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{DEPORTE / BALONCESTO}

'Djordjevic era grandioso, en la cancha, hablando y motivando al equipo'

Salva Diez puede presumir de haber ganado tres ligas y una copa con el Barcelona; también de haber disputado dos finales de la Copa de Europa; estaba allí cuando el famoso e "ilegal" -recuerda- tapón de Vranckovic a Montero. Logroñés de la escuela de baloncesto de los Maristas, pronto marchó a jugar a Vitoria -exigiendo estudios, casa y comida-, de allí un breve paso por Burgos y el fichaje por el Canarias. Fue su primer contacto con el baloncesto profesional y, sobre todo, con su ídolo, Carmelo Cabrero. De las islas pasó a Valencia donde batió el record de asistencias por partido (8) de la Liga, en dura pugna con el hoy entrenador del Real Madrid, Pablo Laso. Aito García Reneses lo repescó para el Barcelona, convirtiéndose en un especialista defensivo. Más de 12.000 minutos disputados en la ACB, 519 partidos -el 17 jugador que más encuentros ha disputados- y 750 balones robados; múltipliquen por dos o, incluso tres, y descubrirán la verdadera magnitud del juego del base riojano. Sus último partido en la elite los disputo en Sevilla, en el Caja San Fernando. En la cancha lo tenía claro, "lo importante es la gente, y el público quiere espectáculo, así que siempre preferí dar una pase a un compañero para que metiera canasta hacia abajo, que dar yo dos pasos y hacer una bandeja"./Javi Muro


Spoonful.- Por retroceder un poco en el tiempo, ¿recuerdas tu primera canasta en el colegio, en los Maristas de Logroño? ¿Fue en el pabellón o en el patio?

La primera canasta fue fuera, en el patio. Recordamos con muchísima ilusión –sobre todo, todo aquel grupo que formábamos el equipo- cuando se inauguró el pabellón; por que disponer de esa instalación, de un pabellón, y poder jugar en un sitio cerrado, poder entrenar aunque lloviese e hiciese frío, era extraordinario. La primera canasta en el pabellón la metió un compañero nuestro, Sáenz Benito. El disponer del pabellón fue un acontecimiento para nosotros.


S.- Seguro que has vuelto por allí en más de una ocasión, pero ¿al encontrarte en el patio o en el polideportivo te ha venido la idea de ‘aquí empezó todo’?

Muchas veces. Además, ahora el equipo del Clavijo ha vuelto a retomar ese pabellón como punto de cantera y mi hija juega allí. Cada vez que voy a verla, los recuerdos de aquellos partidos regresan y del público que venía vernos; bastante gente teniendo en cuenta que éramos chavales de diecisiete años. Eso no se olvida fácilmente. Y los compañeros de entonces que ahora son amigos, seguimos viéndonos y seguimos hablando. El baloncesto nos ha juntado tanto que muchísimos de ellos son mis mejores amigos.


S.- Muy joven y seguro que con muchos sueños, ¿en qué jugadores te fijabas entonces?

Entonces la tele era en blanco y negro y prácticamente todos los partidos baloncesto que veíamos eran del Real Madrid. Mi ídolo era entonces Carmelo Cabrera, con el que coincidí años después jugando en Canarias. Para mí fue increíble. Recuerdo el viaje de ida, nada más fichar, y mi ilusión y preocupación era ver cuando podía coincidir con Cabrera. Yo lo había visto por televisión cómo jugaba y te decías, quiero parecerme a él. Sin grandes pretensiones, simplemente me gustaba cómo jugaba y yo quería jugar así.


S.- Y llega un momento en que todo se acelera. ¿Tienes la sensación de que del equipo de Maristas, con el paso por Vitoria, hasta el fichaje por Canarias todo sucedió muy deprisa?

