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{DEPORTE / BALONMANO}

'Los porteros de balonmano somos de otra especie'

Gurutz Aaguinagalde es portero de balonmano en el Naturhouse La Rioja, pero él -al menos al principio de su carrera- no quería ser portero, le llamaba más la idea de ocupar una plaza como jugador de campo. Un día de partido faltaron los porteros del equipo y ocupó él la portería... y desde entonces hasta ahora, dieciocho años siendo uno de los mejores. Empezó a jugar a balonmano con catorce años y debutó en el primer equipo del Bidasoa con diecisiete, y en una semifinal de la Copa de Europa. Vamos, sin a penas presión ni exigencia, que se dice. LLeva ocho años en el equipo de Logroño, con el que ascendió en su primera temporada en el club a la liga Asobal y donde ha disfrutado el constante crecimiento del equipo. Unos pasos hacia arriba que Gurtuz atribuye a una directiva que siempre toma decisiones con los pies en el suelo. Es consciente de que los porteros de balonmanos son "de otra especie", pero al mismo tiempo los más tranquilos del grupo; "aunque podamos estar un poco locos"./Javi Muro.

 

S.- Bueno, lo primero ¿Cómo va la recuperación de la lesión? ¿Cómo estás?

Prácticamente recuperado. Este fin de semana pasado (vencieron 28-23) estuve ya preparado por si hacía falta ayudar al equipo. Al final no fue necesaria mi intervención y eso me ha permitido dar continuidad a la recuperación con más tranquilidad y sin forzar. Hemos trabajado mucho para estar con el equipo cuanto antes. Al final, he tenido suerte porque inicialmente la lesión parecía mucho más seria de lo que ha sido. Ahora con ilusión al ver que el proceso de recuperación ya está terminando y comenzamos a sentirnos jugadores otra vez, que es lo que nos gusta.


S.- ¿Cómo empiezas a jugar a balonmano?

Empecé con trece años. Estaba en el cole y una profesora vio un anuncio en el periódico sobre una operación altura –entonces medía 1,82- que citaban a potenciales jugadores en el frontón Uranzu, donde entrenaban los filiales del Bidasoa. Fuimos dos compañeros que cumplíamos con los requisitos. Hablamos con ellos y la verdad es que me gustó. Además, estabas acostumbrado a jugar a fútbol, que te llevara tu padre y que entrenaras con tu propia ropa. Aquello era totalmente diferente. Mucho más profesional y con trece años esas cosas te llaman la atención; todos bien vestidos con el equipaje del equipo, bien preparados y todo muy bien organizado. Estuve una año compaginando el fútbol y el balonmano y a los catorce dejé el fútbol y me dediqué por completo al balonmano.


S.- En Irún siempre ha habido una gran tradición de balonmano, ¿no?

Sí. La verdad es que en Irún tuvimos la suerte –hace ya muchos años- de contar el Elgorriaga Bidasoa. Había mucha tradición, muchas generaciones anteriores ya jugaban a balonmano en Irún. Además, en el momento en el que empezaba, el equipo estaba arriba y consiguiendo títulos y la repercusión que tuvo el balonmano en la ciudad fue muy importante. Eso ayudaba a que los chavales nos fijásemos en aquellos monstruos que eran los jugadores de entonces para nosotros. Eran gente de la ciudad, prácticamente amateur, que compaginaba el balonmano con su trabajo. Al mismo tiempo comenzaron a llegar al equipo jugadores muy importantes y muy grandes, profesionales y extranjeros. Empezó a sentirse algo diferente por el balonmano. La verdad es que sí, que con el Elgorriaga el balonmano en Irún tuvo una gran época. Cuando yo empezaba era justo cuando estaba en la cresta de la ola.


S.- Fueron una años en los que el balonmano era cosa del Atlético de Madrid y del Elgorriaga Bidasoa, ¿no?

Sí. Se jugaron varias ligas entre ellos y siempre estaban en competiciones europeas. Se dio la circunstancia de que coincidieron varios factores positivos y que la gestión fue muy buena. Se hizo algo muy bonito. Un poco parecido a lo que ha pasado aquí en Logroño. Quizá allí con más tradición de años; estando muchas temporadas abajo y poco a poco subiendo. Aquí ha sido todo mucho más rápido. Mucho más espectacular lo que ha pasado en Logroño, pero con unos condicionantes similares basados en la ilusión de un grupo de gente que le gustaba el balonmano, que había jugado y que supo y ha sabido hacer muy bien las cosas.
S.- Hablabas del fútbol como deporte iniciático, pero ¿hubo opción para otros deportes o cuando descubriste el balonmano ya no hubo espacio para más?

