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{DEPORTE / ATLETISMO}

'El atletismo ha cambiado mucho, pero no a mejor'

José Luis Álvarez, entrenador de atletismo y probablemente el mejor juez de pelota del Adarraga

El tartán de la pista de Atletismo del Adarraga está empapado. Son las nueve y media de la mañana y sobre Logroño ha caído una tromba de agua espectacular. A un lado, entre la valla que delimita el acceso a la calle Uno y la entrada a los vestuarios un grupo de personas conversa en corro. Tres atletas, el responsable del mantenimiento de las pistas y el protagonista –el centro de la conversación-, José Luis Álvarez, el entrenador que lleva toda una vida entre el anillo atlético y el frontón de pelota. José Luis cuenta anécdotas de días de entreno bajo la lluvia, motiva a las dos chicas y al chico que en unos minutos comenzarán su entrenamiento bajo un cielo que no tiene pinta de dar tregua.


Al ver entrar al periodista en las instalaciones, José Luis se separa un instante para saludar. En tan sólo unos minutos constato que todo lo que me han contado sobre él es cierto. Es una leyenda. Cada persona que entra o sale de los vestuarios le saluda con cariño. Le piden consejos, y bromean: “Ya era hora de que te entrevistaran”, “tú sí que tienes cosas que contar”, "cuenta lo de aquel día... habla de cuando teniais que...".


José Luis explica el plan del día a sus atletas. Dos se pierden por los parques aledaños, les toca carrera continua, la otra chica inicia un bloque de cambios de ritmo sobre la hierba que rodea la pista; por algo a José Luis le conocían como ‘El rey del Interval’. “¿Te importa que comencemos la conversación aquí, así puedo seguir el entrenamiento”. No hay problema; todo lo contrario. A tan dólo un paso de la salida de los cien metros iniciamos la entrevista.


SPOONFUL.- ¿Cómo empiezas a relacionarte con el deporte?

Bueno… como yo no iba a la escuela pues todos los días leía el Marca y ahí comenzó a despertarse mi interés por el deporte, siempre ha sido lo que más me ha interesado. Ese interés me llevó a seguir leyendo libros relacionados con el deporte; aunque después compruebas que la experiencia es más importante que los libros… También de la práctica deportiva aprendes, porque siempre de uno y de otro se aprende algo. Si asimilas las cosas que vas aprendiendo para luego desarrollarlas serás mucho mejor. De los libros que leía, luego aplicaba lo que yo creía conveniente.


S.- … y ¿cuál es el primer deporte al que te enganchas?

A la pelota, al primer deporte que me enganché fue a la pelota. Estaba todo el día en el frontón. Las pelotas nuevas me las daban a mí para sobarlas. En el atletismo empecé con Iluminado Corcuera, él fue el primer entrenador que tuve, pero a los dos años se fue a Barcelona a trabajar a la SEAT. Allí, en Barcelona, fichó por el Barsa. Destacó en el cross y estuvo a punto de ir a los Juegos de Japón en los 10.000 metros.

 

A la pista han llegado más atletas. Algunos inician un ligero trote alrededor del anillo; otros realizan tandas de series y otros diagonales sobre el campo de aterrizaje de la jabalina. Todos saludan a José Luis antes de iniciar el entreno. Uno de los operarios de mantenimiento de las instalaciones se acerca –ha sido discípulo suyo también: “cuéntale cuando nos llevabas a entrenar por campos arados”. José Luis se ríe entre travieso y agradecido: “Y lo bien que os venía”. El operario se aleja asintiendo.
S.- Has podido contemplar prácticamente toda la evolución del deporte, de no existir infraestructuras a tenerlas para casi cualquier disciplina e incluso, ahora, el miedo a perderlas por falta de presupuesto…

En cuanto a las instalaciones sí, ahora tenemos unas muy buenas infraestructuras pero no están apreciadas. Para lo que son –y mira alrededor suyo, al conjunto que hoy es el complejo deportivo del Adarraga, frontón, pista de atletismo, gimnasio, polideportivo y piscina- no hay actividad, especialmente en las pistas de atletismo. También se ha notado en la preparación de los pelotaris. Antiguamente no se hacía preparación física y ahora la base es, precisamente, la preparación física. Titín comenzó a trabajar conmigo la preparación física, cuando era aficionado. Cuando pasó a profesionales ya cogió a un profesor de Educación Física y actualmente sigue con él.


La conversación se dirige hacia la pelota, pero no descuida ni un segundo a su atleta en la pista: “Más despacio, baja el ritmo”. Una indicación a cada vuelta completada.


S.- La preparación física ha podido favorecer también que se alarguen las carreras de los pelotaris, ¿no?

