2015

{CULTURA / LIBROS}

'Divinas Palabras', Valle Inclán y la pervivencia del poder corrosivo de un texto

El teatro Bretón acoge la versión de la obra del autor gallego dirigida por José Carlos Plaza

Ha comentado en diferentes ocasiones el director teatral José Carlos Plaza que, tal y como sucede en Inglaterra con Shakespeare, en España debería representarse todos los años a Valle Inclán. Plaza predica con el ejemplo. Ahora presenta en el teatro Bretón de Logroño ‘Divinas Palabras’ la obra de Ramón Mª del Valle Inclán, que ha llegado a llevar a los escenarios en versión operística. En ‘Divinas Palabras’, Plaza halla paralelismo con los acontecimientos que vive, en un momento u otro, el país. ‘Divinas Palabras’ es, de alguna manera, un microscopio ideado por Valle Inclán con capacidad para observar aquel presente y también el futuro, aunque quizá el escritor gallego no fuera consciente -o sí- de las capacidades de su prosa. Un futuro que es presente en 2020. Encuentra Plaza similitudes entre épocas como la crueldad, la falta de escrúpulos, la ignorancia, la manipulación por parte del poder. 

 

José Carlos Plaza define ‘Divinas Palabras’ de “tragicomedia de aldea” y le atribuye la condición del “exponente más moderno, el engranaje más perfecto y el cénit en el que el teatro español alcanza su máximo nivel, hoy en día aún no superado”.

 

‘Divinas Palabras’ fue estrenada el 16 de noviembre de 1933 en el Teatro Español de Madrid, dirigida por Cipriano Rivas Cherif y con Margarita Xirgú y Enrique Borrás entre su elenco. “A través de un lenguaje de tono exuberante, inventado, mezcla de expresionismo e impresionismo -describe Plaza- se transforma en algo poético de una belleza insuperable, consiguiendo que la prosa se convierta en música”. La versión de José Carlos Plaza cuenta en el reparto con María Adánez, Chema León, Ana Marzoa, Diana Palazón y Luis Rallo, entre otros.

Plaza encuentra la cumbre del teatro español en la obra de Valle Inclán por “la modernísima visión del concepto teatral, donde los espacios se multiplican. Y donde el realismo, el esperpento, lo arcaico o lo esotérico se mezclan, produciendo un autentica borrachera de imágenes. Todo ello unido a los comportamientos y emociones de más de una cincuentena de personajes - sórdidos y miserables- que envuelven, revuelven y hacen pensar al espectador”.

 

No sólo la técnica teatral de Valle Inclán atrae a José Carlos Plaza, también la que cuenta ‘Divinas Palabras’. “Es una obra claramente agresiva, a veces brutal. Inmersa en las raíces de un pueblo que, sin perder su pasión, se comporta con el instinto y no con la razón. Un instinto deformado que lleva a cometer acciones inimaginables y que corroen los pilares de una sociedad burguesa, retrógrada y castradora”. Y todo lo narra a través de un ácido humor negro.

 

En ‘Divinas Palabras’ está desde el concepto de la familia, reflejada como una unión forzada que se usa como tabla de salvación, al concepto del dinero como único y auténtico dios que todo lo domina. Desde una miseria social y moral, al concepto de orden establecido, corrupto y mezquino. O hasta los miedos más profundos de la ignorancia. “Y, dominándolo todo, la religión: el gran escudo, la gran mentira que, como un enorme agujero negro, todo, absolutamente todo, lo traga, lo digiere y lo domina”.

 

Un texto que ha sido catalogado como “la culminación del ciclo mítico de Valle Inclán con una estética muy cercana a los esperpentos”. Lo trágico, lo dramático, lo cómico y lo grotesco se aúnan en esta tragicomedia. En ‘Divinas Palabras’ es evidente la influencia de Goya y sus Pinturas Negras, de los Disparates, de los horrores de la guerra. ‘Divinas Palabras’ -resalta Plaza-, “es una auténtica sinfonía de colores, sonidos y sentimientos. Esta inigualable obra de la literatura española está habitada con imágenes ancestrales de muerte, fanatismo, ingenuidad, barbarismo, codicia, avaricia y lujuria. Pero, sobre todo, de esa enorme fuente esencial, siempre reprimida, siempre oculta, siempre condenada y tantas veces prohibida: la sexualidad en libertad. Con Divinas Palabras estamos ante una de las dos o tres obras más universales de nuestra historia literaria. Una obra que no ha perdido en este siglo XXI ni un ápice de su poder corrosivo”./J.M.

 

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