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{DEPORTE / BALONCESTO}

El día que Reggie Miller volteó las mofas de Spike Lee

Riverside y Atlanta se encuentran prácticamente a la misma longitud geográfica, aunque separadas por toda la extensión del continente americano. Desde la ciudad californiana se contempla el océano Pacífico, desde la georgiana, el Atlántico. La distancia entre los estados de Indiana y Nueva York –entre sus capitales Indianápolis y Nueva York- es menor. Aún así, se encuentran separadas por Ohio y Pensylvania. En cambio, la distancia que separó a Spike Lee –director de cine nacido en Atlanta y seguidor de los New York Knicks- de Reggie Miller –estrella de los Indiana Pacers y natural de Riverside- fue tan sólo del grosor de la línea blanca que delimita la cancha de baloncesto por su lateral.


Miller comenzó a perfilar su carácter de jugador especial en la Universidad de California. Allí se graduó en Historia y se convirtió en el jugador que más puntos había anotado en la competición universitaria. Hoy ya es el segundo, tras ser superado por Lew Alcindor. También –antes de su pase a la NBA- dejó como recuerdo en las Ligas previas (NCAA) el mejor porcentaje de anotación, de tiros libres y tiros totales.


A pesar de presentarse con semejante currículo la llegada de Miller a la liga profesional estuvo precedida de dudas por parte de los técnicos y del público. Los Pacers de Indiana asumieron el teórico riesgo y lo eligieron en el puesto once de la primera ronda del Draff de 1987. Reggie despejó la incertidumbre con tan sólo unos segundos de presencia sobre la cancha.


Desde el primer momento se ganó el respeto de los aficionados y en su primera temporada en la NBA batió el récord de tiros de tres puntos anotados en una temporada por un rookie –por un principiante-; fueron 61 canastas triples.


Poco a poco, Miller se consolidó como un extraordinario anotador y un especialista desde la línea de tres puntos; un cazador de gran eficacia –de los que huelen la sangre- en situaciones límite, tal y como comprobaría el director de ‘Mo Better Blues’ y 'Malcon X'.


Reggie Miller jugó en la NBA durante 18 temporadas, presentando unas estadísticas finales siempre cercanas a los veinte puntos de media por partido y cuarenta y dos por ciento de acierto en tiros de tres puntos.


Con sus 2,01 metros disputó quince play-off (15 de 18 temporadas) y se colgó la medalla de oro con el equipo estadounidense en los Juegos Olímpicos de Atlanta –Spike Lee ya estaba filmando historias en Nueva York- y en el Mundial de Canadá. Fue el líder de los Pacers hasta su retirada el 19 de mayo de 2005. Aquel día se enfrentaban a los Piston de Detroit y su entrenador, Larry Brown, pidió tiempo muerto a falta de 15 segundos para el final del partido para que la afición ovacionara y despidiera a Miller. Ganaron 87-75 y Reggie anotó 27 puntos.

 

La grada aplaudía a su ídolo -uno de los cuatro jugadores de Indiana que han visto retirado su número como homeaje- y recordaba aquel partido de 1994 en Nueva York, cuando Reggie Miller dejó sin argumento a uno de los realizadores de cine de moda. Uno de esos instantes en que los grandes deportistas dejan su firma en la Historia… se llamen Joe Dimagio; Jesse Owen, Chamberlain, Mohamed Alí, la suspensión en el último segundo de Michael Jordan, Carl Lewis, Usain Bolt, la revolución de Dick Fousbury, Sebastian Coe, Michael Phelps, Federer, Nadal… o tantos otros.
Mientras, Shelton Jackson Lee –más conocido como Spike Lee- se había convertido en un director, productor, guionistas e incluso actor de cierto prestigio. Sus primeras películas ‘Do the right thing’ y ‘Mo Better Blues’ –antes había rodado ‘Nola Darling’ y ‘Aulas turbulentas’- recibieron los aplausos de la crítica y los festivales. Un cine original y diferente. En 1989 fue premiado con el óscar al mejor guión original por ‘Do the right thing’.
Ya en Nueva York, Spike Lee convirtió el Madison Square Garden en su templo. Allí enfundado en la camiseta de los Knicks dio rienda suelta a su pasión por el baloncesto… ¿por el baloncesto o por los Knicks de Nueva York?...esa parecía a veces la pregunta.

