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{CULTURA / LIBROS}

'La ironía hay que utilizarla con cautela es un arma poderosa y seductora, capaz de tomar el poder'

Denise Despeyroux lleva al teatro Bretón 'Un tercer lugar', el espacio mágico fundado entre dos

Denise Despeyroux escribe, dirige e interpreta 'Un tercer lugar', la obra de teatro que acoge el escenario del teatro Bretón de Logroño. Nacida en Montevideo, llegó a España con tres años junto a sus padres. Licenciada en Filosofía, Despeyroux ha estrenado quince obras que, como ella misma describe, "surgen de preguntas e inquietudes". Sus obras, estrenadas en teatros de Madrid,  Barcelona,  Buenos  Aires  y  Montevideo, entre otros muchos, ha sido premiadas en diferentes ocasiones. 'Terapia', 'La realidad', 'Carne viva' o 'Los dramáticos son algunos de los textos y montajes que han sido galardonados. En 2018, Denise Despeyroux se ha adentrado en el terreno audiovisual a través de dos cortometrajes. Como  guionista en 'La abogada del diablo', que ha ganado el Premio al mejor  guion en el festival internacional Showing Film Award y como guionista y directora en 'Los centinelas', todavía en fase de postproducción. También trabaja como guionista en la serie 'Derecho a soñar' y ha recibido 'Beca Leonardo a Investigadores y Creadores Culturales de la Fundación BBVA'. 'Un tercer lugar' es su última propuesta teatral que ha sido destacada entre las mejores del año por la crítica y ha sido finalista del Premio Valle-Inclán, el mayor galardón del teatro español. ¿Y de qué trata 'Un tercer lugar? 

 

... seis personajes profundamente neuróticos tratan de relacionarse entre sí lo mejor que pueden, y también de amarse lo  mejor que saben. Unos se decantan por el modelo del amor cortés, colocando al otro en el lugar de lo incondicionado, donde se vuelve imposible cuestionarlo, y disponiéndose a cualquier sacrificio a la espera de que el amado se convierta por fin en amante. Otros observan con perplejidad como su propia verdad le es arrebatada; como en respuesta a su imperiosa  necesidad de ser tomados en serio solo reciben extrañas tergiversaciones y comunicaciones defectuosas. Todos, en definitiva, ya sea en el papel de víctima o victimarios, amantes o amados, anhelan la posibilidad de un contacto auténtico y una comunicación verdadera; tal vez el descubrimiento de un tercer lugar donde ya no sea necesario esconderse más...   

 

SPOONFUL.- ¿Cree Denise Despeyroux en el Tercer Lugar? 

Absolutamente. He estado allí y regreso siempre que puedo.

 

S.- … porque sobre esa reflexión de Peter Handke gira la obra ‘Un tercer lugar’, ¿no? 

Digamos que esa expresión hallada en el Ensayo sobre el cansancio, un texto precioso de Handke, inspiró el título. Pero me doy cuenta de que tergiverso un poco el sentido de la cita, pues él habla de un tercer lugar como el lugar solitario y misterioso donde deben haber estado dos personas -él dice “un hombre y una mujer” en realidad-, antes de lograr un encuentro de ensueño. Para mí es muy sugerente esa idea, pero a la vez la expresión “un tercer lugar” me remite a ese lugar del encuentro mismo, del encuent ro genuino, mágico, especial. Un lugar que no es ni del uno ni del otro sino radicalmente nuevo y fundado entre dos.  

 

S.- ¿Son conscientes los protagonistas de la obra de que buscan ese ‘lugar’, no saben lo que buscan, o saben lo que buscan pero no dónde encontrarlo?

Digamos que todas esas alternativas me parecen plausibles y ciertas a la vez. A veces no saben ni lo que buscan, aun buscándolo con ferocidad. Otras veces sí saben lo que están buscando, aunque les resulte esquivo y no lo logren encontrar, y a veces incluso encuentran lo que buscan. Vamos a concederles también esa posibilidad… hay que ser benevolente con los personajes.

 

S.- De alguna manera, ¿Ese lugar no lo buscamos todos? ¿No sentimos todos ese anhelo de que el contacto con otras personas sea auténtico, real, emocionante?

El anhelo de lo infinito… supongo que eso es lo que sentimos todos, por lo menos algunas veces y disfrazado de múltiples maneras. Cuando el contacto con otras personas es real y emocionante, como tú dices, se cumple algo de ese anhelo. Y eso no solo en el amor erótico, desde luego, sino en las múltiples caras del amor.

 

S.- ¿Qué tiene de fábula ‘Un tercer lugar?

Quizá tiene de fábula todas las licencias que me permito con los personajes, en el sentido de no sentirme atrapada por ninguna de la reglas que impone lo real, o mejor dicho por esa exigencia de “verosimilitud” que a veces nos imponemos -creo yo que innecesariamente- cuando hacemos ficción. Creo que esas reglas son más bien un espejismo, fruto del miedo o del hecho de estar acostumbrado a mirar ciertas cosas siempre de la misma forma. En realidad, y valga la redundancia, yo creo que lo real es mucho más polimorfo, y versátil y sorprendente de lo que a veces pensamos. En cualquier caso, estoy pensando en la noción de 'fabula' más en su acepción de “invención” que como género literario. En sentido estricto, creo que 'Un tercer lugar' no sería una fábula, porque sospecho que tiene más de enigma que de moraleja.