Estando en Logroño me vinieron a buscar para jugar en Vitoria. Entonces mi aspiración era que me pagaran los estudios, la casa y la comida; después me daban una cantidad muy pequeñita por jugar. Entrenábamos una vez al día. Después estuve un tiempo jugando en Burgos, tras tener una lesión. Pero el paso de verdad, con el que te das cuenta de que puedes tener una carrera profesional, es cuando voy a Canarias. Por los entrenamientos, por todo el proceso de preparación de lo que es el baloncesto, entrenamiento por la mañana, preparación física, vídeos, ese paso se produce en Canarias.


S.- ¿Qué tiene Canarias y el baloncesto? Incluso ahora, parece que no están, pero incluso a los equipos grandes les cuesta mucho sudor ganar allí…

Efectivamente. Siempre se habla del cambio horario –se ríe- y de la situación de las islas, del cambio del tiempo. Pero Canarias es una cantera que ha sacado muchísimos y muy grandes jugadores y se sigue mucho el baloncesto. También es cierto que tanto Las Palmas y Tenerife cuando han estado con sus equipos de fútbol en Primera División han tenido una gran afición. Pero ahora, el baloncesto canario tiene dos equipos en la Liga ACB, y como dices, con unos equipos que en principio parece que no van provocar grandes males al resto, pero luego es muy costoso ganar en Canarias, siempre, siempre. Son equipos muy bien organizados. Sobre todo Gran Canaria ha conseguido una muy buena estructura, pero sobre todo es el que la gente acuda a ver los partidos y viva el baloncesto. Es difícil poder hacer equipos si no tienes una afición que esté apoyando, que lo respalde. Es imposible.
S.- ¿Qué supuso para ti el paso por Canarias?

Canarias es donde yo me formo como jugador…se dice fácilmente esto…  pero allí me formé como jugador y como persona…, pero es cierto que la formación de una persona se va haciendo cada día. Vas conociendo gente, lugares, te das cuenta de la importancia de conocer otras gentes, otras culturas, otro tipo de comer, de estar, por tiempo, por lo que sea. Allí en Canarias me hice más jugador. Reconozco que el primer año en Vitoria, con Iñaki Uriarte, me aportó muchísimo, me enseñó sus valores defensivos que es lo que ha sido siempre una cualidad mía. En Canarias, el jugar mucho y el tener la suerte de hacerlo bien, por trabajo, dedicación y suerte, me abrió las puertas a fichar por otros equipos con, en principio, objetivos muy superiores.


S.- De la isla, pasas a Valencia. Entonces el equipo valenciano estaba decidido a crecer y situarse entre los grandes, ¿no?

Eso es, Valencia quería hacer un proyecto para competir con los grandes del baloncesto. De presidente estaba Roch –el presidente de Mercadona- y querían hacer un gran equipo; siempre fue su aspiración. Le gustaba muchísimo el baloncesto y le sigue gustando. La oferta que me hicieron me interesó a nivel deportivo y a nivel económico. El paso a Valencia fue muy importante para mí, a pesar de no haber conseguido títulos como el presidente quería o entrar en Europa –apunto estuvimos-, pero aquel equipo sentó las bases para años después lograr retos importantes.


S.- ¿Hubo, quizá, demasiada exigencia con aquel planteamiento de equipo que se hizo en Valencia?

Claro… es que los fichajes venían del Madrid, del Zaragoza, de equipos muy importantes. La verdad es que teníamos un equipazo. Lo que pasa es que a veces los equipos hay que hacerlos no sólo fichando los jugadores que crees son mejores; así no siempre lo tienes ya todo. Es cierto que es difícil de entender. Por ejemplo, cuando habla la gente de periodos de adaptación yo no creo mucho en eso. Un jugador profesional no puede estar un año o dos años adaptándose a la ciudad, adaptándose al entrenador; todo eso tiene que ser mucho más rápido. Todo eso nos condicionó.


S.- A Valencia llegas como un base creador de juego, que da espectáculo. Incluso bates el récord de asistencias en una temporada (ocho por partido)…

En Valencia estuve cuatro años y la verdad es que en los dos primeros me salieron muy bien las cosas. El récord de asistencias fue una bonita pugna con Pablo Laso; estábamos los dos viendo quién daba más pases de canasta.


