4176

{VIVIR / VIDA EN LA CIUDAD}

Níger, camino de agua a la vida

MSF muestra en Fundación Cajarioja 'Las vidas del agua', 27 fotografías de Juan Carlos Tomasi

Cuando las lluvias empiezan a caer copiosamente llegan las inundaciones. El agua estancada es el lugar idóneo para que se reproduzca el mosquito que propaga la malaria, que durante los siguientes meses atacará sin tregua a los niños más pequeños. Es Níger y la combinación de la malaria y la desnutrición es letal. Ambas enfermedades se retroalimentan y provocan la gran mayoría de muertes en menores de cinco años. Los niños desnutridos tienen sistemas inmunológicos muy debilitados, por lo que sus organismos son menos capaces de combatir enfermedades como la malaria, la diarrea y las infecciones respiratorias; y, al mismo tiempo, al padecer estas enfermedades, también tienen más probabilidades de padecer desnutrición.


En Níger, un país de lluvias erráticas, del acceso al agua depende la alimentación, el bienestar y la salud. El fotógrafo Juan Carlos Tomasi ha retratado esa condición esencial del líquido elemento y ahora la muestra, a través de 27 fotografías, en la exposición ‘Las vidas del agua’, que acoge hasta el 17 de septiembre la Sala Gran Vía de la Fundación Cajarioja. ‘Las vidas del agua’, organizada por la Fundación We Are Water en colaboración con Médicos Sin Fronteras, narra cómo el acceso al agua marca el día a día de la población, y cómo son los niños más pequeños quienes primero sufren su ausencia.


El fotoperiodista Juan Carlos Tomasi ha cubierto conflictos y crisis humanitarias en Ruanda, los Balcanes, Afganistán, Somalia, Sudán y República Democrática del Congo, y ha publicado sus fotografías en medios de comunicación nacionales e internacionales como The Guardian, El País, La Vanguardia, El Periódico de Cataluña o The Independent. La muestra reúne imágenes del sur de Níger, una zona del Sahel donde existe una problemática real de acceso al agua, provocada por la falta de infraestructuras adecuadas que permitan su almacenamiento en la época de lluvias. De este modo, las familias consumen agua contaminada, lo que provoca que contraigan enfermedades como la diarrea, al tiempo que se acentúan problemas como la desnutrición, especialmente entre la población infantil. “La combinación de la malaria (en la época de inundaciones) y la desnutrición es letal. Ambas enfermedades se retroalimentan y provocan la gran mayoría de muertes en menores de 5 años”, describe Alma Saavedra, Delegada de Médicos Sin Fronteras en la Zona Norte.

 

Las fotografías de Tomasi permiten conocer de cerca estas problemáticas. Para entender las verdaderas causas de la desnutrición, resulta imprescindible entender –apuntan desde Médicos Sin Fronteras- que la vida en esta región del Sahel está regida por las estaciones. Un corto pero intenso período de lluvias de mayo a septiembre, seguido por una temporada seca de octubre a abril. La población depende en gran medida de los cultivos que crecen durante la estación de lluvias. “A partir del mes de junio, los graneros de las familias nigerinas empiezan a vaciarse. A la espera de la siguiente cosecha en octubre, la escasez de alimentos provoca la subida de los precios en el mercado, y los convierte en bienes prohibitivos para las familias más pobres. Empieza entonces el periodo más crítico para muchos hogares en Níger, el llamado periodo de escasez, durante el cual la desnutrición infantil aumenta  exponencialmente”, detalla Nuria González, trabajadora humanitaria de MSF con experiencia en Níger.
Este contexto provoca años buenos y malos según las condiciones climáticas y su impacto en el volumen de la cosecha. Sin embargo, la desnutrición es endémica en algunas áreas de la región e incluso en los años “buenos”, la tasa de desnutrición aguda durante el “período de escasez” llega hasta el umbral de emergencia de más de 10% en niños menores de 5 años, con picos que a menudo alcanzan o sobrepasan el umbral de emergencia de 15%.
En este sentido, Alma Saavedra recuerda que “con objeto de seguir luchando contra este círculo vicioso formado por la desnutrición infantil y la malaria, el trabajo de Médicos Sin Fronteras ha centrado su intervención en la reducción de la mortalidad infantil, en niños menores de 5 años, por causas relacionadas con la desnutrición y otras enfermedades frecuentesen sus proyectos regulares de los distritos de Madaoua y Bouza”. En 2015, MSF empezó a trabajar también en la región de Diffa, en colaboración con el Ministerio de Salud, para mejorar la atención médica disponible para los desplazados y las comunidades de acogida, tras registrarse un grave brote de meningitis, y el aumento del número de refugiados y desplazados internos debido a la violencia de la milicia Boko Haram en la vecina Nigeria.


Tan sólo en 2015, los equipos de MSF España (integrados por 448 trabajadores internacionales y 3.962 nacionales) enfocaron trabajo en el tratamiento a poblaciones víctimas de conflictos armados o que se encuentran en situación de gran vulnerabilidad por la violencia extrema. Se realizaron 1.463.600 de consultas externas, 94.200 hospitalizaciones, 42.000 consultas individuales de salud mental, 380.900 de pacientes tratados contra la malaria y 43.500 niños contra la desnutrición. Se atendieron 23.500 partos, vacunaron a 221.300 personas contra el sarampión. Atendieron a 15.300 personas víctimas de la violencia directa. Casi 1.500 víctimas de la violencia sexual recibieron tratamiento médico. Todo este trabajo fue posible gracias al apoyo de 5 millones de socios y colaboradores en todo el mundo, de los cuales 469.357 personas -5.009 riojanos- son de España. Las fotografías de Juan Carlos Tomasi ponen de manifiesto necesidades, denuncias y trabajo sobre el terreno./SPOONFUL

Suscripción a la Newsletter Enviar