Es que antes la pelota no era tanto una carrera, era distinto. No se pensaba en tener una carrera. Ahora, yo los veo entrenar y no lo hacen como yo quisiera hacerlo. Bueno, cada maestrillo tiene su librillo, ¿no? No concibo que en los grupos de pelotaris, en los que entrenan a la vez doce o quince, hagan todos lo mismo. No es lo mismo un entrenamiento para un delantero que para un zaguero, porque sus movimientos son completamente distintos. El zaguero va de frente a la pelota y el delantero tiene que desplazarse en diferentes direcciones. No entiendo que quince pelotaris hagan lo mismo cuando entrenan. No es que yo sea más listo que nadie, pero…


S.- ¿Y en el atletismo has visto también esa evolución? Como eran los entrenamientos hace unos años y como son ahora…

Sí hay diferencias, pero en un momento u otro el entrenamiento siempre tiene que tener una finalidad. Meter a los atletas a correr por un campo labrado no es para ganar velocidad, es para ganar potencia, fuerza. Y con la velocidad pasa igual, para ganar velocidad no puedes hacer series largas, tienes que hacer series cortas. Y desde la velocidad se va al fondo, sumando más repeticiones.


S.- ¿Cómo recuerdas aquellos años en los que empezabas a preparar atletas?

El que hacía atletismo lo hacía porque le gustaba y disfrutaba. Luego el que tenía condiciones pues tiraba para adelante, pero todos disfrutaban. Entrenábamos a las siete y media, cuando salíamos de trabajar. Nos juntábamos veinte personas a hacer gimnasia; entonces no se podían juntar las mujeres con los hombres. Hace poco me encontré con un vecino que recordaba aquellos tiempos y me decía: “Que bien en aquellos tiempos que hacíamos gimnasia, no nos dolía nada”. Era una gozada, veinte personas, de todas las clases ¿eh? De los tres días que hacíamos gimnasia, el primer día era de cintura para arriba, brazos, tronco; el segundo día, al revés, era trabajo de piernas; y el tercero, era un complemento de ejercicios en los que se subía, se bajaba… la gente estaba encantada y encima veía los resultados. Los domingos íbamos a misa de siete y media a San Bartolomé, después andando hasta Las Gaunas, nos cambiábamos, y desde allí al pantano corriendo. Era parte del entrenamiento de los días de fiestas. Luego nos duchábamos con agua fría, entonces no había agua caliente.


S.- Hablabas antes de Iluminado Corcuera. Hubo un momento que en La Rioja eráis los dos únicos entrenadores de atletismo.

Sí, cuando él volvió de Barcelona. El entrenaba al Cantabria y yo entrenaba al Loyola. Éramos como hermanos, pero…


S.- … pero ¿había rivalidad?

Rivalidad deportiva, pero mucha. Mucha, mucha rivalidad, porque además cada club tenía gente, no es como ahora que hay cuatro atletas. Yo contaba con doce o quince atletas y Corcuera tenía otros tantos. Alguna vez, recuerdo una prueba de cuatrocientos vallas, a punto de pegarse… había rivalidad, sí.

 

José Luis recuerda que iba corriendo a trabajar y a cualquier sitio al que tuviera que ir. Disfrutaba. También, la primera vez que montó en un tren. Fue para ir a La Coruña a un Campeonato de España de Educación y Descanso. “Corrí 800 metros y el 10.000. Entonces no conocíamos aún las zapatillas de clavos. En la primera semifinal, de doce, quedé el sexto y me clasifiqué para la final, con una marca de 2’10’’, que hoy –apunta orgulloso- los chavales no hacen ese tiempo. En la final quedé el séptimo. Luego corrí el 10.000, pero para terminar y nada más”.
S.- ¿Sacaste buenos mediofondistas y fondistas?

Marcelina Hernández, Aguado, Atilano, Víctor Loza. Loza hubiera sido un Mariano Haro. Tenía unas condiciones innatas. La madre se le murió pronto, se puso a estudiar; ahora tiene una academia y la va muy bien. Me alegro mucho. Recuerdo que fuimos a un campeonato a Irún y estábamos paseando por la playa de Fuenterrabía y Víctor cogía arena, la metía en un frasco y cuando le preguntabas que por qué lo hacía te respondía que para hacer experimentos. Era muy inquieto.


S.- En aquella época el atletismo se identificaba mucho con las pruebas de cross y con el barro de aquellos circuitos del norte, ¿no?

Sí, sí. Y es una pena que eso se haya perdido porque de ahí salían las figuras para la pista, porque después de correr con dificultades cuando corrían más fácil en la pista se notaba. Ahora cualquiera corre el cross, porque no es cross, son pistas de hierba. Recuerdo que en el cross de Lasarte había tramos, algunos en subida, en los que no pegaba el sol en todo el año y la hierba estaba alta; hierba alta y barro todo el que querías, porque no pegaba el sol… (se ríe).