S.- ¿Es ese el baloncesto que más te gusta porque se te identifica más como un extraordinario defensor?

Sí. Disfrutaba más si íbamos dos en un contraataque y podía dar un pase; si había posibilidad de pase nunca acababa la jugada. Me gustaba más tener visión de juego para dar un buen pase que anotar yo la canasta. Es cierto que se me ha considerado un jugador defensor, y me parece muy bien porque ha sido una de las facetas de mi juego. Pero aun así, en ataque, el factor asistencias siempre ha estado presente en mi forma de jugar. Tenía claro que es más espectacular una canasta hacia abajo de un compañero que una bandeja mía a dos pasos. Es más bonito que uno de los pivot machaque la canasta y se quede colgado; le gusta mucho más a la gente, eso es espectáculo y no puedes olvidar que dependes de que la afición vaya al pabellón y apoye al equipo. Le tienes que dar algo más, que le guste y que disfrute.
S.- En el baloncesto español se ha recuperado el debate que habla de que los tanteos elevados son sinónimo de espectáculo y diversión; los resultados bajos, de aburrimiento. Por remontarnos a tu época en el Barcelona, en el temporada 95/96 los cruces Madrid/Barsa finalizaron 102-110 y 77-84… ¿Qué opinas?

Es cierto. Siempre se ha considerado –muchos veces con parte de razón- que meter pocos puntos es un partido malo. Pero cuando le preguntan a un entrenador qué es lo que quisiera de su equipo, pues contesta que defendiesen bien, porque defender bien supone robar más balones y vas a poder salir más veces en contraataque. El defender bien puede suponer la posibilidad de correr más, pero sí que es cierto que el baloncesto ha cambiado. Hubo un momento en que el físico estaba superando mucho a la calidad técnica; se buscaban jugadores atléticos que pudiesen defender aunque su capacidad de tiro no fuese tan buena. Pero creo que en los últimos años eso también ha cambiado. Los jugadores ahora son mucho más completos; son técnicos, saben atacar, saben defender. Aun así, hay algo en el baloncesto actual que no acaba de enganchar. Los pabellones si se llenan cuando juega el equipo de casa, pero en televisión las audiencias continúan siendo bajas, incluso cuando se enfrentan Madrid o Barcelona. Sin embargo, con la selección es distinto. Está claro que hay algo que no se está vendiendo bien.

 

S.- Y enlazando, con el Barcelona, fichas por el equipo azulgrana en el año 93 ¿Realmente pasaste una prueba para fichar?

Sí. Cuando acabo mi contrato en Valencia, mi cuarto año, no es que me quisiera ir yo, es que no me quisieron renovar. En ese momento me molestó muchísimo, piensas... pero si no lo he hecho mal, como me pueden hacer esto. Pero luego te das cuenta que es así, que si uno que está ahí cuando acabas tu contrato y no te quiere renovar pues ya está… Pensé que puesto en el mercado iba a tener equipos para elegir, que me iban a llamar… A finales de julio no había tenido ninguna oferta, impresionante. La verdad es que fueron momentos difíciles. A finales de julio, tuve una llamada de Aito a casa. Me comentó que sabía que estaba sin equipo, que si quería ir a Barcelona, pero… que no sabía muy bien qué decisión iba a tomar porque contaba con otros dos bases –Montero y Galilea- y no tenía claro si quedarse con uno con otro o con los tres. Empezamos la pretemporada en agosto y Aito me dijo que a final de mes me comunicaría su decisión. Casualidades de la vida, al día siguiente de la llamada de Aito, recibí otra del Murcia que me ofrecía un contrato de un año, pero opté por hacer la prueba con el Barsa.


