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{ARTÍCULOS DE OPINIÓN}
Las elecciones en Guatemala y un chiste explicado
Sé que puede encontrarse ofensivo explicar los chistes pero... ¿algún español entendería este chiste que corrió tras la primera vuelta de las elecciones en Guatemala (este domingo 6 de Septiembre)? Apuesto a que no, y eso que es ingenioso, que tiene una moraleja y sobre todo que describe perfectamente cómo funciona la democracia aquí en Guatemala (funciona mal) y qué es lo que ha cambiado en estas elecciones.
¿Por qué se desmaya una señora por unas láminas? ¿A qué demonios de láminas se refiere? Aún más, ¿qué tendrán que ver esas tales láminas con unas elecciones? Más que un chiste puede parecer un acertijo... pero aseguro que todos los guatemaltecos se han reído mucho con ello... o bien se han desmayado. Solo hay que ponerse en contexto, y a eso voy.
Hasta ahora en todas las elecciones en Guatemala (igual que en otros países de la región), el único criterio que tenía el elector para otorgar su voto consistía en cuantificar qué recibía o iba a recibir por parte del partido a cambio de su voto. O qué cargo iba a tener un familiar o un amigo en el nuevo gobierno. Nada de ideologías. Se podría argumentar que en Europa también la gente votamos con la cartera más que con el corazón, pero no tiene medida comparada con lo de aquí. Aquí es más sencillo, más inmediato. En Guatemala, la inmensa mayoría de la población siempre ha votado en base a regalos directos o al dinero en efectivo repartido por los partidos, sus candidatos y por quienes financian las campañas o bien por lo que mande el cacique local, cuyas manos son generosamente untadas. Aquí se reparten billetes de 100 quetzales a cambio del voto, o almuerzos, o viajecitos a la costa, o la promesa de un empleíto para el hijo que pasa demasiado tiempo en las calles sin nada que hacer y va a acabar en una mara.
¿Y qué son las láminas? Hay que entender que una parte grande de la población es muy pobre. Tanto que no tienen ni para un techo, literalmente. Las “láminas” son láminas de zinc, acanaladas, que habitualmente se utilizan en Guatemala como tejado de la casas. Las reparten las ONG, las dan como dádiva los municipios o los candidatos, las exigen los movimientos sociales y, en fin, se codician e incluso se roban, porque son caras. Son solo un tejado, pero resultan excelentes para este clima, templado y lluvioso: son ligeras, no se oxidan, no hay que pintarlas. Y por eso son mucho mejor que los tejados populares, hechos de barro en el interior del país y de palma trenzada en las costas.
Lo que ha pasado en estas elecciones, y ahí nace el chiste, es que por primera vez ha ganado las elecciones un partido que no depende de estas gigantes redes clientelares populares. Por primera vez ha ganado un partido que no da láminas, ni invita a almuerzos, sino un partido crecido al calor de la indignación ante un enorme escándalo de corrupción. Según se está destapando, varios cientos de millones de dólares han sido sustraídos de la recaudación aduanera, en este país en el que un dólar por día es el umbral de la pobreza. Y para más escarnio, han sido robados por una trama encabezada por el ex presidente y la ex vicepresidente, ambos, para orgullo guatemalteco, forzados a dimitir y encarcelados, en lo que ya llaman la Revolución Guatemalteca.
Las elecciones las ha ganado un partido relativamente nuevo, el FCN, aparentemente limpio y ajeno a la corrupción. A la segunda vuelta pasarán éste y un partido tradicional, la UNE, con Sandra Torres a la cabeza, con inequívocos tintes populistas y que no pocas láminas, almuerzos y empleos habrá repartido. Y sobre todo, queda tercero, es decir, fuera de la segunda vuelta, el partido LIDER (así se llama), cuyo candidato era Manuel Baldizón, conocido por sus trapicheos, por la compra de votos y por sus enormes redes clientelares, y que sin duda ha techado la mitad de la Guatemala rural en esta campaña en que ha invertido (invertir quiere decir que luego recuperas con creces) tanto dinero que hasta el tímido Tribunal Supremo Electoral tuvo que intervenir.
Y eso es todo. Ese es el chiste. En el fondo el chiste se burla de los analfabetos rurales que aún votan por prebendas dejando que luego les roben, frente al nuevo guatemalteco, más urbano e ilustrado, que ansía un gobierno responsable, eficiente y menos populista. Como todos los chistes del mundo es clasista, pero también desnuda la realidad.
Sin embargo en este rincón olvidado del mundo es difícil cantar victoria. Es cierto que el partido ganador de las elecciones está limpio. Su candidato, Jimmy Morales, es un conocido actor con poca experiencia en la política y aparente honradez. Pero tiene inequívocas posiciones ultra religiosas evangélicas y el partido ha sido apoyado por lo más rancio de la ultraderecha de este país, que es una de las más reaccionarias de Latinoamérica. Veremos la segunda vuelta./Rubén Eguiluz 'Historias de Centroamérica' desde Ciudad de Guatemala.
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