Trasladamos la conversación a la cafetería del frontón. Por supuesto nos reciben con un: “Buenos días, ¿Qué tal estás José Luis”. No tiene que pedir nada, ya lo saben. Un vino y un bocadillo de tortilla francesa para el entrenador. Así que nos sentamos entre imágenes de históricos pelotaris y encendemos de nuevo la grabadora.


S.- Los atletas que preparaste con los que he hablado te consideran como el padre de aquella generación y comentan que cuando les faltaba cualquier cosa tú se la facilitabas, fueran zapatillas o un chubasquero… lo que hiciera falta.

Claro. Yo estuve trabajando en una tienda de deportes que estaba en la Gran Vía de Logroño, donde está hoy la librería. Llevaba mucha gente a la tienda y también tenía facilidades para conseguir el material que hacía falta. No había un acceso, por ejemplo, tan sencillo a las zapatillas como lo hay hoy. Nadie se podía quedar sin correr o participar en su prueba porque le faltara algo de material.


S.- Era una época en la que se compartían las zapatillas entre los atletas, ¿no?

Sí. Se las llegaban a cambiar de una prueba a otra. Aún tengo zapatillas de clavos de las que se usaban entonces en un pequeño almacén. Ahora nadie las quiere usar y tampoco lo entiendo mucho porque tienen clavos que es lo importante. Lo que pasa es que no son elegantes, están anticuadas, no son bonitas. De aquella época recuerdo a un atleta, gallego creo que era, que cogió unas zapatillas y le dijimos “¡A dónde vas! Si son cuatro números más que el tuyo”. “ –dijo- pero de ancho me están perfectas”.


José Luis se ríe, por un momento parece haber visto a aquel atleta gallego dispuesto a correr con las zapatillas que fuera, porque lo importante, a fin de cuentas, era correr. A la mesa se acercan la chica y el chico que habían salido a correr fuera de las instalaciones. El entrenador se había hecho cargo de sus bolsas mientras tanto. ¿Qué tal ha ido?, pregunta. Han cumplido el plan y terminado el día con unos cambios de ritmo sobre la pista. Aprovecho para preguntarle por sus métodos de entrenamiento.


S.- Te llamaban el ‘Rey del Interval’…

Supongo que era por lo que te contaba antes. Hacíamos diferentes distancias y muchas repeticiones. Eso es el interval, repetir una distancia a distinto ritmo. Así, consigues entrenar a más ritmo del que vas a llevar en competición. Explicado de forma simple y sencilla, el beneficio se produce el día de la prueba ya que corres a un ritmo por debajo del que has entrenado y eres capaz de mantenerlo.
S.- ¿Aquella fue una generación importante en el atletismo?

Sí, sí. Igual entrenábamos quince o veinte personas todos los días en Jesuitas. Unos corrían, otros hacían pértiga, otros lanzaban peso. Era un entrenamiento en grupo, pero cada uno hacía lo suyo.


S.- Me han chivado que te gustaba el cross de Lasarte y que acudíais los atletas con toda la familia…

Sí. Yo hice la mili en Irún y estando allí ya me acerqué a ver la carrera. Después llevaba a la gente que entrenaba, uno de ellos Víctor Loza –del que hemos hablado antes-, que sin ser juvenil corrió en una categoría superior. Allí había gente que daba gusto verlos correr.


S.- Los atletas con los que he hablado destacan que contigo todo aquel que quería practicar atletismo tenía cabida en tu grupo de entrenamiento, daba igual la marca que tuviera. No entrenabas sólo a los buenos.

No, no, no. Para mí todos eran y son iguales. Procuraba prepararle a cada uno el entrenamiento que le correspondía. Intentaba indicarles que prueba era la que mejor se adaptaba a sus condiciones. Igual te llegaba un chaval y te decía que quería hacer salto de altura y siquiera despegaba los pies del suelo, pero bueno seguro que había una prueba a la que se adaptaba mejor. Para mí todos eran iguales…


S.- ¿Sabes que te consideraban el Robin Hood del atletismo por esas cosas?

No…. –se ríe y se emociona- no, no lo sabía….


S.- El atletismo ha cambiado mucho desde aquella época de la que hablábamos, ¿no?

Ha cambiado mucho, pero no a mejor. Hace unos años salían figuras de verdad. Hace unos años se disputaban los Juegos Universitarios y de ahí salieron cantidad de atletas. Ahora ya no se hacen. Ahora hay más estudiantes que antes… ¿por qué no se hace ese tipo de campeonatos?


S.- ¿Puede tener que ver con que el atletismo exige más esfuerzo que otros deportes?

… No lo sé…. También, date cuenta, que antes los estudiantes tenían menos asignaturas que ahora y tenían más tiempo para hacer deporte.