S.- … y la ironía siempre presente…

Siempre presente, sí. La ironía es para mí una gran aliada, una maestra inspiradora. Me ayuda a profundizar, a relativizar, a introducir la diversidad de puntos de vista. Hay que usarla con cautela, porque la ironía es un arma tan poderosa y tan seductora que a veces es capaz de tomar el poder. Así que de alguna manera hay que domarla un poco. Permitirle, por ejemplo, que enmascare el dolor, pero solo para que así podamos trabajar un poco más sosegados con él, mirarlo un poco esquivamente y no tan de frente. Rilke advierte de los peligros de la ironía: dice que hay que emplearla con pureza, nunca en los momentos de esterilidad, y solo si sentimos que nos pertenece de manera genuina, como instrumento serio. Supongo que el mayor peligro de usar la ironía en los momentos de esterilidad sería el de caer en la mera ocurrencia. La verdad es que yo sí siento que la ironía me pertenece como instrumento genuino; procuro usarla con cautela, y también con gratitud, porque es, como sugería al principio, una maestra. 

 

S.- ¿Te influyen otras disciplinas artísticas a la hora de escribir y dirigir? 

Supongo que me influye todo lo que vivo, incluyendo ahí las experiencias de orden artístico. Creo que me influye lo que me nutre e inspira, pero también lo que duele o cuesta o es más difícil de manejar, y por supuesto también lo que no comprendo. A veces, incluso, cuando me sorprendo in fraganti en un dolce (o amargo) far nienti y estoy a punto de reprenderme a mí misma, me recuerdo que “soy una artista” y que por lo tanto nunca se sabe cuando estoy trabajando. Es una buena coartada, que me concedo menos de lo que desearía.

 

S- Autora y directora. ¿El autor dirige mejor su propia obra?

Yo dirijo mis obras porque lo necesito, porque para mí la escritura y la dirección son indisociables, sobre todo en el sentido de que no siento la obra completa hasta que la llevo a escena. Creo que cada obra está ahí porque surge una pregunta, una inquietud, una urgencia que hay que atender; la escritura y la dirección para mí son partes de ese camino, ambas indispensables para poder atender esa urgencia.   

 

S.- … e interpretarla…

Interpretarla ha sido un plus… Un plus precioso, la verdad, en esta ocasión. Lorena López es una actriz, en mi opinión, extraordinaria, que le daba al personaje de Matilde una calidad muy especial. Estoy muy contenta de haberla elegido para el papel. Ahora la sustituyo para la gira porque ella está trabajando en una serie. He interpretado a Matilde ya en el Palacio Valdés de Avilés y fue extraño y emocionante. Sentía que todo salía solo, casi como si estuviera poseída por el espíritu de Matilde. Me sentí más una médium que una actriz. Sospecho que es porque la entiendo como si la hubiera escrito y la hubiera vivido antes de escribirla… 

S.- ¿El tercer lugar es un paso obligado para cualquier pareja?

Yo diría que no. Hay tantos tipos de pareja… Además mantengamos esa ilusión del tercer lugar como lugar excepcional y de ensueño, o bien como ese otro lugar solitario de transformación que hay que habitar antes de la unión lograda. 

 

S.- ¿Es posible alcanzar ese tercer lugar en pleno siglo XXI?

Del mismo modo que pronunciamos ese célebre “nada humano me es ajeno”, creo que a ningún siglo le es ajeno nada esencialmente humano. La necesidad de un encuentro genuino, el erotismo como misterio profundo o el anhelo de lo infinito, que son en definitiva los asuntos que giran en torno a esa noción de “un tercer lugar” tal y como yo la leo en Handke, son cuestiones esencialmente humanas. Es de esperar que la humanidad del siglo XXI sea tan humana como la de cualquier otro siglo, con sus peculiares fracturas, crisis, pecados, hallazgos, iluminaciones. Es la bendición y la pesadilla: nunca dejamos de ser humanos. 

 

S.- ¿La ficción para llegar a la realidad, o la realidad como punto de partida para alcanzar la ficción? 

Puede que cada uno tenga su camino preferido, no lo sé. Yo diría que en mi caso el recorrido ha sido más bien de la ficción a la realidad, con todas las comillas que se pueda poner a eso, claro está. Cada vez le tengo mayor respeto a esa maestra que es la realidad, pero he de confesar que de niña le huía y de adolescente la vapuleaba bastante. Quiero decir que he tenido desde siempre cierta tendencia a inventar mundos a medida, a refugiarme en la lectura y la fantasía. También debo agradecer a la ficción que me haya abierto la puerta a mundos tan diversos, a disciplinas en las que tal vez no habría indagado si me hubiera entregado a una profesión “más disciplinada”, en el sentido de exigir más especialización y renuncia. El teatro es mi manera de estar en la vida, y el teatro puede tratar de absolutamente todo; eso es una libertad que produce un vértigo feliz.  

 

'Un tercer lugar'

Texto  y  dirección:Denise  Despeyroux

Reparto: 

Íñigo  Rodríguez-Claro: Tristán

Vanessa  Rasero: Cordelia

Giovanni  Bosso: Samuel  

Sara  Torres: Carlota  

Pietro Olivera: Ismael 

Lorena  López (sustituida en la gira por Denise Despeyroux: Matilde 

 

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