodista que llega a un determinado lugar para pasar un mes es un paracaidista, que tiene una ligera idea por lo que ha leído. Necesitas la ayuda de la gente local. Buscas asociaciones y apersonas que conozca el tema que quieres abordar. Por ejemplo, el tema de las Minas de Potosí en Bolivia estuve en contacto con asociaciones que llevan años trabajando allí y saben todo lo que tu no sabes. Les escribes, te pones en contacto con ellos y organizadas el viaje. Cuando llegas allí el aterrizaje de la mano de alguien que sabe es fundamental porque en caso contrario no te enteras de la fiesta. Así te indican a dónde tienes que ir y con qué gente tienes que hablar, qué te interesa visitar y qué debes ver. Siempre hay margen para la improvisación y aparecen cosas nuevas.


S.- Tus temáticas son de lo más variadas… desde la situación extrema en el Cuerno de África, a lugares desconocidos, personajes comprometidos, viajes, aventuras, deporte…

Si. Veo un hilo común. En primer lugar, buscas historias buenas. Por gustos personales busco historias que me parecen buenas y que creo que pueden funcionar. Pero si que veo un hilo común en todos estos años que llevo haciendo reportajes que es que a mí me asombra descubrir los diferentes modos de vida del ser humano. Vas por el mundo y, por ejemplo, yo he tenido la suerte de estar en JIbuti –el país más caluroso del mundo- y observas como viven allí los nómadas en un desierto en el que te achicarras y también en Groenlandia, que será uno de los lugares más fríos, contemplando cómo viven en un mundo de hielo. Ver cómo el ser humano vive de formas tan distintas, sus oficios, costumbres tan variadas a mí me fascina y me interesa mucho personalmente y me despierta mucho la curiosidad. Me apetece ir a conocerlo y a contarlo. Al final el hilo común es esa curiosidad por los diferentes modos de vida. En casa te enteras de cuatro cosas y fuera hay un filón de historias. Todavía es más grande el mundo fuera de Google que dentro de Google; son compatibles, por supuesto.


S.- ¿Marcan personalmente estos viajes?

Si, claro. No separo. Cuando estás haciendo un tema duro como los niños que trabajan en las minas en Bolivia, pues claro que hay una parte personal pero que procuro separar de mi trabajo. Yo escribo reportajes sobre cómo viven allá, no creo que sea interesante escribir un reportaje sobre cómo me sentí yo; eso se lo cuento a mis amigos o a mi familia comiendo y si quieren preguntármelo. Me parece que es un error ir a otro país a conocerlo y luego hablar de ti mismo. Hay una frase que dice que el escritor viajero tiene que ir con la luz del minero, enfocando hacia adelanta, fuera de la cabeza no hacia a dentro.  Me parece muy importante diferenciarlo. Una cosa es el viajero reflexivo que me parece muy bien, pero ir a contar historias y hablar de ti mismo no me parece que es quitar sitio a los verdaderos protagonistas y, además, el interés me parece relativo. ¿A quién le importa si has pasado miedo, has llorado o te has puesto triste?


S.- El libro con el que estás ahora es una reedición, ¿no? ¿Qué aporta de nuevo?

El libro es de 2005. Entonces ganó el premio Marca, de periodismo deportivo. Hablando con la gente de la editorial ‘Libros del KO’ pues tenían interés en reeditarlo porque ya han pasado unos años y el libro está fuera de circulación. He escrito tres capítulos nuevos. Uno sobre Lance Anstrong y  un capítulo final ‘El arte de la derrota’, que es sobre los Tours de Francia entre 2006 y 2011 –había un Tour, un ganador, pero nunca sabías si iba a ser el ganador definitivo- fueron unos años muy revueltos. En ese capítulo hablo de que las victorias a veces no son muy fiables y que hay algunas derrotas más bonitas que las victorias. Hablo de un ciclista belga que fue farolillo rojo tres años seguidos. Por último hay un epílogo, ‘Así dejé el ciclismo’, que es un texto que publiqué en mi blog y que tuvo bastante éxito y habla de mi último año como ciclista y me río de mis miserias ciclistas de la última temporada. Si te ríes de ti mismo a la gente le gusta; lo pasa bien con tus pequeñas desgracias.


S.- Cuando hablas de ciclismo, a pesar del tono de humor y con un poco de melancolía…

Si, con un melancolía leve, con nostalgia. Periodista y escritor está muy bien, pero yo quería ser ciclista y correr el Tour. Era mi sueño de infancia, pero bueno pasan los años y te das cuenta de que eso no es nada grave. Al revés, mejor no haber sido ciclista porque prefiero la vida que llevo, aunque sigo fantaseando con ser ciclista profesional y correr grandes carreras. Pero bueno, eso es un sueño infantil del que quedan restos en la edad adulta. Me he dado cuenta de una cosa muy divertida, ahora que ha salido ya el libro y estoy preparando la presentación,  y es que esto es un libro sobre historias del Tour de Francia y el último capítulo habla de mí. He tenido el morro de meterme en la Historia del Tour de Francia. Al final, subliminarmente, lo que he hecho ha sido escribir porque no he sido capaz de ser ciclista y la única manera que tenía de meterme en la historia del Tour era escribiendo y entonces me he incorporado como un personaje más del libro. Yo creo que había algo de eso y no me había dado cuenta… la escritura como reparación de frustraciones infantiles.


