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{CULTURA / CINE}

'Quien te cantará' de Carlos Vermut, magnetismo, talento y originalidad en estado puro

Desde el Festival de Cine de Sansebastián

Es grande la expectación en la fila del Teatro Principal de Donosti, en la tarde del martes, 25 de septiembre. Hoy la 66 edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián llega a su ecuador y el cansancio comienza a hacerse notar entre los que poblamos las largas filas de acreditados de todas las categorías. Hay propuestas para todos los gustos; policiaco asiático, comedia argentina, thriller lisérgico e intelectualidad centroeuropea, locura británica, corrupción española, danza y belleza, e incluso una nueva vuelta de tuerca al género folletinesco de época que nos pilló con el paso un poco cambiado. Tremendo eclecticismo el de la presente edición, cuestión muy de agradecer.

 

Pero si algo ilusionó a medios y cinéfilos desde el momento justo en el que se conocieron los títulos de las primeras películas a concurso, sin duda, fue la presencia de Carlos Vermut y el esperadísimo estreno de su tercer trabajo, 'Quién te cantará'.

 

Hace exactamente cuatro años, en este mismo escenario, el madrileño nos dejaba perplejos con la muy inquietante 'Magical girl' hasta el punto de conseguir lo nunca visto; película y director se alzaban con dos de los premios más importantes del certamen. El listón quedaba muy alto y Vermut jugaba una partida contra sí mismo a la hora de enfrentarse a su siguiente proyecto. No debemos obviar que del desastre a lo heroico hay una finísima línea, y en nuestro país, además del futbol, es deporte nacional encumbrar hoy y apedrear mañana.

 

Pero Vermut ha vuelto a conseguirlo, dejando claro que sus logros anteriores no fueron fruto de la casualidad. 

 

'Quien te cantará es como una bella muñeca rusa cargada de sorpresas que se va desgranando a golpe de metrónomo, con una precisión quirúrgica, reservada únicamente a los que además de poseer un ingenio innato, adoran su trabajo y lo desarrollan de la manera más concienzuda y entregada.

 

La solvencia interpretativa corre a cargo de cuatro excelentes actrices. Najwa Nimri que aporta su siempre enigmática belleza a un personaje mucho más contenido y amable de lo que nos tiene acostumbrados, acompañada de la siempre impecable Carmen Elías y de una Natalia de Molina que continua evolucionando como actriz de diferentes registros con paso firme. 

Pero la verdadera sorpresa del film es, sin duda, la menos conocida de las cuatro, Eva Llorach, habitual presencia en títulos del cine denominado Low cost que se desarrollan en interesantes plataformas digitales, y que ya participó con pequeños papeles en los anteriores trabajos del director.

 

Aquí Vermut apuesta por Llorach y no se equivoca. La actriz se entrega al máximo en un papel de enorme complejidad que aborda con auténtica precisión, valentía y honestidad.  

 

El magnetismo que generan sus hipnóticas imágenes junto con originales diálogos, cargados de falsa cotidianeidad, se suman a una arriesgada banda sonora que contiene canciones compuestas por Eva Amaral o la propia Najwa Nimri, y los mezcla, con simpática desfachatez, con pequeñas y, casi olvidadas, joyas de la canción ligera. Temas que muchos aborrecíamos de chavales y que ahora coreamos con la nostalgia de una tarde de karaoke etílico entre colegas. 

 

Carlos Vermut ha conseguido ganar la partida contra sí mismo. He aquí la confirmación del talento de un cineasta de muchísima envergadura intelectual, enorme personalidad y una capacidad magistral de crear tramas que atrapan a los pocos segundos, controlar el manejo de las emociones y mirar, cara a cara, a los abismos más oscuros del interior del ser humano, para después reflejarlos sin tapujos y sin pedir perdón. ¡Vermut ha vuelto! /Isabel Ribote

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