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{ENTREVISTAS}
Kelly Mccown y un inquietante país de las maravillas
La fotógrafa americana expone 'Liminal' en Planta Baja, dentro de Mujeres en el Arte
Cada vez que fijes la mirada en una de las fotografías que componen ‘Liminal’ tu imaginación acelerará hacia lugares inciertos y desconocidos. Estás advertido. También, de que la experiencia es extraordinaria en todas sus acepciones. Contemplar las imágenes realizadas por Kelly Ann Mccown es un ejercicio sugerente que te sitúa en el instante inmediato a que se desencadene una historia cuando menos enigmática. La etimología inglesa sitúa liminal entre el límite sensorial, lo apenas perceptible y el encontrarse en un estado, fase o condición intermedia. Si acudes al diccionario castellano, liminar apunta a estar al principio, en el dintel, en la entrada… Así lo describe también Mccown. “Cuando observas las fotografías –detalla- percibes la posibilidad de que va a suceder algo extraño, raro, que la realidad va cambiar de estado”.
En las fotografías expuestas en el Espacio Planta Baja dentro del certamen ‘Mujeres en el Arte en La Rioja’, siempre encuentras algo más que lo retratado. “Algo ancestral –como señalan Aurora y José Miguel León, responsables de la sala-, algo misterioso, algo que no te deja indiferente”. Es posible que percibas la invocación a un dios pagano ante la imagen de una mujer que sostiene la osamenta de un ciervo con la que cubre su cabeza en lo alto de una colina; es posible que aprecies la misma atmósfera inquietante que sentiste al degustar la primera temporada de ‘True Detective’, ese ambiente que genera recelo, inseguridad y una atracción incontenible; es muy posible también que recuerdes algunos de tus sueños más inquietantes cuando te detengas ante la imagen desdoblada de un niño retratado por la fotógrafa. Amigos invisibles, hermanos desparecidos, trucos de cámara… la imaginación se dispara y confirma que los excursionistas que se adentran en el bosque en la instantánea situada justo al lado, probablemente, nunca regresarán. El perro blanco que cierra el grupo parece confirmarlo. Dudas, incluso, si no ha girado la cabeza y guiñado uno de sus azules ojos.
Kelly nació en Gilmanton Iron Works, un pueblo del estado norteamericano de New Hampshire. “Es un pueblo pequeño –resalta- pero en el que abundan las leyendas, en cada casa ha habitado un fantasma y esas historias siempre han influido en mi visión fotográfica”. En ‘Liminal’, la fotógrafa perseguía sueños. “Quería conseguir esos efectos que te retrotraen a los sueños, a lo onírico; al realizar las fotografías existía una intencionalidad de recrear la propia imaginación”. Además, en la serie ‘Limial’, Kelly asumió un nuevo reto. Habitualmente trabaja con cámaras estenopeicas –realizadas artesanalmente con cajas de cerillas-, que proporcionan ese aire misterioso a sus imágenes. “Ahora –recuerda- quería obtener esos mismos velos, climas y ambientes a través de la cámara analógica”. En ‘Liminal’ coinciden ambas técnicas y confirman que el desafío ha sido librado con éxito.
Kelly vive en España desde hace nueve año. Llegó para estudiar español –asignatura que ha aprobado con nota- y tras pasar un tiempo en Madrid escuchó el consejo de unos amigos y se trasladó a Logroño. Desde los dieciséis años ya jugaba con la fotografía, “pero no fue hasta que pasé por la Casa de la Imagen de Logroño cuando concebí la fotografía como un camino para contar algo. Con las imágenes me gusta sugerir una posible historia…”. Relatos que juegan entre la realidad y esos otros mundos que residen en el terreno de la ilógica. La fotógrafa recurre a los universos de Murakami, uno de sus escritores de referencia, para describir la intencionalidad de sus imágenes. “Retrato lugares reales que están a un paso de abandonar la realidad”. Un tránsito que genera ambigüedad y desorientación, como al observar esa figura que camina despacio hacia el agua del lago en el que, sin duda alguna, se sumergirá hasta desaparecer; o esos caballos que salen al galope de las ruinas del templo y que, con toda seguridad, un minuto antes fueron seres de figura humana ofreciendo un sacrificio a un deidad mitológica. Hasta el 8 de abril, entre la calle la Cigüeña y el interior de Planta Baja, la imaginación tiende a desbocarse de forma turbadora y placentera, al mismo tiempo. Debe de ser… la frontera entre el fin del mundo y un inquietante país de las maravillas…/Javi Muro











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