S.- Independientemente de las historias que cuentas y de sus personajes, en el libro se nota que te gusta mucho el ciclismo…

Si. Incluso que estos años en que el ciclismo está que da pena verlo, porque va de desastre en desastre y de escándalo en escándalo, yo lo tengo metido y me trago cualquier carrera que echen por la tele. Tiene que ver con haber tenido esa fascinación desde la infancia. Hay cosas como que te haces del equipo de fútbol de tu ciudad cuando tienes tres años y ya es para toda la vida; lo asocias con unas emociones muy básicas y eso ya no lo pierdes. Porque si me pongo a pensar objetivamente me dan ganas de pasar de todo, pero me gusta que podamos fantasear es casi como ir a ver la cabalgata de los Reyes Magos… no te vas a empezar a preguntar si esa barba es verdadera o es postiza.


S.- ¿Crees que para conocer un deporte hay que conocer su historia?

No, no creo que sé necesario. Hay ciclistas profesionales muy buenos que tienen un gran analfabetismo sobre cultura del ciclismo. Se puede y tienen todo el derecho de no saber quién era Pulidor. En mi caso personal coincide con todo lo que decía anteriormente. Me gusta leer, escribir, las historias y me parece que el ciclismo es un deporte muy narrativo. A mí me apasionaban las historias sobre ciclismo, pero es que coincidían con mi deporte favorito. Para mí es una mezcla buenísima de historias. La historia del ciclismo me parece fascinante para quien ama el ciclismo pero también para mucha gente a quienes les resbala bastante. Hay un material humano muy interesante. Walkowiak, por ejemplo, un ciclista que ganó un Tour un poco de rebote y eso le amargó la vida porque lo despreciaron y se lo echaban en cara y toda la vida diciéndole que había ganado por chiripa. Amargado dejó pronto el ciclismo y se medio escondió durante un montón de años. El caso de una persona que consigue el mayor éxito en su ámbito y sin embargo eso le amarga y llega a decir que ojala no hubiera ganado el Tour. Hay historias que no hablan sólo de ciclismo, sino que a través del ciclismo se habla de cosas de la vida con la excusa de la bici.


S.- ¿Para documentarte sobre el libro has acudido al Tour, a presenciarlo in si tu?

Para documentarme, he viajado como aficionado. Los he vivido como espectador y desde la cuneta de bastantes etapas del Tour. Para las épocas anteriores es mi libro más sedentario aunque sea ciclista porque lo que tienes que hacer es buscar documentación en crónicas antiguas, libros, biografías y poco a poco ir extrayendo de ahí. La base de este trabajo es que yo veía algunas historias de ciclismo contadas en plan leyenda breve y a mí me parecía que el ciclismo ofrecía historias muy buenas y con muchos detalles a contar. A partir de ahí empecé a rastrear periódicos de otras épocas y vas sacando detallitos para recomponer la historia. Un historia que la ha escrito el Tour.


S.- ¿Es el ciclismo más literario que otros deportes?

El deporte en general da pie, por la épica. El ciclismo tiene una estructura narrativa de por sí. Ves una gran vuelta y tiene un inicio, un nudo o varios nudos, tiene un desenlace, tiene ritmo –días que no pasa nada y otros en que todo se pone patas arriba-, puntos de giro muy marcados y luego los protagonistas y los antagonistas, que a veces han sido muy claros el bueno y el malo, o según en qué país el bueno que es el nuestro y el malo que es el extranjero. Tiene muchos elementos narrativos y por eso funciona la fórmula y retiene el interés de la gente durante veintiún días. Es una historia que empieza un día termina tres semanas después y queremos saber todo lo que pasa. Es como si fuera una novela por entregas con varias tramas.


S.- Dado tu pasión por el ciclismo, ¿Has pensado en entrar a fondo con algún ciclista en concreto?

La verdad es que no especialmente. Hace años igual me lo hubiera planteado más. Con el tiempo vas cogiendo distancia. De joven yo tenía mis ídolos y era una especie de veneración. Ahora, como periodista me parece que en el ciclismo hay mucho que escarbar, pero probablemente lo malo. Me da pereza. Mi trabajo ahora es muy distinto. Sería cuestión de pensarlo. No sé a quién elegiría. ¡Hombre! Amstrong me parece un caso muy interesante, pero ya hay muchos libros y muy documentados.


S.- Hablabas antes de que de joven tenías tus ídolos. ¿Quiénes eran?

Lo cuento en el prólogo. Peio Ruiz Cabestany y Perico Delgado fueron los de juventud. En la adolescencia todos estábamos rendidos con Indurain, nos poníamos de rodillas. Hay en día, lo veo pero no me importa que gane uno u otro. Con los de casa tienes más afinidad, pero sin ningún fotofismo. Me gusta ese punto de vista; no es como el fútbol que sólo vas con tu equipo y quieres que los demás pierdan, se hundan, desaparezcan. El fútbol es más trival. En el ciclismo se aplaude a todos los corredores. Eso me gusta mucho.

* En la última fotografía, Ander siendo un niño, con Peio Ruiz Cabastany.



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