Desde muy pequeño, desde los cuatro años, hice natación; la practiqué durante unos cuantos años. Se me daba bien e incluso gané unos cuantos campeonanatos. Tenía envergadura y cierta ventaja en ese sentido. Después como todos los niños y siguiendo a los amigos pues estuve jugando al fútbol. De portero, también (se ríe).


S.- Tu hermano también juega a balonmano (Julen), ¿Cómo era la vida en casa de los Aguinagalde con dos hijos preparándose para jugar al balonmano en serio, como profesionales?

Bueno, preparándonos para jugar en serio… Nuestro padre ha sido deportista; ha sido remero. Así que el deporte siempre ha estado muy metido en la familia y desde muy pequeños hemos practicado. Aun así, a pesar de la presencia del deporte en casa, nunca nos han inculcado el ser deportistas por narices. Nos hablaban del deporte más como un estilo de vida, como una afición. Pensar en serio en dedicarnos al balonmano la verdad es que no lo pensé nunca. Tenía ilusiones de chaval. Me acuerdo que empecé con catorce años y con diecisiete debuté ya como profesional; algo muy llamativo. Con catorce años nos preguntaban qué ilusión teníamos y mis compañeros decían que ganar la liga, yo respondía que mi ilusión era debutar con el primer equipo. Pero no era algo preparado, era sólo eso, una ilusión. Luego, poco a poco, surgió. Y entonces piensas en estar ahí unos cuantos años y cuando cumples esa meta pues te planteas asentarte y vivir del balonmano. Pero no fue una cosa planificada. En casa no nos incitaron a ser profesionales a ninguno de los dos. Además, mi hermano es cinco años más joven que yo y cuando el empezaba yo ya estaba arriba.


S.- Debutar con diecisiete años en la posición de portero tiene que ser una gran responsabilidad…

Sí. Mucha responsabilidad y además una situación bastante curiosa. Se lesionó un compañero y el entrenador decidió que jugase yo. Eran unas semifinales de la Champion y llevé la ropa de jugar al partido de milagro, ya que nunca jugaba. Fue una sorpresa para mí y para todos, ya que además era un partido muy importante. Lo curiosos es que el segundo entrenador me cogió por banda y me preguntó, delante del resto del equipo,  si conocía a los hijos del resto de los compañeros, qué si era consciente de la situación porque en parte que su futuro fuese bueno y que sus hijos siguieran comiendo bien dependía de lo que yo hiciera esa tarde. Vamos, presión máxima. Bueno, al final todo salió bien.

 

S.- Pasasteis la eliminatoria, ¿no?

Sí. Pasamos y jugamos la final.
S.- ¿Hubo apoyo por parte de la familia cuando decidiste dedicarte al balonmano o consejos del tipo “cuidado que esto no es fútbol”?

Como te decía, deporte siempre se ha hecho en mi casa. Incluso en verano, cuando tenía parón en el equipo, andaba en bici con mi padre o íbamos al monte. La cultura deportiva siempre ha existido en casa. Lo que pasa es que nunca ha existido ese problema porque yo siempre he tenido presente que mi primer objetivo era estudiar. Incluso los primeros años tuve ofertas muy buenas para marcharme fuera, que triplicaban lo que ganaba y muy interesantes deportivamente, y renuncié porque yo estaba estudiando en Irún y quería terminar mi carrera. Hasta los veintidós años, yo he antepuesto mis estudios y mi familia antes que el deporte. Una vez que terminé y que me asenté, entonces sí que me dediqué en cuerpo y alma al balonmano. En ese sentido no hizo falta que mis padres me dijeran nada porque siempre tuve las cosas muy claras.


S.- ¿Cómo se decide ser portero de balonmano?

Yo fui forzado. A fútbol jugaba de portero y la verdad es que estaba bastante quemado. Los porteros de fútbol, cuando eras chaval, son a los que le meten los goles y el que tiene la culpa de todo. No quería ser portero de balonmano, pero los entrenadores me decían “si has sido portero de fútbol porque no empiezas a probar en la portería”. Estuve mes y medio diciendo que no quería y que no quería, y que quería ser jugador de campo. Cosas de la vida, un día que los porteros del equipo no vinieron me puse yo en la portería de forma eventual y ya no salí. Me dijeron que ese era mi sitio y ahí empecé.