S.- … y con resultado inmejorable…

Durante el mes de agosto los compañeros me comentaban “tranquilo que te vas a quedar”… al final Aito se quedó con los tres bases. Para mí fue increíble. Firmé un contrato de un año; estuve cuatro temporadas renovando año a año.


S.- … y llegaron los títulos. ¿Hay algo mejor para un deportista que ganar campeonatos?

Mira, yo siempre he dicho que si no estás en un equipo grande, tienes que hacer grande a tu equipo. Pero es difícil ganar títulos si no estás en equipos así. Mi primer título, la Copa del Rey en Sevilla, que era la primera vez que ganaba algo importante, fue una satisfacción indescriptible. Mis compañeros ya habían ganado Ligas y Copas. Imagínate; Andrés Jiménez, Ferrán Martínez… pero para mí… Buaa!!! Y al año siguiente al ganar la Liga experimentas una sensación que nunca habías tenido; nada que ver con los reconocimientos personales como el número de asistencias. La sensación de poder compartir un éxito con los compañeros con los que has estado trabajando y entrenando todo un año; eso es lo mejor. Llega el final del partido y saltas y gritas y te abrazas a tus compañeros, eso es lo mejor. Vas recordando todo el año, lo que te ha ido bien, lo que te ha ido mal. Es la satisfacción por el trabajo bien hecho aunque sabes que eso no te garantiza los título, porque sino esto sería matemática pura. Es una parte muy importante dentro de lo que es el deporte.


S.- Y supongo que jugando en el Barcelona el nivel de exigencia  se incrementaría hasta límites muy elevados, ¿no?

La gente cuando dice que el Barcelona está obligado a ganar allá donde vaya es verdad. Es así. Es lo que hace que estos equipos sean tan grandes, la exigencia en todo momento. Ya puedes estar jugando contra el Madrid o contra el Obradoiro, sin despreciar a nadie. Lo digo porque hoy en día ganar a cualquier equipo es muy difícil. Mentalmente no hay un momento en el que decir este partido vamos a jugarlo más tranquilo, que va; hay que ganar y hay que ganar. Para el Madrid o el Barcelona quedar segundo es malo. Y además jugar contra los grandes es el partido especial para todos los demás equipos; enfrentarte a un equipo grande al que le puedes ganar. Los rivales lo dan todo. Jugando en el Barcelona no puedes relajarte nunca, juegues contra el primero, el segundo o el último. Al contrario, siempre hay que ganar.


S.- En el Barcelona cambia tu rol en el equipo, ¿no?

En Valencia estaba jugando treinta y tantos minutos de media, durante las cuatro temporadas. Hoy en día es impensable. En el Barcelona estábamos tres bases, José Luis Galilea, Montero y yo, con un rol importante que, sinceramente, en un principio pensaba que no tendría, ya que me imaginaba de tercer base. Pero bueno, Aito siempre ha sido un entrenador que hablaba de funciones específicas y de rotaciones. Ahí es donde comienzas a ver la importancia de rotar cuando juegas miércoles y sábado o jueves y domingo y la necesidad de contar con una plantilla en perfecto estado, que mentalmente esté bien.
S.- Y en tu caso, mentalmente ser consciente de que te va a tocar defender a la estrella rival…

Sí. Muchas veces cuando salíamos por el túnel de vestuarios a entrenar o jugar mis compañeros ya empezaban a decirme “la que te toca este fin de semana”. Cuando yo pensaba que iba a jugar menos en Barcelona acabé jugando bastantes minutos y aun saliendo desde el banquillo aprendí la importancia de estar bien mentalmente en tu papel. Porque si piensas que vas a jugar todo y después, por cualquier motivo, no estás jugando lo que esperabas mentalmente te vienes abajo. Al revés, estaba preparado para esa situación, para jugar a tope fuera un minuto, diez o veinte.


S.- ¿Aito fue el primer entrenador moderno del baloncesto español?

