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{ENTREVISTAS}

Un viaje de sensaciones

El fotógrafo Justo Rodríguez expone 'La Rioja al fin y al cabo'

Sin duda, viajar está relacionado con descubrir lugares desconocidos, pero quizá, y por encima de todo, atañe a la idea de cambiar de ilusiones, al deseo de percibir y dejarse sorprender por sensaciones inesperadas. Las fotografías que ilustraron los ochenta reportajes de la serie ‘La Rioja de Cabo a Rabo’, publicados en Diario La Rioja en 2014, se entienden desde esa lógica. Así las define el autor de las imágenes, Justo Rodríguez. “Era un viaje de sensaciones, no íbamos con el cometido de describir cada pueblo”. Internet y Google ya cumplen esa misión. El número de habitantes, el siglo en que fue construida la iglesia, el nombre del monte bajo el que se asienta o la denominación del río que baña sus cultivos, están a un solo click de distancia. Ahora, el fotógrafo ha reunido una selección del trabajo gráfico realizado aquellos días en que atravesó la región –junto al periodista Pío García- hasta tocar cada uno de los puntos cardinales en una exposición.


Condensar las dos mil fotografías realizadas –en total, más de cuatro mil disparos- durante un año de trabajo en las 27 que componen la muestra ha sido una labor exhaustiva. “Uno –reconoce Justo- es su peor editor, necesitas que alguien valore tu trabajo de forma más fría”. Ahí encontró la complicidad de Bernardo Sánchez y de su hermana y también fotógrafa, Teresa Rodríguez. “Realicé una primera selección –recuerda- y durante una comida familiar los enganché y solicité su colaboración. Algunas de las imágenes estaba claro que debían estar en la exposición y con las demás iniciamos un proceso de debate para desecharlas o seleccionarlas”. Teresa asumió el comisariado de la exposición y ha confeccionado la colección final.


‘La Rioja al fin y al cabo’ es el título de la muestra. Varía respecto al genérico de los reportajes y también del libro que se editó reuniendo el trabajo de Pío y Justo. “Quería que fuera un guiño –explica el fotógrafo-, un toque de novedad, que al mismo tiempo dijera mucho sobre La Rioja, sobre cómo es, sobre sus rincones, sus gentes, y de las diversas sensaciones que ofrece, ya sean las espectaculares vistas desde Ortigosa o las, en principio, no tan bonitas de una valla de protección pintadas con los colores de la bandera de La Rioja, pero que tienen una enorme singularidad y que son detalles que cuentan mucho”.

 

A diferencia de otros trabajos periodísticos, Justo y Pío subían cada semana al coche y conducían por carreteras comarcales –muchas de ellas descarnadas- abiertos a captar lo que cada pueblo les transmitiera. “Teníamos que ser capaces de describir emociones, lo que nos sorprendía en cada lugar, por eso viajábamos en días laborables, sin avisar de nuestra visita, como si fuéramos turistas perdidos”. Y es que el otro viaje, el descriptivo, ya lo había realizado treinta y tantos años antes, Roberto Iglesias y Pablo Herce, recién estrenada La Rioja como comunidad autónoma. “No podíamos repetirnos”.
Justo recorre las imágenes expuestas en la Sala del Centro Caja Rioja-Gran Vía y evoca un trabajo “realizado con mucho cariño, muy amable, que necesitabas sentirlo, que podías realizarlo como mero espectador, que sin dejar de ser periodístico –porque se publicaba en un medio de comunicación- tenía algo de poético, de literario, hoy en el periodismo hay que contar algo más”. Pisaron los 174 pueblos que forman parte de La Rioja. Son muchas semanas en la carretera y el fotógrafo reconoce que a lo largo de tantos días influye las condiciones que te encuentras al llegar, climatológicas por ejemplo, y también el día que uno mismo tiene, pero tienes que mantener la mirada abierta a dejarse sorprender. “Recuerdo que el primer día, camino de Aguilar de Río Alhama, pensábamos que nos dirigíamos hacia Alaska. Al llegar nos refugiamos en el bar y allí estuvimos hablando con los vecinos. Comentando el frío que hacía, un hombre no contó que había tenido la opción de irse a vivir a Miami con su hijo, pero había preferido quedarse en Aguilar”.

 

El fotógrafo se sitúa en el centro de la sala y gira sobre sí mismo dedicando un instante a cada una de las imágenes. “Tengo mis favoritas –destaca-, pero es una preferencia fotográfica, para evocar la historia que acompaña a cada una tengo que observarlas antes”. Justa señala hacia una imagen. Allí, la noche prácticamente ha caido sobre Peciña, el sol tan sólo resiste tras la colina y Santa María de la Piscina se ha transformado en una perfecta silueta entre sombras. Una figura humana sobrevive a la penumbra... ¿de dónde ha surgido?. Más allá, los cipreses se alzan entre el bosque diverso de Anguiano. Allí está el camposanto... entre verde esperanza. En Tormantos también es de noche y la única luz en la calle procede de una cabina de teléfono. Parece desubicada, parece esencial. En Santa Marina, sus vecinos hablan y reivindican, con normalidad a la puerta de la casa de uno de los vecinos, aprovechando el sol y la presencia de los forasteros. Quel no es Detroit, pero desde lo alto y en la noche la iluminación de sus calles y del polígono industrial la confunden con esas grandes metrópolis en las que las luces crear recorridos infinitos y laberínticos. “¿Por qué estas y no otras? Siempre busco que las fotografías tengan una composición muy equilibrada”./Javi Muro (visita galería)

 

* "Ir, ver y contar, eso ha sido 'La Rioja de cabo a rabo'"

 

* 'La Rioja, al fin y al cabo'. Programa Abierto de la UPL. Hasta el 12 de marzo, de lunes a sábado, de 18 a 21 horas.

 



Autor: Javier Muro

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