S.- ¿Pero el fútbol sigue teniendo infinidad de practicantes?

… buff, del fútbol mejor no hablemos porque sino…


S.- Quizá el problema del atletismo es que exige salir a entrenar, a correr, un día como hoy que está lloviendo, hay que hacer series o ejercicios que puede parecer que no son divertidas…

El que hace atletismo es porque de verdad le gusta. Es al revés que el fútbol. En el fútbol primero cobrar y luego ya veremos.


S.- De vez en cuando sale algún o alguna atleta nueva, pero son pocos…

Hay muy pocos practicantes….


S.- Pero en cambio hay mucha gente que práctica el atletismo popular, cada vez más… Es complicado incluso inscribirse en algunas carreras.

Sí, pero es más cómodo. Muchos de ellos hacen siempre el mismo entrenamiento; mientras que en la pista un día toca una cosa, otro día otra, y otro, otra distinta. Siempre con el mismo entrenamiento es difícil mejorar, estarán ahí, pero se estancarán.


S.- ¿Qué se puede hacer para atraer a más gente al atletismo?

Pues dar más facilidades en todos los sentidos. Por ejemplo, desde los profesores de educación física. Si saben de atletismo saben la base de todos los deportes y si consiguen que los alumnos comiencen a hacer deporte desde el atletismo es más fácil que después también asimilen mejor otros deportes, el baloncesto o el balonmano, por ejemplo. Pero además, habrán descubierto el atletismo. Pero se hace al revés, se enseña a jugar a balonmano pero sin una base en atletismo, que creo que es lo importante.


S.- Y luego, los medios de comunicación no hacen mucho caso al atletismo, ¿no?

No, nada. Los medios de comunicación sólo hablan de fútbol, fútbol y fútbol…


S.- Quizá tan sólo cuando se produce algún caso de dopaje…

Entonces sí, entonces hablan de atletismo.


S.- Por cierto, el dopaje está haciendo mucho daño a deportes como el atletismo o  el ciclismo. El último caso en España, el de Sergio Sánchez, ha sido curioso… no ha sido una sorpresa en el mundillo atlético nacional…

No, no. El noventa por ciento o más, de una manera u otra, se ‘piplan’. Yo no concibo que el día D a la hora H el cuerpo de todos los atletas esté en su mejor momento para competir. El cuerpo no está siempre igual, afecta lo que comes, lo que bebes y luego ves las competiciones importantes y allí todos están el día D a la hora H en perfecto estado de forma.
S.- Cambiamos de deporte y pasamos a la pelota…

Bueno, he visto el cambio que ha ido produciéndose en el material de las pelotas. Antes, las pelotas tenían mayor volumen, eran más grandes. Contenían una pelotita de plástico duro, látex, con el que se iba forrando, lana y luego cuero cosido. Entonces, hay que tener en cuenta que la lana era lo que le daba volumen y era el motivo de que las pelotas antes fueran mayores, aunque pesaran lo mismo que las de ahora. La pelota era mayor y entraba fácil en la mano, pero ahora ya no es lana sino fibra y el volumen es menor. Ese es el motivo de que los pelotaris lleven las manos forradas, sino no podrían golpear la pelota. Yo tenía un vecino que era pelotari y nunca, nunca, se ponía esparadrapos. ¿Sabes que hacía? Cuando se levantaba metía las manos en un calderín de agua caliente y eso le endurecía las manos.


S.- También has visto pasar la pelota de ser un deporte aficionado a ser profesional…

Antes se jugaba por afición y ahora se juega por dinero. Ahora, ponen dinero y a jugar donde sea. También ha cambiado la forma de jugar, antes se jugaba a bote y ahora es al revés, la mayoría de los pelotaris juega de aire. Si a los jugadores de ahora les quitas el aire no juegan ni el veinte por ciento.
S.- Te consideran uno de los mejores jueces de pelota que ha habido en el Adarraga.

Es un orgullo. Cuando se inauguró el frontón estaba yo de juez. Era el 19 de septiembre de 1964 y hubo partidos por la mañana y por la tarde. Por la mañana jugó una pareja de chavales de Albelda que se habían quedado campeones escolares y por la tarde jugó Barberito I.


José Luis hace ademán de sacar la cartera para pagar el almuerzo pero desde la barra no le dan ocasión: “José Luis estás invitado”. Salimos a la calle. Sigue lloviendo. Como buen entrenador no se cansa de incitar a la práctica del atletismo. “Si quieres –bromea- te entreno”. Comprueba que ha recogido los planes de entrenamiento del día, devuelve el saludo a tres corredores que le llaman desde la distancia y se despide camino de la parada del autobús; hace día para entrenar, pero no para caminar por la ciudad./Javi Muro





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