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{ARTÍCULOS DE OPINIÓN}
Igualados en la fatiga en busca de un mundo feliz
A través de sus novelas y ensayos, Aldous Huxley desarrolló un relato crítico sobre los roles, convenciones, normas e ideales sociales. El autor de ‘Un mundo feliz’, capaz de imaginar fascinantes escenarios futuristas, señalaba que la bicicleta –un vehículo tan tradicional- otorga a la mente ocasión de reflexionar, “una actividad -seguraba- abolida del trabajo cotidiano”. Y es que como decía el pensador británico, el ciclismo juega en el terreno de lo extraordinario incluso cuando todos los grandes corredores –los favoritos, los gallos- se miran unos a otros tratando de esconderse. En la Vuelta, las fuerzas escasean cuando el asfalto inclina la mirada hacia las nubes.
Unos quizá no se han recuperado de los esfuerzos descomunales realizados no hace demasiado tiempo por otras carreteras, por otras cumbres. Otros, han sufrido la dureza del asfalto cuando se golpea con los huesos y ahora, al tratar de pedalear al máximo, duele. Hay quienes son víctimas de ambos diagnósticos, del cansancio y de las caídas. Hay corredores que llegaban a la Vuelta más frescos, pero quizá aún no cuentan con el pedigrí que permite doblegar la experiencia de las estrellas en su fatiga.
Aun así, como resaltaba el escritor de ‘Las puertas de la percepción’ ninguna de ellos deja de dar pedales, salvo causa de fuerza mayor como le sucedió a Froome. Tampoco, ningún corredor ceja en sus reflexiones interiores. Se comen, literalmente, el coco, en busca de esa máxima capaz de generar una pequeña brizna de energía extra que les permita dejar atrás a sus rivales o, al menos, resistir.
Lo intenta Fabio Aru, el italiano de marcado estilo Contador; también Quintana, sentado y con la mirada fija hacia delante; aguanta y acelera Purito, ahora de pie sobre los pedales, ahora sentado sobre el sillón; se agarra a sus características arrancadas imposibles Valverde para no perder contacto, mientras Majka hace la goma, una instante amenaza al líder y un segundo después se asoma al abismo al que le empujan los ritmos superiores a las fuerzas. No pierde la sonrisa Esteban Chaves. Resiste Dumoulin que mira más allá que el resto de los ciclistas. Al holandés le han hablado de una ciudad llamada Burgos y de una contrarreloj de cuarenta kilómetros… el paraíso. Así fue en la Fuente del Chivo y así sucedió también -cada jornada unos delante otros detrás- en el alto de Sostres.
Por la cabeza de todos y cada uno de los ciclistas pasan mil ideas, mil pensamientos, mil posibles tácticas, que les permitan continuar con opciones de victoria cuando el dolor en las piernas se impone a cualquier cadencia de pedaleo. En ese momento, los espectadores, los aficionados, tenemos la sensación de percibir esos pensamientos interiores que estallan por encima de los cascos multicolor. Lo describía Huxley –considerado uno de los grandes representantes del pensamiento moderno-, “sin la bicicleta, ciertos pensamientos pasarían desapercibidos”./Javi Muro
• ‘La carrera que no fue, los héroes que no llegaron’.
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