Sí, desde mi punto de vista sí. Como estratega y director de juego hacía cosas impensables. Decía pero cómo defienda ahora así o cómo saca ahora a este jugador. Innovaba mucho, en el sentido de cambios en el juego, de sacar a un hombre alto, de dos metros, a jugar de tres, como fue el caso de Andrés Jiménez, o jugar con cuatro exteriores y un solo hombre alto. Variaba mucho y como estratega innovó mucho.


S.- ¿Ves mucha diferencia entre el baloncesto de entonces y el de ahora? ¿Quizá el juego era más pausado, algo más lento, pero también algo más duro?

Posiblemente sí. Cuando juegas más despacio hay más tiempo para estar en contacto, con lo cual es más fácil el roce, la dureza. Había equipos, como el Caja de Ronda, que jugaban, como se decía entonces, a los treinta segundos de posesión. Y era muy difícil ganarles. ¿Si es mejor o peor? Nunca se sabe. Los jugadores buscan más ahora la rapidez; porque ahora se persigue mucho el espectáculo, como te digo dependemos mucho de la gente, de que se lo pasen bien. Ahora es posible jugar a veinte segundos, pero con bloqueos, cortes, salidas… es más rápido en general.


S.- ¿Qué jugador te creo más dificultades para defenderlo?

Ha habido varios, pero recuerdo sobre todo a dos. Drazen Petrovic. Me enfrenté a él jugando en Canarias. Salí del partido con la idea de "que bien lo he defendido, que bien he estado…" y me había metido 35 puntos sin despeinarse. El entrenador me decía has estado bien porque sus porcentajes no han sido buenos. Vale, pero metió 35 puntos. También Danilovic y algunos bases americanos rapidísimos como Amrstrong, que estuvo en Orense o Anderson…


S.- Te comento algunos nombres de jugadores con los que coincidiste, como compañero y como rival…

¿Antunez?

Los Madrid- Barsa era un enfrentamiento seguro con Antunez. Antes además, había demasiada pasión. Ahora lo veo como más frío y antes igual nos metíamos demasiado en escena y nos involucrábamos mucho. Había una tensión… que afortunadamente después se relajaba bastante fuera de la cancha. Pero si había mucha tensión cuando te estabas jugando títulos.


¿Laso?

Si, también jugué contra Pablo Laso. Coincidimos mucho –el es más joven que yo- en Vitoria. En nuestras carreras siempre coincidíamos en enfrentamientos, nunca en el mismo equipo. Nos llevábamos muy bien. Su padre era Pepe Laso, un grandísimo entrenador, y a Pablo se le veía ya, siendo tan joven, una calidad técnica increíble. Recuerdo que Roberto Gómez y yo fuimos a un campamento de baloncesto a Málaga –nosotros con dieciséis años- y al lo llevaron con trece y ya despuntaba por su calidad técnica. Y la verdad es que fue una maravilla.


¿Bodiroga?

Me enfrente a Bodiroga ya cuando estaba en Sevilla, después de Barcelona. Era el típico yugoeslavo, el que sabe, el que ha pasado hambre y necesita ganar. Con un cabeza increíble. Lo veías y decías no es rápido, no tiene un tiro perfecto, pero sacaba ventaja de todas las situaciones. Y podía jugar en todas las posiciones. Se metía dentro y le pasaban el balón aunque le defendieran tíos más altos que él y conseguía anotar. Sacaba recursos de donde no los sacaba nadie.


¿Djordjevic?

Jugué con él en el Barsa. Grandioso, grandioso, pero grandioso no sólo en la cancha sino también fuera. Como mentalizaba al equipo. Manejaba el vestuario… entraba, animaba, decía las cosas que pensaba. Y luego como jugaba. Recuerdo el primer partido. Lo ficharon  en enero. Primer partido en Granada. Había entrenado con el equipo dos días. Vamos empatados a poco del final. Nos habían marcado un jugado del sistema para la última jugada. Pues bien, Djordjevic se salió del sistema y mandó a todos a la esquina, pim pam pum, se la juega sólo sin sistema y la mete. Y recuerdo que pensé: para eso lo han fichado. Dadme el balón que esto lo soluciono yo.