S.- No fue una mala decisión, ¿no?
Nunca se sabe…(ríe)


S.- La demarcación de portero en balonmano siempre ha estado un tanto ligada a la etiqueta de riesgo, de personas especiales y con un toque de locura, pero quizá luego sois los más tranquilos y racionales del equipo…

Puede ser. El portero de balonmano es una especie a parte; para todo, hasta para los entrenadores. Hay veces que nos dicen que nos entendamos entre nosotros, que hagamos lo que queramos. Nos dejan mucho margen porque somos una especie diferente. Es cierto que tiene un punto de locura ponerse delante de un tío de dos metros y ciento y pico kilos para tratar de parar un balón que te va a lanzar. La verdad es que impresiona, aunque al final te haces. Llevó dieciocho años jugando a esto y al final te acostumbras. Muchos compañeros dicen incluso que ni locos se pondrían de porteros. Pero si es cierto que suele coincidir que somos gente muy tranquila, muy racional, con nuestros toques de locura. Siempre nos llevamos muy bien con nuestros compañeros, al ser los diferentes estamos más unidos. Siempre tenemos mucha complicidad entre los porteros y todo eso ayuda.


S.- Al hilo de lo que cuentas, la imagen que dan siempre los porteros de balonmanos –de un mismo equipo- es de colaboración, de complicidad…

Sí, porque al final entre los dos o tres que estemos tenemos que sacar la portería adelante. Nos interesa que vayan bien las cosas. Siempre nos ayudamos mucho y nos aconsejamos cuando vemos un problema. No tenemos la sensación de ser competencia, ni rivales de puesto. Tenemos la mentalidad de ayudarnos mucho y eso es muy positivo para el equipo.


S.- Y luego que el balonmano es un deporte en el que se celebran las paradas…

Sí. (Se ríe). Estamos en un deporte en el que muchos dicen que la portería es el puesto más importante o el más determinante que puede haber dentro de un equipo. El portero de balonmano es el único puesto capaz de ganar el sólo un partido. Tener ese protagonismo para lo bueno y para lo malo es interesante.
S.- Son ocho años en Logroño, ¿Imaginabas cuando llegaste que la aventura se iba a desarrollar así?

Tenía la esperanza. Era muy difícil. Era un proyecto muy interesante y atractivo y las cosas se empezaron a hacer muy bien desde el principio. Era muy ilusionante todo lo que podía pasar. Ha salido todo lo bien que podía salir. Ha habido momentos mejores y momentos peores, altibajos, como es lógico, pero ha salido todo perfecto. Un equipo con el que ascendí en mi primer año y que al año siguiente nos mantuvimos bien en Asobal. Nos hemos asentado en la categoría, hemos llegado dos veces a semifinales de competiciones europeas, así que la trayectoria es bastante constante y bastante ascendente.


S.- ¿Puede ser ésta la temporada de máxima exigencia?

Sí, sin duda. Cada año es la temporada de máxima exigencia. Cada año el equipo es mejor, cada año los fichajes que llegan son de más calidad. Quizá el año pasado fue bastante decepcionante en ese sentido porque teníamos, hasta entonces, la mejor plantilla en la historia del club y no salieron las cosas como pensábamos. Este año parece que las cosas marchan; ahora mismo vamos terceros. Esa es la idea ir mejorando poco a poco, pero sí, la exigencia cada año es mayor. Casi seguro que si esta temporada no quedamos, terceros, cuartos o quintos, la gente va a decir que hemos hecho un mal año.


S.- Os han pasado situaciones parecidas a las del año pasado con el tema de las lesiones, pero parece que ahora os ha servido la experiencia de la temporada anterior para llevar mucho mejor esa circunstancia…

Sí, la experiencia ayuda y eso que yo diría que lo de este año está siendo aún más grave que las lesiones de la temporada pasada. En el último partido creo que fuimos seis jugadores los que no pudimos participar. Es muchísimo. Cualquier otro equipo en una situación similar se desmoronaría. En nuestro caso, gran parte del grupo ya ha pasado por esa situación, la hemos vivido, la conocemos y la hemos afrontado.


S.- ¿Cuál ha sido el secreto del crecimiento constante del club? ¿Quizá mantener los pies en el suelo en todo momento?

Totalmente. Se han juntado muchos factores. En primer lugar una directiva que ha estado haciendo las cosas muy bien siempre y que ha dejado trabajar siempre con tranquilidad a los jugadores. Cuando llegué a Logroño sabíamos que el objetivo era ascender y comenzamos con dos derrotas y un empate la directiva lo que hizo fue bajar y animarnos. Siempre han sido muy realistas y en ese sentido ha ayudado mucho a crear un clima de tranquilidad para poder trabajar. Incluso a nivel externo nunca nos ha presionado, siempre nos ha dado márgenes amplios para que en el caso de que no salieran las cosas los jugadores tuvieran la tranquilidad necesaria para poder trabajar bien.
S.- ¿Qué influencia ha tenido la llegada de un entrenador como Jota?

La llegada al club de Jota, hace seis años, fue vital. Un entrenador que de su mano hemos ido creciendo todos, tanto directiva como jugadores, afición y club. Es una persona que tiene los pies en el suelo, muy racional. Nos ha ayudado mucho a que las cosas fueran creciendo poco a poco y al ritmo adecuado. Además, siempre hemos tenido un muy buen vestuario y un clima de trabajo muy bueno. Todos esos factores han sido determinantes en el desarrollo del club.


