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Un día de amarillo, un día de gloria

Poblet, Errandonea y San Miguel lideraron el Tour de Francia

La carrera discurría por el macizo de Chartreuse. Era el Tour del 68 y en aquella etapa que recorría las carreteras que unen Saint Etiene y Grenoble había que escalar tres colosos montañosos; Garnier, Cucheron y Portre, además del col de La Republique y el de L’Epine. Un día duro a falta de tan sólo cinco jornadas para llegar a la meta final de París.


El francés Roger Pingeon había atacado en el Garnier y marchaba en solitario por delante. Tras él, en ese espacio indefinido que ha terminado por conocerse como tierra de nadie, pedaleaba Aimar y un poco más retrasados el cuarteto de favoritos.


Pingeon había lanzado la moneda al aire. Se la jugaba a cara o cruz para tratar de reeditar su triunfo final del año anterior, cuando aventajó en la clasificación general en los Campos Elíseos a Julio Jiménez y Franco Balmamion. A mitad de etapa el desafío parecía posible; aunque aquel día, en la meta de Grenoble, el protagonista iba a ser otro. Ganar la estaba no estaba mal, pero puede ser escaso botín cuando lo que se pretende es lucir de amarillo. Y en la batalla de los jerséis, el triunfador fue el español Gregorio San Miguel.


El corredor del KAS marchaba junto a los tres candidatos a la victoria final y así cruzó la meta de Greboble. Una pedalada después de superar la línea de cal que marcaba la llegada, San Miguel ya vestía de amarillo. Los  tres minutos y cincuenta y tres segundos que Pingeon había logrado restar a su retraso en la clasificación en la general no habían sido suficientes. La recompensa a su esfuerzo debía conformarse con el triunfo parcial y con el recuerdo de los ánimos constantes que recibió mientras luchaba contra la carretera, sus rivales y el reloj.


Gregorio San Miguel desbancaba del primer puesto al belga Georges Vanderberghe, perdido en las ascensiones y descensos de la etapa, y se convertía así en el cuarto ciclista español en liderar el Tour de Francia. Miguel Poblet (1955), Federico Martín Bahamontes (1959 –año en el que lo ganó- y 1963) y José María Errandonea le habían precedido en aquel honor.

 

San Miguel cumplió el pasado 2 de diciembre 72 años yseguro que aún recuerda cada instante de aquella etapa. Nacido en Valmaseda, debutó en el ciclismo en 1965. Corría entonces para el equipo OLSA; creado entre otros por Miguel Madariaga, manager durante muchos años del Euskatel Euskadi. A la temporada siguiente fichó por el KAS -junto a ‘La Casera’, que dirigía Bahamontes, el gran equipo ciclista español del momento- y comienza a labrarse un currículo de victorias de prestigio. Ganó dos etapas de la Vuelta a España y la clasificación de la montaña en 1966; también una etapa de la Volta a Cataluña; el campeonato de España de Contrareloj; una etapa de la Vuelta a Suiza; la Clásica de Ordicia y el Campeonato de España de Montaña. En total, cuando dejó la bicicleta de competición, había acumulado catorce triunfos.
Al día siguiente de su liderato en el Tour del 68, la suerte no le acompañó y perdió el maillot amarillo que pasó a manos del belga Herman Van Springel, que finalizaría aquella carrera en el segundo escalón del podio. San Miguel terminó el Tour en el que había sido líder y protagonista en cuarta posición, a cinco minutos y diecisiete segundos del vencedor, el holandés Jan Jansen (en la fotografía), y a tan sólo catorce segundos del tercero, el también belga Ferdinand Bracke.

 

Unos años antes de la gesta de San Miguel, Miguel Poblet y José María Errandonea habían disfrutado también de esa gloria efímera que supone liderar la carrera ciclista más importante por un día.
Poblet compitió entre los años 1944 y 1962. Era un sprinter, un llegador, un velocista, que en 1955 firmó su acta de presentación entre las leyendas del ciclismo al convertirse en el primer ciclista español en vestir el jersey amarillo del Tour. A lo largo de su carrera puso su rúbrica a un total de 62 victorias. Ganó en dos ocasiones la clásica Milán-San Remo; así como veinte victorias en el Giro de Italia, tres triunfos en el Tour y otros tantos en la Vuelta. Tuvo el honor de de convertirse en el primer ciclista del mundo en haber obtenido victorias de etapa en las tres grandes. Aquel liderato del Tour, como a San Miguel, tan sólo le duró un día; la clasificación dictaba la lógica que desplaza a los sprinters conforme la carretera acumula porcentajes.


Si San Miguel era un escalador y Poblet un velocista, Errandonea fue como ciclista un especialista contra el cronometro. Así fue como consiguió convertirse en líder del Tour de 1967.

 

Por vez primera, la organización de la ronda francesa presentaba un inicio con el formato de prólogo en la especialidad de contrarreloj. El recorrido apenas superaba los seis kilómetros y quién lo completara en menos tiempo iba a tener el privilegio de comenzar la carrera vistiendo de amarillo. ¿El favorito para todos? Raymond Poulidor. El corredor francés había marcado el mejor crono entre los favoritos y tan sólo restaban por llegar a meta uno pocos corredores sin demasiado renombre. Pero Errandonea era un especialista y rebajó en seis segundos el tiempo de Poulidor. Etapa y liderato para el ciclista de Irún. Una caída al día siguiente le impidió defender el maillot amarillo y tuvo que abandonar al tercer día de carrera. El palmarés de Errandonea recuerda también sus tres victorias de etapa en la Vuelta.
Otros españoles ha saboreado el liderato del Tour con una mayor longevidad. Bahamontes a lo largo de siete jornadas; Ocaña durante 17; Delgado, 15; Indurain, 60; Igor González de Galdeano, 7; Pereiro, 8; Valverde,2; Carlos Sastre, 5 y Contador, 17.


En el ranking absoluto, Eddy Merx domina esta clasificación con 96 días vistiendo de amarillo. Le siguen, Hinault, con 75; Indurain, 60; Anquetil, 50; y Antonin Magne, con 38. ¿Y Armstrong? el americano contabilizó 83 días de líder, pero eso dicen que ya es historia o, al menos, otra historia./Javi Muro

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