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{DEPORTE / ATLETISMO}

Joan Benoit, oro iniciatico, gloria eterna para Filípides

Ganó, en Los Ángeles 1984, el primer maratón olímpico en el que compitieron mujeres

En la vida sólo una pequeña parte de los sueños se cumplen, la mayoría se ronca. Algo así debía pensar Joan Benoit cuando decidió comenzar a correr. No era el deporte que más le gustaba –aunque se le daba realmente bien- pero tras fracturarse la pierna esquiando, era lo mejor para su rehabilitación. Tenía quince años.


 Así que se puso las zapatillas un día tras otro con la mente puesta en el próximo invierno y el descenso por la pista más empinada. Quizá, la misma en la que se había roto la pierna. Sería como dar un nuevo golpe –esta vez de efecto- y quitarse de un plumazo el temor que pudiera acompañarla al regresar a la nieve. Aún no sospechaba que iba camino de convertirse en un mito; en la primera mujer en ser campeona olímpica de maratón.


Joan no descuidó su recuperación e insistió con la carrera a pie; tanto, que le acabó disfrutando de cada entrenamiento. ¿Entrenamiento? ¿En qué momento el ejercicio de rehabilitación se había transformado en entrenamiento? La respuesta sólo la conocen Joan, sus zapatillas y los caminos que recorría cada mañana. A las buenas maneras como corredora, que ya apuntaba en el instituto, les dio continuidad años más tarde en la universidad. Y casi sin quererlo estaba inscrita en el maratón de Bostón.


Aquel día de 1979, antes de comenzar la carrera sufrió un nuevo pequeño incidente. El vehículo en el que se desplazaba hasta la salida se encontró encajado en un atasco de tráfico. La carrera iba a comenzar y allí nadie se movía. Así que Joan decidió recorrer los dos kilómetros que le separaban de la salida corriendo y, después, cerca de la hora límite inició el recorrido de 42,195 kilómetros junto al resto de las atletas.


Dio las primeras zancadas de la prueba instalada en la parte trasera del grupo de corredores y poco a poco se fue destacando. Nadie la conocida, pero ganó. Lo hizo con un tiempo de 2h35’15”. Comenzaba una leyenda de las carreras de larga distancia.Como toda buena historia, la Joan también tiene su preámbulo y ese se encontraba en la figura Kathrine Switzer, la primera mujer que corrió –camuflada bajo una sudadera- un maratón, cuando la participación femenina estaba vetada y abrió, así, la puerta a Joan para que pasara a la historia olímpica en Los Ángeles 1984.


La mala suerte siguió acompañando a Joan Benoit algunos años más. A principio de los años 80 tuvo que operarse el talón de Aquiles. Daba lo mismo, la gloria del Olimpo tras la gesta de Switzer estaba allí al lado, a tan sólo unas zancadas. Así que continuó su preparación con el objetivo del oro perpetuo en su mente.

 

Ganó el maratón de Eugen (California), con un tiempo de 2h26’11”; repitió victoria en Boston –ésta ya esperada-, batiendo el record del mundo con una marca de 2h22’43”. Superó en casi tres minutos la plusmarca que, tan sólo un día antes y en Londres, había establecido la noruega, Grete Waitz.


Benoit estaba en plena forma, resistente y rápida. Lo demostró capturando la medalla de oro en los 3.000 metros de los Juegos Panamericanos. El Olimpo estaba cada vez más cerca.

 

Los Juegos Olímpicos de Los Ángeles fueron extraordinariamente importantes para el atletismo femenino. Por vez primera, las mujeres podían disputar la prueba de maratón. Joan sabía que era su momento; el instante que comenzó a fraguarse aquel día en el que se rompió la pierna esquiando.
La norteamericana no esperó a nadie. Desde el primer momento se colocó en cabeza y comenzó a avanzar en solitario. Al igual que sucediera en su primera aparición en la distancia de Filípides, hacía ya cinco años, estaba sorprendiendo a todo el mundo. Las rivales y los comentaristas deportivos comenzaron a hablar de táctica suicida y apuntaban al calor y la humedad de Los Ángeles como enemigos a sumar a la distancia.


Joan no pagó el alto ritmo que impuso desde el inicio de la prueba y llegó al estadio olímpico parando el crono en 2h26’57” y con una amplia ventaja sobre la segunda clasificada –más de un minuto-, Grete Waitz, y la tercera mujer en cruzar la meta, que fue Rosa Mota. Aquel registró pasó a convertirse en record olímpico y no fue batido hasta los Juegos de Sydney, dieciséis años después.

Joan Benoit tuvo el honor de subir al primer escalón del podio del maratón olímpico femenino por primera vez y sentarse así para siempre en la historia del atltismo.
Aún tuvo tiempo de mejorar su marca y cosechar triunfos importantes. El último en el maratón de Chicago en 1985. Benoit ganó con un tiempo de 2h21’21”. En esta ocasión, la extraordinaria marca no fue record del mundo, ya que Ingrid Kristiansen –cuarta en los Juegos de Los Ángeles- había parado el reloj en 2h21’06”, en el maratón de Londres, tan sólo unos días antes.


Poco a poco las lesiones fueron apartando de Joan de las carreras. Ya retirada escribió algunos libros sobre atletismo y su pasión por la carrera a pie, al tiempo que ejercía de entrenadora y comentarista deportiva.


Hoy, cuando el record del mundo de maratón femenino lo ostenta la británica Paula Radcliffe con 2h15’25” y miles y miles de mujeres participan cada primavera y cada otoño en todos y cada uno de los maratones que se celebran por el mundo, parece de broma que Kathrine Switze y Joan Benoit tuvieran que iniciar una rebelión para disfrutar de los 42,195 kilómetros que separan la salida de la gloria./Javi Muro

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