S.- Precisamente Jota decía te responsabilizaba de alguna manera, en una entrevista, de que existiera ese buen ambiente en el vestuario…

Lo intentamos, pero lo importante es que ese buen ambiente vaya unido con la responsabilidad. Hay que ser consciente de que cuanto mejor ambiente tengamos vamos estar mejor, pero siempre desde la exigencia. Si sólo se tratara de crear buen ambiente traería a mis doce mejores amigos y habría un ambiente increíble. Hay que buscar ese equilibrio entre que el grupo esté implicado, que trabaje lo máximo posible, con máxima exigencia y ese buen ambiente. Así conseguiremos que las cosas funcionen. Que además de buenos compañeros seamos buenos amigos para que todo vaya lo mejor posible. En ese aspecto, yo soy el que más años lleva y soy el capitán y junto a otros veteranos del equipo tratamos de que todo vaya bien.


S.- ¿Entonces el vestuario es tan bueno como parece?

Sí. Es algo que viene desde que el capitán era Ramiro García Infante. El ya tenía esa cultura de lograr un vestuario con buen ambiente y yo heredé la capitanía al año siguiente, con Alberto Suárez como entrenador. Y siempre he tratado de dar continuidad al trabajo que hizo Ramiro en su momento.


S.- Vuestro entrenador, Jota, apuntaba en una entrevista en SPOONFUL que una de las virtudes del club había sido saber anticiparse a la crisis, lo que ha permitido en las últimas temporadas dar continuidad al proceso de crecimiento. ¿Compartes esa percepción?

Sí. Va también en el carácter de la directiva. Es gente que tiene las cosas muy claras, que si tiene dos duros se van a gasta dos o uno y medio. En cambio, ha habido gente en el balonmano que ha vivido muy por encima de sus posibilidades; equipos que pensaban que iban a tener unos ingresos y que luego ese dinero no ha llegado. La crisis ha llegado a muchos clubes y aquí en Logroño ha sido todo lo contrario. Incluso cuando vino alguna mal dado como fue el cambio de sponsor, la cosa se recondujo muy bien; hubo momentos difíciles, pero por parte de la directiva se supieron gestionar de forma maravillosa.
S.- La crisis ha afectado a todos los deportes, pero al balonmano parece que le ha dado bien…

Sí. Es que es un deporte que depende en un porcentaje altísimo de la publicidad, de que una empresa quiera que su imagen sea un equipo de balonmano. El balonmano como deporte genera poco, no es como el fútbol o el baloncesto. El que es de un equipo de fútbol va con la camiseta por la calle o desayuna con la taza de su equipo cada mañana. El balonmano es diferente, no genera tanto, y si las empresas privadas no van bien pues eso repercute mucho en los patrocinios.


S.- ¿Te llevas los partidos o los entrenamientos a casa, le sigues dando vueltas?

Sí, sí. Le sigo dando vueltas. Incluso el sábado, después del partido, a pesar de que yo no jugué, veo el partido dos o tres veces y le estoy dando vueltas hasta las tres o cuatro de la mañana. A pesar de que me pueda meter a la cama a las once o las doce, hasta las tres o las cuatro no me duermo porque estoy venga a pensar en el partido, repasando las cosas que se han hecho bien y las que se han hecho mal. Eso sin jugar, el día que juego con mucha más intensidad.


S.- Para terminar, ¿en qué posición quedará el Naturhouse La Rioja esta temporada?

¿La que me gustaría o la que va a ser? Creo que todo el mundo habla y dice que podemos quedar terceros, sabemos que es difícil. No sé si quedaremos terceros o no, pero el equipo está peleando para hacer las cosas bien y haciéndolas bien sí tenemos posibilidades de quedar terceros. Me gustaría quedar terceros.


S.- ¿Existe el peligro de que el dominio del binomio que forman Atlético de Madrid y Barcelona, de prolongarse mucho tiempo, termine acabando con la emoción en la liga como ha ocurrido con el fútbol?

Puede ser, llevamos ya muchos años que Barcelona y Atlético de Madrid están dominando; prácticamente no pierden ningún partido salvo los que juegan entre ellos. Ahora, con la crisis y el hecho de que prácticamente todos los equipo, salvo ellos, han bajado de potencial hace que la distancia sea mayor. Le resta emoción a la pelea por la Liga, pero se abre un abanico mucho más amplio entre el resto de los que equipos que estamos mucho más igualados; la lucha por el tercero va a ser ahora brutal. Antes por el tercer puesto había tres o cuatro aspirantes: León, Valladolid, el CAI Zaragoza y Portland hace unos años.

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