 

Spike Lee acude fiel a todos los partidos de los Knicks. Tiene su asiento reservado a pie de campo, un lugar privilegiado en mitad de cancha, junto a la línea de banda. Desde allí aplaude, vitorea, anima y, en algunas ocasiones el fanatismo knicks le puede y se burla de forma airada de los fallos rivales.
Así sucedió en el quinto partido de la final de conferencia de 1994 que enfrentaba a los Knicks y a las Pacers en el Madison Square Garden de Nueva York.Por algún designio del destino, las distancias habían desaparecido. Aquel día, Reggie Miller estaba jugando un mal partido, no estaba acertado en el tiro.


El encuentro se había puesto cuesta arriba para Indiana y los de Nueva York dominaban como comodidad. La eliminatoria marcha con empate a dos. Ambos equipos habían resuelto a su favor los encuentros anteriores disputados en sus respectivos pabellones.


Con el viento a favor para su equipo, poco a poco en la primera fila de asientos comenzó a cobrar protagonismo la figura de Spike Lee. Miller seguía negado de cara al aro y desde la banda, levantándose de forma burlona, el director de cine no dejaba de recordárselo.

 

No era extraño que Lee la tomara con la estrella del equipo rival, pero aquella noche la pasión, quizá, pudo con él. Los errores de Miller agigantaban poco a poco a Spike Lee que seguro de la victoria de sus Knicks no cejaba en la mofa.
El director de ‘Malcon X’ insistía en picar a Reggie Miller y trataba de ridiculizarle comparándole con su hermana –Cheryl Miller-, ex jugadora WNBA. A cada error, Miller recibía una frase burlona de Lee. El jugador se quedaba mirando al cineasta y el público a ambos, más que al desarrollo del partido.


Al inicio del último cuarto, los Knicks ganaban por doce puntos (70-58) y aunque Miller había logrado anotar 14 puntos, no estaba realizando un buen partido. La estrella de Indiana no podía imaginar una situación peor; erraba en exceso y encima tenía que soportar a Lee riéndose de él a pie de pista.


Algo cambió en los segundos que transcurrieron entre el final del tercer cuarto y el inicio del cuarto. Reggie comenzó a anotar como si de un francotirador se tratara. Anotaba ataque tras ataque y tras cada canasta se quedaba de pie frente a Lee mirándolo fijamente. Primero llevándose las manos al cuello y después a la entrepierna.


Ya no sólo era Spike Lee quien le gritaba –aunque callar la boca del director parecía el objetivo inmediato del escolta de los Pacers-, sino todo el Garden, que a pesar de la ventaja parecía imaginar lo peor. Ahí, en esas situaciones, Reggie se encontraba en su salsa.

 

El parcial de los Pacers al inicio del último periodo había sido de 14-0 y Miller había anotado 10 de esos puntos. Aun así, el marcador señalaba seis puntos de ventaja para los neoyorkinos a falta de 18 segundos. Mientras los aficionados ya abandonaban el Madison Square Garden, en el entrenador de Indiana solicitó tiempo muerto.
Al regreso a la cancha, Reggie Miller anotó ocho puntos en 8,9 segundos. Primero, un triple. Nuevo tiempo muerto. Después robó el balón en el saque de fondo rival, corrió hasta situarse tras la línea de triple y anotó de nuevo. El partido estaba empatado a falta de 5 segundos, Spike Lee se había diluido como un helado al sol y ya no aguantaba la mirada retadora de Miller.


Los Pacers hicieron falta personal sobre Starks. A priori era un seguro desde la línea de tiros libres, pero Spike Lee había convertido aquel partido en un hecho histórico y la Historia pesa. El jugador de los Knicks erró sus dos lanzamientos a canasta y el balón fue a las manos de Miller… que no falló. Aquel día, Reggie Miller finalizó el partido con 39 puntos, 25 anotados en el último cuarto.


¿Y Spike Lee?... La prensa de Nueva York estaba indignada con el director, le hicieron responsable de haber hipermotivado a Miller hasta el punto de ser capaz de dar la vuelta al partido. El Daily News tituló: “Muchas gracias Spike".


Ahora Reggie Miller es comentarista de televisión. El pasado 6 de mayo -18 años después de aquel memorable partido- el ex pacers acudió al Madison Square Garden para retransmitir un partido de los Knicks. En su asiento de siempre, a tan sólo unos metros de la cancha, se encontraba Spike Lee. Cuentan que Reggie acudió a saludarlo y se abrazaron efusivamente.


Para algunos entrenadores de la NBA como Jeff Van Gundy aquellos últimos segundos fueron la “la remontada más grande que jamás he visto en la NBA” e incluso se realizó una película documental 'Reggie Miller Vs New York Knicks'. Ya lo dice el proverbio: "Winners never quit; quitters never win" ("Los ganadores nunca abandonan; los que abandonan nunca ganan")./Javi Muro

 


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