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{ENTREVISTAS}

'Todos tenemos unas gafas de colores en el interior, otra cosa es que las descubramos a tiempo o no'

'Intensamente azules', escrita y dirigida por Juan Mayorga, llega al escenario del teatro Bretón

Juan Mayorga  (Madrid, 1965) es uno de los más prestigiosos dramaturgos españoles de la actualidad. Sus textos han traspasado fronteras para ser traducidos y representados en los principales teatros del planeta, desde Argentina a Chile, desde Canadá a Estados Unidos o Australia y, por supuesto, en toda Europa. El teatro Bretón de Logroño acoge en su escenario ‘Intensamente azules’, un montaje teatral escrito y dirigido por Mayorga. Una historia comienza cuando una mañana el protagonista -interpretado por el actor César Sarachu-, al despertar, el encuentra en el suelo rotas sus gafas de miope. Tras el inicial desconcierto, recupera la calma al recordar que cuenta con otras gafas graduadas: las de natación. Un regalo de su familia por su cumpleaños. “Las gafas de natación de color azul llevan a ese hombre a ver el mundo de otra manera -describe Mayorga- y también a hacer cosas que ni siquiera imaginaba que podía hacer”./Javi Muro

S.- ¿Cuándo nos cambian la forma de mirar vemos nuevo, vemos más?

Lo que le sucede al personaje -y lo que me sucedió a mí que viví una situación análoga- es que al mirar a través de unas gafas de color vuelves a fijarte en las cosas. Estás volviendo a ver todo, como si vieras las cosas por primera vez. Es cierto que sólo mirar a través de ese filtro te lleva a ver cosas que antes te pasaban desapercibidas… te fijas en una farola, en un perro o en la gente que te rodea…

 

S.- La obra tiene algo de alegato de salirse de la rutina, a despertar, a tratar de ver algo más que el verde y el rojo de los semáforos…

Te doy la razón. La obra habla de una cierta rebeldía contra lo acostumbrado, contra lo repetido, contra lo redundante. El personaje no tiene intenciones, no tiene conflictos, pero a través de las gafas de natación redescubre el mundo y al redescubrir el mundo se redescubre a sí mismo.

 

S.- Pero los cambios, sean voluntarios o accidentales, generan un desconcierto inicial, ¿no? Pero después pueden ser extraordinarios…

Claro. El personaje comienza por darse cuenta al ir al supermercado que la gente le mira con extrañeza, pero también que le prestan una atención que, probablemente, antes no le prestaban. De algún modo se hace visible para gente que antes no le atendía y, de algún modo también, se visibiliza para otros que preferirían no verlo, que les resulta perturbador. Pero el mismo empieza a ver las cosas de otra manera y, por ejemplo, empieza a atreverse a leer libros con títulos intimidantes. Uno de ellos ‘El mundo como voluntad y representación’ de Arthur Schopenhauer, que en otro momento le hubiera dado mucho miedo. Comienza a realizar cosas que antes no se hubiera atrevido. De alguna manera se convierte en un hombre nuevo.

 

S.-  … porque ‘Intensamente azules’ no sólo habla de mirar hacia fuera, hacia el mundo, sino también hacía el interior, a uno mismo…

Es cierto que hay un cambiar hacia fuera y un redescubrirse hacia adentro. Personalmente, creo que las gafas de natación de color están dentro. Todos tenemos unas gafas de colores, otra cosa es que las descubramos o no. Otra cosa es que las descubramos a tiempo.

 

S.- En el escenario se sitúa un único actor, ¿eso dificulta o facilita la puesta en escena?

Es cierto que en el escenario sólo está Cérsar Sarachu, pero nada menos que a César Sarachu. Un actor genial, creo que hay muy pocos actores comparables en todo el mundo. Lo que Sarachu ofrece sobre el escenario es una auténtica fiesta teatral. Sobre el escenario el personaje comienza a contar su historia y no sabemos qué hay de verdad, que hay de memoria, y que hay de imaginación. Sobre el escenario incorpora todos los personajes sobre los que habla y menciona en su relato, desde los miembros de su familia hasta el rey de España, que también hace un cameo en la obra.

 

S.- … el humor está presente en ‘Intensamente azules’…

El humor no falta en mi teatro. En ocasiones de forma paradójica y en otras de un modo más abierto, como en ‘El chico de la última fila’. ‘Intensamente azules’ quizá tenga una alegría y una luminosidad muy especiales. Un humor que está en el texto, pero que luego surge en el extraordinario juego actoral de César Sarachu.

 

S.- … en ‘Intensamente azules’ hay mucha poesía y mucha expresividad… quizá recursos de la presencia de un único actor sobre el escenario…

Creo que el texto puede contemplarse como un poema, la representación es un poema escénico, en el que resulta fundamental la distancia, el rodeo, la paradoja. Creo que todo está en el cuerpo de Sarachu, también está en la iluminación de Juan Gómez Cornejo y en la música de Jordi Francés, y la escenografía de Alejandro Andujar.

S.- De alguna manera, ¿la obra no habla también de la búsqueda de la felicidad que todos deseamos?

Creo que la obra está atravesada por el descubrimiento de la felicidad, pero no me atrevería a hablar de búsqueda, en la medida de que se produce un encuentro extraordinario con algo que podía haber sido rechazado pero que es asumido y explorado. Al principio se pone las gafas de natación porque se le han roto las normales, luego se resiste a quitárselas y volver a las de siempre. Decide vivir con ellas y vivir en esa singularidad. Goza y se da cuenta, con cierta melancolía, de que todo depende, efectivamente, del color del cristal con que se mira. Y que uno también depende del color del cristal con el que los demás le miran. Todas esas circunstancias tienen que ver con quien, en el fondo piensa, que estamos en un teatro. Y cuando estamos en un teatro podemos escribir cómo es nuestro propio personaje.

 

S.- En alguna ocasión te he escuchado hablar de lo ‘imaginado y lo vivido’ en referencia a ‘Intensamente azules’…

Sí, me resisto a hablar de Schopenhauer por no asustar a la gente, que no piense ¡Ufff!, una obra sobre filosofía. No es así, Schopenhauer aparece mencionado en la obra de forma bastante ligera. El personaje hace converger el descubrimiento de las gafas de colores con una lectura muy extravagante de Schopenhauer y llega a la conclusión de que todo es representación y uno es parte de ella. Esa conclusión le lleva a reducir sus ansiedades y la importancia que se concede a sí mismo. A este personaje la lectura de Schopenhauer le lleva a cantar boleros.

 

S.- ¿Recomendarías que todos sacáramos esas gafas de natación de color interiores de vez en cuando?

Las interiores y las exteriores. Todo nace de una situación propia. Mis gafas de ver se rompieron y cogí las de graduar de natación y fui al supermercado porque teníamos la nevera vacía. Use esas gafas simplemente porque no veía y no quería romperme la crisma. Recuerdo que mi hija pequeña pensaba que estaba haciendo el ridículo. Creo que es bueno hacer el ridículo, creo que es algo fundamental perder la vergüenza. Recordar los pequeños que somos y el payaso que todos llevamos dentro; el frágil payaso que todos llevamos en el interior. Creo que sería bueno que todos hiciésemos el ridículo al menos una vez al día. Además, es algo bien deportivo. La gente se relacionaba conmigo de otra manera; unos me veían peligroso y otros pensaban que necesitaba ayuda. ¿Imagina mirar las banderas a través de unas gafas azules?

 

* 'Gafas de natación y mirar el mundo como el primer día'


 



Autor: Javier Muro

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