¿Villacampa?

Me tocó defenderlo muchos años y muchas veces. Si en el equipo rival había un anotador siempre me tocaba defenderlo, ya fuese base, escolta, alero o casi pivot. Me acuerdo también de Brian Jackson, un americano que jugó en Huesca, era un tres-cuatro y me ponían a veces a defenderlo a él ... y yo era un base. Con Villacampa había momentos duros, duros. Eran muchos partidos enfrentándonos. Luego cuando pasa el tiempo te encuentras y te ríes… vaya palos que nos dábamos, vaya batallas bonitas que teníamos.


¿Solozabal?

Siempre me tocó enfrentarme a él. Cuando yo fui a Barcelona el ya no estaba.


¿Biriukov?

Sí, nos enfrentamos cuando jugaba en el Madrid. El espíritu ruso. La verdad es que con Biriukov me llevé muy bien. Los partidos contra el Madrid eran increíbles, pero eran tan buenos que ahí ya no había estrellas y te tocaba defender al que te correspondía por posición.


¿Llorente, Creus?

Nunca coincidí en el mismo equipo con ellos, siempre en enfrentamientos. Creus era una pasada y jugó hasta los 42 años, me parece. Y se fue porque quiso, podía haber seguido igual que está ahora Midlenton en alicante con 46 o 47.


¿Nacho Rodríguez? Fue tu sustituto en el Barsa, ¿Crees que buscaban un perfil de jugador similar al tuyo?

Creo que sí. Nos habíamos enfrentado en varias ocasiones cuando él jugaba en Málaga; aquellos Barsa-Unicaja, que batieron récord de audiencia en televisión. La final de la Liga contra ellos era a cinco partidos y llegamos al quinto y lo pusieron el domingo a las 21,30 horas, lo que se dice en prime time. Impresionante. El enfrentamiento de aquella final con Nacho fue magnífico.
S.- ¿Recuerdas algún enfrentamiento, algún partido, realmente caliente?

Sí. Muchos, muchos. Es lo que digo, no sé si entonces éramos demasiado pasionales o ahora hay mucha frialdad. Pero si que hubo… eso de que juntas las narices, pero bueno sin llegar a más nunca. No pasaba de ahí. Hay que ser buen deportista y saber luchar con las armas y nobleza que te da el propio deporte.


S.- ¿Se habla con el rival, con los rivales, mientras se juega? ¿Os decíais cosas unos a otros?

Sí. Recuerdo cuando empezaba en esto que te pillaban jugadores muy veteranos y te decían de todo. “Como me vuelvas a meter el brazo…” , “como te vuelvas a poner ahí te voy a dar…” y tu decías, pero que es esto… Luego vas aprendiendo un poco de todas esas situaciones.


S.- Jugando con el Barsa, imagino que los enfrentamientos con el Madrid eran partidos especiales…

Eran especiales. Por mucho que digan, eran partidos especiales. Ese rival es muy especial. Sea la modalidad deportiva que sea, un Barsa-Madrid no es comparable con otro partido. Es por ese motivo que en Balonmano siempre se habla de que falta un equipo del Madrid para que la liga –una de las mejores, sino la mejor- tenga más repercusión. Un Barsa-Madrid hay que ganarlo aunque vayas en mitad de tabla y el otro arriba –la entrevista está hecha antes de la exhibición de Juan Carlos Navarro en el último derby, 33 puntos con un solo fallo en el tiro-, hay que ganarlo como sea porque para tu afición es especial y es importante.


S.- Por encima de directivos y entrenadores, da la impresión de que los jugadores siempre habláis con mucho respeto de los Barsa-Madrid, del partido más grande, ¿no?

Sí, probablemente sí. Es un partido en el que no es que des más, pero si hay algo, no sabes qué, pero cuando ya estás saliendo por el túnel de vestuarios ya notas que la sensación es distinta. Sales a la cancha, cuando juegas en casa, y la gente empieza a aplaudir, te pones al máximo.


