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{CULTURA / CINE}

'El chico y la garza', de Hayao Miyazaki, y 'Perfect days', de Win Wenders abren Zinemaldia

El premio Donosti y creador del estudio Ghhibli presenta su supuesta despedida

Un Kursaal abarrotado de seres que comparten la gran expectación de disfrutar de lo nuevo del legendario estudio Ghhibli, entre ellos, el actor Dominic West que se mezcla con el gentío como uno más. Hayao Miyazaki, cerebro y corazón de Ghibli, responsable de joyas como 'La princesa Mononoke' o 'El viaje de Chihiro', regala este supuesto adiós con el que nos vuelve a emocionar de manera abrumadora.

 

'El chico y la garza' nos conduce al contexto de la segunda guerra mundial en la que el pequeño Mahito pierde a su madre en un terrible accidente que cambia su vida de forma radical. Obligado a asumir una existencia en un nuevo lugar, con una nueva madre y un complejo entorno en el que todo es desconocido y extraño, será tentando por un enigmático pájaro, mitad garza, mitad hombre, a visitar realidades paralelas donde coincidirá con sus ancestros y se reencontrará con su madre cuando tenía su edad. 

 

Plagada de una abrumadora belleza, tanto en lo visual como en la profundidad de su noble guion, Miyazaki regala una suerte de viaje introspectivo que recrea en algunos pasajes la estética surrealista de pintores como Giorgio de Chirico e inventa criaturas imposibles capaces de despertar repulsión y cariño a partes iguales. Sin duda, una nueva obra maestra de un estudio capaz de inventar universos e historias que cuentan ya con un lugar, por derecho propio, en el olimpo del séptimo arte. 

Del genio de la animación japonesa, pasamos a otro veterano y querido cineasta, en este caso, el entrañable Win Wenders que nos saluda desde la pantalla, antes del comienzo de 'Perfect days', su último trabajo, en un pequeño vídeo en el que pide disculpas por no poder acudir este año a San Sebastián. 

Volvemos a Japón, en este caso al Tokio de nuestros días, para acompañar en su rutina diaria a un limpiador de aseos públicos que vive su existencia de una manera contemplativa y serena. Un estudio de personajes que destila humanidad, crece y va madurando conforme nos adentramos en lo profundo del enigmático Hirayama, un hombre solitario de unos 60 años, amante de los árboles y de las plantas, de la música de Lou Red, Patti Smith o Van Morrison entre otros, ávido lector, amante de la fotografía analógica que vive feliz y tranquilo en una planificada y constante rutina alejada de sobresaltos o ambiciones de ningún tipo.

 

Una melancólica película tierna, no apta para amantes de las emociones fuertes pero sí para aquellos y aquellas que buscan y disfrutan un cine más sosegado que invita a la reflexión y a la vida pausada./Isabel Ribote desde el Festival Internacional de Cine de San Sebastián.

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