S.- Y llegan las finales de la Copa de Europa y el famoso tapón de Vrankovic a Montero…

Dos finales y tres Final Four; de los cuatro años que estuve en Barcelona llegamos a tres Final Four. Una de ellas con el ya famoso e ilegal tapón de Vrankovic a Montero. Recuerdo mi primera final en Telaviv. Íbamos en el avión y era mi primera Final Four. El Barcelona llevaba muchísimos años detrás de ganar la Copa de Europa. Estaba hablando durante el viaje con Epi y le decía, “tengo la sensación de que sí”. Epi me miraba -ya había pasado por situaciones parecidas- y surraba: “Que yo ya sé lo que es esto…”. Entonces yo pensaba, “joder, si vamos así mal”.
S.- ¿Qué jugador te ha impresionado más de los que coincidiste jugando?

Es muy difícil. Yo valoro muchísimo no sólo los partidos sino también el ambiente en el vestuario; eso valía mucho. Jugadores que entraban al vestuario y animaban y no otros, que llegaban y parecían aburridos y decías, jo macho, si estamos haciendo lo que nos gusta y estamos en un sitio increíble, como puedes venir aquí como si te aburrieras. Leyendas como Carmelo Cabrera, Epi, haber estado tres años jugando junto a él y haber entablado amistad para mí ha sido grandioso. El coger el teléfono para decirles que hay un partido benéfico y que si pueden venir y que digan si es por ti, por supuesto. Para mí eso es lo máximo.


S.- Decía hace poco Checu Biriukov en una entrevista que la NBA le aburría. ¿Qué opinas de la NBA?

No sé si decir eso es difícil y puede que la gente no lo entienda, pero es cierto. Yo tampoco disfruto tanto con la NBA. Mucha gente lo que ve de la NBA son las cuatro mejores jugadas que ponen en los resúmenes. Pero ahí no están los seis, siete o veinte tiros que ha fallado Koby Bryant para meter cuarenta puntos, porque tira muchísimo. Para mí es demasiado largo, no he estado allí y no he visto un partido en directo, pero cuando los veía por la noche se me hacían demasiado largos. Quizá el público americano está predispuesto a otra cosa. Quizá van a ver espectáculo y el resultado no influye tanto…. sus palomitas y su descanso; es otra cosa. No voy a decir que sea mala…


S.- En tu época la NBA no era un objetivo, ¿no?

Que va. Ahora hay chavales que se pueden fijar en eso, en la NBA. En mi época, cuando empezaba a jugar a baloncesto –en blanco y negro que digo yo- de la NBA no se sabía nada. Pero posteriormente nunca se me pasó por la cabeza –también era consciente de que no podía llegar, se ríe- ni nunca me llamó. Montero estuvo seleccionado en el draft para poder jugar y no fue.


S.- Montero, el primer base alto del baloncesto español, ¿no?

Eso es. Siempre han estado los estereotipos, pero poco a poco –como te decía antes- Andrés Jiménez comenzó a jugar de alero alto y Montero se convirtió en el primer base de más de 1,90. Puch, Montero y yo éramos bases de más de 1,90. Era también la sensación de que igual estábamos cambiando un poco el baloncesto. Creo que llegará un momento en que dará igual la altura de un jugador, jugarán por sus condiciones técnicas en cualquier puesto.


S.- ¿Sigues ligado al baloncesto?

Sí. Primero porque mi hija pequeña juega y me gusta verla y sobre todo que tenga esa afición, que le guste el deporte, que no le importe ir a entrenar. Y luego estoy ligado a la directiva del Knet Clavijo y colaboro con ellos… pero lo veo un poco más tranquilo.


S.- ¿Tu hija te pregunta por tu época de jugador?

A veces le pongo algún vídeo y me dice… pero que pantalones tan cortos…

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